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La singularidad del Gòtic frena las expectativas de la regulación turística

El Ayuntamiento anunció, casi por sorpresa, que prorrogará hasta septiembre de 2024 el decreto que regula los grupos turísticos en Ciutat Vella. El nuevo ejecutivo de Jaume Collboni ha decidido alargar el tope de 20 personas por grupo y las restricciones de aforo en aquellas plazas más significativas, sobre todo las del barrio del Gòtic. A diferencia de otras medidas –Collboni se ha cargado el urbanismo táctico de la calle de Pelai–, en materia turística, el nuevo ejecutivo continúa apostando por una regulación impulsada en su día por el gobierno de Ada Colau. Ahora bien, la regulación tiene una serie de carencias que la temporada turística ha sacado de nuevo a la luz.

Desde la asociación de vecinos del Gòtic, Martí Cusó es uno de los que celebra la prórroga –»nos hubiera sorprendido otra cosa»–, pero avisa que «hay mucho incumplimiento y poca inspección». En este sentido, cree que el Ayuntamiento «tendría que reforzar la capacidad inspectora» y acompañar esta medida «de políticas reales de decrecimiento turístico». En el otro lado, los guías turísticos tampoco creen que el tope solucione los problemas que tiene el Gòtic. La portavoz de la Asociación de Guías de Turismo de Cataluña (Aguicat), Macarena Bergada, considera que la norma no resuelve «los problemas de movilidad de la zona». Sobre la supuesta carencia de inspecciones –el Ayuntamiento dice que hay un 4,3% de incumplimientos–, Bergada asegura que «como mucho» han encontrado «algunos agentes cívicos informando», pero que no han visto ningún inspector.

Grupo de visitantes en el barrio Gótico alrededor de la calle de San Domènec del Callo, al Gótico | Ayuntamiento
Un grupo de visitantes en el barrio Gótico alrededor de la calle de San Domènec del Callo, al Gótico | Ayuntamiento

Ambos colectivos consideran que la norma tiene bastante margen de mejora y, por este preciso motivo, ninguno de ellos entiende por qué el nuevo gobierno ha decidido ampliar la medida de forma «unilateral», sin consultar posibles mejoras. Cusó asegura al TOT Barcelona que los vecinos no tienen noticias del nuevo ejecutivo. «Todavía no sabemos quién será el interlocutor y nos encontramos que un regidor te responde que el Ayuntamiento apuesta por el decrecimiento turístico, pero después vemos que desde la cartera de turismo se habla más bien de ordenar». Los guías también lamentan esta falta de comunicación. Bergada dice que el Aguicat trabajó con la concejalía de turismo durante el último mandato, pero que todavía no se ha creado ningún puente con el nuevo gobierno. «El regidor del distrito es Albert Batlle, con quien tuvimos mucho contacto el pasado mandato por temas de seguridad, pero no hemos hablado con él sobre la regulación turística», explica la guía.

Los vecinos aprietan para reducir el volumen turístico del Gòtic

La asociación vecinal del Gòtic «hace años que denuncia la masificación turística y un modelo de ciudad que está demasiado destinado a la industria turística», dice Martí Cusó, que cree que todo ello ha generado «impactos negativos enormes» en su barrio. Por eso, de entrada, se muestra partidario de «cualquier medida enfocada a controlar el turismo», como es el caso del decreto prorrogado, pero considera que estas regulaciones «no tienen ningún tipo de afecto si no van acompañadas de un decrecimiento». «El Gòtic -dice- tiene más turistas de los que puede asumir y medidas como esta el único que hacen es modificar el movimiento de la masa, pero la masa sigue estando aquí».

El líder vecinal sitúa el primer boom hacia el 2017, con la llegada de alquileres turísticos al barrio de la mano de plataformas como Airbnb. En todo caso, Martí Cusó también culpa a los cruceros de la saturación del Gòtic. Según datos municipales, Barcelona acogió el año pasado 2.329.332 cruceristas, más del doble que el 2021, pero un 38% menos que el 2019, año que fue récord para el sector turístico. «Desembarcan muchas personas de golpe y van en manada», dice Cusó, que considera que el barrio notaría de forma significativa «una reducción del turismo de cruceros«.

Unas 150 personas se han manifestado en el centro de Barcelona | ACN
Algunos vecinos se manifestaron el pasado mas de mayo en el centro de Barcelona | ACN

A efectos prácticos, las principales quejas de la entidad vecinal tienen que ver con el ruido y el deterioro de ciertos servicios, que notan, sobre todo, en el transporte público: «Coger la L4 del metro [la única línea que hay en el barrio] en las paradas centrales es una odisea. Yo la cojo cada día para ir a trabajar, y a menudo tengo que esperar al siguiente convoy», comenta. Por otro lado, el vecino del Gòtic tampoco considera que el tope a los grupos turísticos mejore las molestias acústicas que sufren los vecinos. «Es el mismo ruido, vayan en grupo o por separado, tenemos el mismo volumen de turistas. Además, quien sobre todo lo nota no son los vecinos próximos a los monumentos, sino los que tienen un bar bajo de casa», dice el presidente de la asociación vecinal, que no esquiva uno de los grandes melones que tiene la política municipal: qué hacer con las terrazas.

Los guías cuestionan el sistema de movilidad

Al otro extremo están los guías, que tampoco están del todo satisfechos. Marcarena Bergada cree que el problema del turismo de cruceros es que van en grupo y «generan mucho impacto, sobre todo visual». Con todo, considera que el problema del Gòtic no son los turistas, sino la mala comunicación que hay de un punto al otro. En estos momentos, dicen desdel Aguicat, solo hay dos puntos próximos al Gòtic o el Passeig de Gràcia (donde se ubican la Pedrera o la Casa Batlló) donde puedan pararse los autocares que transportan turistas y, por lo tanto, no los queda más remedio que desplazarse a pie. «Hay muchos grupos que están de visita por el Gòtic, pero también hay que están de paso para ir a otros puntos de la ciudad«, comenta Bergada para argumentar su tesis.

A modo de ejemplo, la portavoz de los guías cita la problemática que se ha generado en el Turó de la Rovira. «El Park Güell recibe 15.000 personas diarias y no tiene ningún plan específico de movilidad. Es un error muy grande. El Ayuntamiento está vendiendo entradas sin dar una alternativa de transporte. El problema, pues, no es que haya muchos turistas, sino que hay pocos autobuses«, dice Bergada, que entiende que el Ayuntamiento quiera descentralizar el turismo, pero no a cualquier precio: «No puedes plantear una ruta turística alternativa si no hay una manera de llegar en autocar».

Un grupo turístico pasea por el Portal del Ángel | Ayuntamiento
Un grupo turístico pasea por el Portal del Ángel | Ayuntamiento

Frenar los Free Tours, el punto que genera más consenso

Si algo pone de acuerdo los vecinos con el sector turístico es que la normativa ayuda a eliminar el ruido que provocaban hasta ahora las explicaciones de los guías. «Los vecinos no tenemos por qué oír la misma explicación mil veces», dice Cusó, que tal como también lo hacen los guías, celebra que la normativa prohíba los altavoces. El sector turístico ha optado por comprar nuevas audioguías, las cuales tendrían que haber sido subvencionadas por el Ayuntamiento, según los guías. «Le pedimos que intentara financiarlos, pero nos hemos sentido abandonados», dice Macarena Bergara.

Con todo, los vecinos alertan que todavía quedan Free Tours que no respetan la norma, un aspecto que también preocupa a los guías. En este sentido, Bergara detalla que los Free Tours viven de «empresas con sedes en otros países que les explotan». La guía remarca que un Free Tour tiene que pagarse sus propios gastos y abonar una cantidad determinada de dinero a una de estas empresas para que le envíe turistas. «Los conviene tener grupos grandes porque viven de las propinas; cuanto más gente, más propina», explica Bergara, que considera que el Ayuntamiento «tendría que ser más valiente contra estas empresas».

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