El frente litoral barcelonés cuenta desde hace más de un siglo con una joya modernista excepcional. Se trata de la Casa Condeminas, un edificio que data de 1902 y que se encuentra en pleno paseo de Colom, a la altura del número 11. La historia de este inmueble está llena de giros de guion. El bloque original se erigió a principios del siglo XX, poco tiempo después de la reurbanización de este paseo, que se desplegó tras la demolición de la muralla de mar con motivo de los preparativos para la Exposición Universal de 1888. La construcción daba a la calle de la Mercè y llevaba la firma de Felip Ubach, un prolífico arquitecto de la época.
Adyacente a este edificio, el Centro de Navieros Aseguradores promovió la edificación de un nuevo bloque de siete plantas para ubicar sus oficinas principales. Encargó el proyecto al arquitecto Josep Pujol i Brull y, una vez concluidas las obras, se instalaron en uno de los pisos. Al cabo de unos años, en el inmueble se instaló la agencia marítima Condeminas, que acabaría dando nombre al edificio. Los pisos superiores fueron destinados a viviendas hasta la década de los setenta, cuando comenzaron a transformarse progresivamente en oficinas.
El proyecto frustrado del hotel
El inmueble cambió de manos ya bien entrado este siglo y se puso sobre la mesa la posibilidad de convertirlo en un alojamiento hotelero. Sin embargo, el proyecto chocó con la moratoria de 2016 decretada por el Ayuntamiento de Barcelona, que terminó llevando el edificio de nuevo hacia el uso residencial. La iniciativa la tomó la compañía Uniq, que remodeló la construcción para dividirla en una veintena de viviendas de lujo. Los domicilios se pusieron a la venta ya hace un tiempo y la mayoría ya han sido vendidos. Según ha podido comprobar el TOT Barcelona, solo quedan cuatro viviendas disponibles actualmente en el edificio, de entre 183 y 215 metros cuadrados. El precio de salida es superior a los 2.185.000 euros.
Los pisos cuentan con una piscina comunitaria en la azotea del bloque, que tiene unas vistas privilegiadas. El interior está decorado con baldosas hidráulicas y también con vidrieras en formato de trencadís.
