Los requisitos que la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) especifica en el reglamento para la próxima temporada, publicados este martes, complican aún más el objetivo del CE Europa de jugar en el Nou Sardenya con césped artificial. El reglamento apunta la obligatoriedad de «disponer de un terreno de juego de césped natural para la disputa de todos los partidos oficiales» en la Primera Federación y que «esta obligación se hará exigible al final de la primera vuelta de la competición y, en todo caso, antes del 15 de enero de 2026» para los equipos recién ascendidos, como es el caso del Europa.
La normativa también establece un estadio «con capacidad mínima de 3.000 espectadores y gradas perimetrales en todo el estadio», si bien en este caso, y a diferencia de la regulación del césped, sí que «se tendrán en cuenta posibles impedimentos urbanísticos o de configuración del espacio disponible».

El club de Gràcia aún no ha recibido confirmación oficial, pero prepara una reunión con los socios la semana próxima para explicar cómo está la situación. Directivos del Europa se reunieron la semana que viene con la RFEF para explicarles la particularidad del Nou Sardenya y aseguran que salieron optimistas. Un optimismo que se reduce a medida que pasan los días, con la mayoría de clubes de la categoría en contra de hacer una excepción.
Tanto el club como el Ayuntamiento de Barcelona, encabezado por el concejal de deportes David Escudé, insisten en las dificultades económicas y logísticas para realizar los cambios que exige el organismo español y piden alargar la moratoria al menos durante la próxima temporada. El otro club en el Estado en una situación similar es el Arenas de Getxo, aunque los vascos no tendrían problemas logísticos para hacer el cambio si la RFEF se lo exige, según explicó el mismo presidente en Tot Barcelona.
Problemas logísticos y económicos
La losa de cemento que separa el césped del aparcamiento de abajo obligaría a elevar un par de palmos el terreno de juego para que el césped pueda arraigar sin problemas, lo que implica levantar al mismo tiempo la gradería del alrededor. Una obra «faraónica», describía semanas atrás en el Tot Barcelona el presidente del CE Europa, Hector Íbar.
Los problemas urbanísticos se suman a las dificultades logísticas que implicaría un cambio de césped. El Europa tiene una veintena de equipos en el fútbol base que no podrían entrenar en el Nou Sardenya habitualmente, para no dañar el césped. Este hecho obligaría al club y al Ayuntamiento a buscar nuevos espacios en una ciudad con pocas infraestructuras deportivas y muy masificadas.