Quien no se ha encontrado nunca nadie en Gràcia o Sant Andreu defendiendo su identidad, para muchos algo que sobrepasa las fronteras de Barcelona. El septiembre pasado ya demostraron por qué lo dicen, llenando el Nou Sardenya para ver una victoria clara del Europa contra el Sant Andreu. Este domingo, los andreuenses buscarán la revancha como locales en un Narcís Sala lleno a rebosar. Efectivamente, no es un partido más. Lo dicen los números: entradas agotadas y más de 6.000 personas en la grada. Es el otro derbi de Barcelona, el derbi del Pla de Barcelona. El Sant Andreu – Europa se ha convertido en un símbolo de estas dos barriadas, una manera de reivindicar aquel pasado que fue tragado por la gran Barcelona, el talante político heredero del Corpus de Sangre o de la Revuelta de las Quintas. Ahora bien, más allá de antiguas reivindicaciones, si el derbi continúa vivo es también por una rivalidad que no es histórica, pero sí va camino de serlo.
Sant Andreu y Europa son pioneros en Cataluña y el Estado. Los dos disfrutaron la suya época dorada hacia el 1920, coincidiendo con la dictadura de Primo de Rivera. Es la época de los «grandes estadios», un momento en que la gente no podía expresarse y, por lo tanto, iba a los campos para desfogarse. El Europa es quien más la disfrutó », compitiendo codo a codo con el FC Barcelona y superando en socios al Espanyol. Menos suerte tuvo el Sant Andreu, que una mala racha de resultado lo alejó de la primera división catalana –no existía la liga española– que tanto disfrutó en 20. Los dos van haciendo vía, primero con Primo de Rivera, después con la república e incluso sobreviven a la dictadura. Y en estas épocas, de rivalidad, jefe ni una. ¿Cuando empiezan, pues, las diferencias? El TOT Barcelona sienta en la tribuna del Narcís Sala a Xavier Vidal y Jordi Petit, historiadores de Gràcia y Sant Andreu respectivamente, para poner luz.

Dos clubes amigos
El talante social y político de Gràcia y Sant Andreu es prácticamente el mismo. Dos poblaciones anexionadas en Barcelona el 1987, de clase obrera y mayoritariamente catalanistas. Y hasta hace poco, amigos futbolísticos. Los historiadores recuerdan que Sant Andreu y Europa siempre se habían «llevado bien». «El año 1994 la primera jornada de Segunda B, Europa-Levante se juega en el Narcís Sala», dice incluso Vidal. Jordi suma otra anécdota a la causa: «Durante la década de los años 1920, hay un jugador del Sant Andreu, Joan Coca, que pide dinero por unos problemas familiares y el Europa organiza partidos por su cuenta para ayudar a la causa«. Aquellos años, dicen, había los rifirrafes «típicos del fútbol», pero en ningún caso se hablaba del derbi en los términos de ahora.
Es más, Europa y Sant Andreu siempre han tenido sus propios rivales históricos. En el caso del Sant Andreu, «el otro equipo» siempre ha sido la Fabra y Coats, equipo que jugaba donde ahora hay el Club Natación Sant Andreu hasta que el Barça lo compró para convertirlo en su filial. «El primer año todavía quedaba un poco de ‘pique’, pero después el Barça se lo lleva al Miniestadi y se acaba todo, nos quedamos sin rival», dice el historiador andreuense. Por su parte, Vidal enumera una larga lista de rivales en la que en ningún caso sale el Sant Andreu. Se queda con la época contra el Sants de los años 50. «Todo empieza con el fichaje del entrenador italiano Mario Anchisi por el Sants. Aquel Sants jugaba de escándalo y el Europa lo fichó al año siguiente. Se llevó cinco o seis jugadores del Sants hacia el Europa, cosa que no hizo gracia en Sants. Mi abuelo estuvo en aquellos partidos y me dice que nunca ha vivido nada como aquello. Incluso los jugadores del Europa no se atrevieron a cambiarse en el campo del Sants», comenta el de Gràcia.

El punto de inflexión
Los dos clubes continúan asemejándose más del que uno puede pensar. En la grada, los grupos de animación vinculan fútbol y política y los dos “comparten ideología”: “En ambas gradas verás una estelada”, citan los historiadores. ¿Cómo se explica, pues, que en clubes con más de 120 años de historia, sin agujeros negros y simpatías compartidas, haya habido espacio para aflorar una rivalidad deportiva de tal magnitud? Ambos historiadores coinciden que existe un “punto de inflexión” el 11 de noviembre de 2007. Una fecha digna de entrar en la Wikipedia y clave para entender esta rivalidad, que no es una histórica, sino más bien una cosa engendrada por el ‘millennials’.
El 2007 aparece una pancarta en el Narcís Sala de un lobo vestido del Sant Andreu con un cuchillo que “amenaza” un cerdo del Europa. “Antes, apenas había un poco de rivalidad porque unos son el pueblo y los otros la villa. Pero hasta entonces era muy anecdótica y este hecho lo cambia todo”, argumenta por el lado graciense, Xavier Vidal, que ve el inicio de todo en “aquellos foros” de los 2000 que supusieron el embrión del que ahora conocemos como redes sociales. “Aquel año se fue calentando el ambiente allá, y de los ordenadores saltó a la grada, con la famosa pancarta”, concluye.
En la otra banda, el relato de Jordi Petit es poco más o menos el mismo. “El Europa rompió relaciones”, recuerda años más tarde. Después de la pancarta, que centró portadas y titulares cuando Sant Andreu y Europa no interesaban más que a sus forofos, el expresidente del Barça y entonces máximo accionista del club andreuense, Joan Gaspart, llamó a la directiva del Europa para disculparse. Y el Eskamot quatribarrat, el grupo de animación andreuense –ahora extinguido– que sacó la pancarta, si bien reprochó a los dirigentes del Europa sus declaraciones posteriores, también se defendió en uno de los foros alegando que el dibujo se hacía en tono “irónico” coincidiendo que el partido se jugaba el día de Sant Martí, día de la tradicional matanza del cerdo.

Malgrat estos y otros intentos de poner paz, “después de aquello vinieron tres o cuatro años sin buena sintonía entre directivas”, recuerda Petit. Años que sirvieron para fortalecer todavía más la rivalidad. Es más, por este mal ambiente los clubes dejaron de jugar la Copa Barcelona, una competición a partido único entre ambos equipos que se hizo entre 2004 y 2006. “El 2011 todo se recondujo cuando el Europa invitó el Sant Andreu al Trofeo Vila de Gràcia”, exponen los historiadores, que recuerdan que detrás la tormenta siempre llega la calma.
El boom social alimenta la rivalidad
La tensión de la década pasada ha derivado en una historia de amor al fútbol romántico y de identidades propias. Quien días pasa, año empuja. O en términos futbolísticos, ‘patapum parriba’ y a seguir. Si las enganchadas en los foros de los años 2000 son el nacimiento de esta rivalidad, la polémica del 2007 es la adolescencia y ahora empieza la madurez. El partido de domingo hace entrar la historia de ambos equipos en una nueva dimensión. Más de 6.000 personas llenarán el Narcís Sala y situarán Sant Andreu y Europa como los dos equipos que luchan contra el fútbol moderno, el fútbol-negocio. Pero también sitúa Gràcia y Sant Andreu como dos barrios que mantienen una identidad propia en la Barcelona más internacional.

Sentados en el Narcís Sala, ilusionados por el que tiene que venir, los dos historiadores reconocen que los clubes han reavivado socialmente, gracias en parte al impulso de la gente joven. Este hecho, dicen, ha sumado gente entregada al club y a la causa y también, pues, a la rivalidad. “Durante muchos años el Europa ha vivido de espaldas a Gràcia. Se pensaban que para ser del Europa lo tienen todo hecho en la Vila, y esto no es así. Pero la creación el 2013 de los Eskapulats y una nueva mentalidad de la directiva ha abierto el club a la villa”, resume Vidal. En el lado cuadribarrado, Petit también celebra el acercamiento del club al pueblo. Un club que unos empresarios brasileños estuvieron a punto de liquidar y que ahora suma más de 3.000 socios. Tal como pasa en Gràcia con los Eskapulats, en Sant Andreu los Desperdicis han acercado gente joven al Sant Andreu. “Es un grupo como los del Rayo Vallecano y el Bilbao (Herri Norte Taldea y Bukaneros), implicados social y políticamente, hecho que empatiza con mucha gente joven”, explica.

Pero hay más. Los dos coinciden que la juventud –y no tanta juventud– ha vuelto a campos como los del Sant Andreu y el Europa hartos de la deriva del fútbol de élite, hundidos bajo un entramado «empresarial» muy fuerte que en cierto punto lo ha «desvirtuado». «Para nosotros llenar el campo es noticia. ¿Cuántas personas van a los campos de segunda? En Girona, que ahora está de moda, cuando subieron a segunda iban 500 socios«, dice Petit. «Lo que pasará domingo es muy grande, es histórico». «Carajo, dime qué otro espectáculo deportivo en Barcelona congrega 6.000 forofos!», reafirma Vidal, convencido que si el Narcís Sala fuera de 12.000 sillas, «también las llenaríamos». Hace diez años quizás con media entrada vendida valía. Ahora ya no.