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La vida paralela del campo de fútbol del Vall d’Hebron

En la Teixonera, justo detrás del Centre Esportiu Municipal Olímpics, rodeado de siete pistas de tenis, un campo de fútbol se ha convertido en un lugar de encuentro para deportistas, curiosos y jóvenes del barrio, y de toda Barcelona, que encuentran en este espacio un lugar en el cual refugiarse del sol en verano y poder practicar el deporte.

Durante el resto del año, solo las noches de viernes y sábado transforman este campo en el espacio de encuentro mencionado, produciéndose imágenes dignas de los anuncios comerciales de ropa deportiva de principios de los 2000.

La ausencia de campos de fútbol y fútbol sala en la ciudad de Barcelona ha hecho de la necesidad una virtud. La reja agujereada de los campos anexos al CEM Olímpics ha creado una solución, no buscada, para cubrir esta necesidad. Jugadores reconocidos como Ilaix Moriba han sido algunos de los que han pasado por este campo y han disfrutado de la autogestión que los propios curiosos y deportistas han hecho del espacio.

El campo de fútbol del Vall d’Hebron ha sido durante muchos años la casa de la Escuela de Fútbol Premier Barcelona, la Gran Peña Espanyolista Manigua y en algunas ocasiones el Centro Parroquial Sarriá y la Women’s Soccer School Barcelona. A pesar de esto, quien tiene la concesión actual de explotación del campo es la Fundación Marcet.

Un lugar de encuentro para todo el mundo

Sin control de accesos, sin nadie que reclame el campo durante el verano, sin ningún tipo de prohibición, este campo de fútbol se ha convertido verano tras verano en un lugar donde se reúnen jugadores, aficionados, curiosos, en definitiva, un lugar donde todo el mundo es bienvenido y que ha generado un punto de encuentro para todos los amantes del deporte.

Eneko H.M. es un jugador de La Rioja que pasó el verano de 2021 en Barcelona de vacaciones y aprovechó sus días libres para jugar a fútbol en este campo: «Fue un descubrimiento, la oportunidad de encontrar un lugar donde poder jugar a fútbol en verano, gratis, y sin malos rollos fue una sorpresa y una suerte». Precisamente el de La Rioja destacó la carencia de espacios de Barcelona: «Aluciné bastante que un lugar de fútbol como es Cataluña no tuviera en su capital campos de fútbol, o fútbol sala como mínimo, para poder practicar el deporte en la calle, sí que vi canchas de baloncesto, pero nada de fútbol».

Èric A.D. es una de estas personas que ha utilizado el campo para poder jugar a fútbol durante el verano: «Cuando acabamos la temporada no hay un lugar donde jugar, todos están cerrados o se tienen que alquilar por horas». El jugador Barcelonés destaca el buen ambiente del campo cuando se producen estos partidos: «Nunca ha habido ningún problema. Tú llegabas, te organizabas un equipo e ibas rotando en formato triangular, además la gente de los graderíos que venía a pasárselo bien daba mucho colorido y era realmente gracioso«.

Èric pone énfasis en el espíritu recreativo de los partidos: «No competíamos por ningún escudo, por nada, había gente con camisetas diversas, si tenían, claro, y al final allá estábamos todos por amor al fútbol, no por nada más, a menudo veías a uno que había jugado contra tú abrirse una cerveza o fumándose un cigarrillo en la banda al acabar el partido, esto es impensable en ningún otro lugar«.

En este aspecto también se pronuncia Jan Bifolco, periodista italiano de ascendencia catalana, que también quiere hacer valer el buen ambiente reinante: «Es fantástico poder jugar libremente en este campo. Es un lugar de reencuentro y te da la posibilidad de jugar con jóvenes de todo el mundo que comparten esta gran pasión contigo».

El campo de fútbol del Vall d’Hebron el verano de 2020

Muchas veces el mundo del fútbol va engalanado de una profesionalidad estremecedora, incluso el amateur, controles, pesajes, dietistas, en el campo del Vall d’Hebron todo esto importa poco. Cómo destaca Eric A.D.: «No había ninguna premisa básica, podía jugar todo el mundo, fuera negro, blanco, no había estereotipos, encontrabas gente muy buena jugando y también podías encontrar gente más mala, pero nos lo pasábamos bien y hacíamos deporte, que es lo que realmente importa».

Eneko, el jugador de La Rioja, ha querido rememorar sus conversas con la gente que participaba: «A ver, digamos que yo muy bueno no soy, pero durillo sí, y a veces me lo decían ‘Cabrón, qué viaje me has pegado‘ pero la verdad que el ambiente era maravilloso, salías del campo y un chico con un patinete te preguntaba de donde eras, o te intentaban fichar para su equipo, era como un fútbol de barrio elevado a su máximo nivel».

El Ayuntamiento y la Fundación Marcet no ven este aspecto lúdico

Pero no todo son valoraciones positivas, desde el Ayuntamiento y de la entidad gestora, Marcet, no comparten la visión tan idílica de los diferentes jugadores y forofos que utilizan el campo de forma clandestina, y el Distrito de Horta-Guinardó ya está buscando una solución junto con la Guardia Urbana y la Fundación Marcet, la empresa gestora del campo. Fuentes municipales confirman al TOT Barcelona el malestar de la gestora: «Estas personas entran sin autorización, y en horario de cierre de las instalaciones, y tienen una actitud incívica y ensucian el espacio«.

Una afirmación que el periodista Jan Bifolco no comparte: «Por lo que yo he visto y vivido, lo único que se hace aquí es jugar a fútbol de manera cívica. No he visto en ningún momento comportamientos equivocados».

De momento, pero, todos los amantes del fútbol podrán seguir disfrutando de este error del sistema, y acceder al recinto para disputar sus partidos y poder hacer hermandad.

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