La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha vuelto a pedir que se reduzca a la mitad el número de cruceristas que lleguen al puerto de la ciudad. Una idea que no concuerda con el que expresó hace menos de una semana el presidente del Puerto de Barcelona, Lluís Salvadó: «El Ayuntamiento sabe perfectamente que la limitación de barcos es un acuerdo voluntario y que no hay capacidad para hacerlo«. Hoy, la directora general del Departamento de Turisme de la Generalitat, Marta Domènech, también ha querido darle respuesta a la alcaldesa: «Nosotros trabajaremos para atraer cruceros que empiecen y acaben sus rutas en nuestros puertos más que los de tráfico», recalca.
Desde Turisme defienden la presencia de cruceristas en la ciudad porque «son turistas de larga estancia» que mejoran el rendimiento del aeropuerto, puesto que está más descongestionado. Una idea que también apoya el vicepresidente de Asociación Corporativa de Agencias de Viajes Especializados (ACAVE), Martí Sarrate, que ha querido poner mucho de énfasis al romper «estereotipos» sobre los cruceristas: «No vienen solo para estarse cuatro horas en la ciudad», concluye.
Sarrate defiende que los cruceristas son «turismo de calidad» y que, además, las compañías de cruceros están adaptando cada vez más sus barcos porque sean «más sostenibles y contaminen mucho menos». Aunque la voluntad del vicepresidente de ACAVE sea la de «no reducir ni cruceros ni cruceristas» sino «mejorar su estancia en la ciudad», Salvadó remarcó la semana pasada que «se tienen que hacer esfuerzos al limitar la presencia de cruceristas en los puntos que generan congestión».
El modelo balear
La alcaldesa sustenta su petición en el modelo que han adoptado las islas Baleares, que el año pasado impulsaron medidas para luchar contra la masificación de los cruceros. El gobierno de las islas Baleares estableció que en el puerto de Palma solo llegarían tres cruceros en el día para hacer escala y un máximo de 8.000 cruceristas: «Podríamos partir de la propuesta de las Baleares para estudiarla por Cataluña», comentaba la alcaldesa. Un modelo que no se ha llegado a implementar al puerto de la capital catalana.
