El CE Europa y su afición han dejado claro que no se irán de Gràcia. Los problemas para adaptar el Nou Sardenya a los requisitos de la Primera RFEF y la negativa del resto de clubes a aceptar cambios en la normativa complican la operativa, pero desde el club confían en ampliar la moratoria que les permita, como mínimo, disfrutar tranquilamente de la primera temporada en la competición. En la historia reciente del club, sólo han tenido que irse forzosamente un par de temporadas. La última, cuando el Ayuntamiento construía el Nou Sardenya.
El Europa jugaba en la Tercera División, el equivalente entonces a la cuarta categoría estatal, durante las obras del nuevo estadio. Los partidos como local se jugaban en el Guinardó, en el estadio del FC Martinenc, pero una temporada exquisita, con 19 victorias en 39 partidos, situó al Europa tercero del grupo quinto para acabar certificando el ascenso en un play-off contra el Valencia. La instalación del Guinardó era apta para la Tercera División, pero no para el salto de categoría. Así que el Europa se exilió a Horta.
El Feliu i Codina de Horta era el estadio que reunía más requisitos del entorno, pero tenía un hándicap relevante. El terreno de juego era de tierra. “Al comenzar la liga aún no se tenía el permiso de la RFEF, así que el club debía ir preguntando a todos los rivales si estaban dispuestos a jugar sobre tierra”, explica años más tarde el historiador de Gràcia y seguidor del Europa, Xavier Vidal. El primer visitante, el Levante, de Valencia -ascendido recientemente a Primera División, pero hace 30 años en la Segunda B- parecía que no pondría pegas, pero un cambio de opinión a última hora provocó que el partido se jugara en el campo de su máximo rival actualmente, el Narcís Sala de la UE Sant Andreu. Antes, cabe decir, la rivalidad no era tan alta como la que se ha visto en los últimos años entre las dos aficiones.

El primer partido en Segunda B, en Sant Andreu
“Cuando faltaban dos días para el partido, el club valenciano cambia de opinión y dice que no jugará sobre tierra. El Europa tenía un problema, y ¿quién se ofreció? El Sant Andreu. Así que el primer partido del Europa en Segunda B fue en el Narcís Sala. Fue perjudicial, el partido cambió en pocas horas de ubicación, de horario, fue un perjuicio claro para la afición”, comenta Vidal en una conversación con el Tot Barcelona. El Narcís Sala entonces tenía césped natural y sirvió de escape para el conjunto de Gràcia. El Levante acabó imponiéndose por cero goles a dos. Al final de temporada, el Europa descendió a tercera y el Levante terminó subiendo al fútbol profesional.
El resto de equipos no fueron tan exigentes como el Levante y, a pesar de que en Gràcia no recibieron el visto bueno de la RFEF para jugar sobre tierra hasta meses después, los clubes no pusieron problemas. En todo caso, la estabilidad de jugar en Horta como local, sin tener que buscar en extremis campos alternativos, no sirvió al Europa para mantener la categoría.
El Europa sólo ganó cinco partidos como local, dos de ellos con la liga casi terminada, cuando ya no había opciones claras de salvación. Y como visitante sólo sumó dos alegrías. Sumó un total de 21 puntos insuficientes y se quedó a 12 de la salvación. “Fue una temporada desastrosa, no se hizo un equipo como Dios manda y volvieron a bajar”, resume Vidal, que no recuerda el exilio de Gràcia como el detonante de los males del Europa aquella temporada.

El caso similar del Cornellà
Experiencias similares, y mucho más recientes, como las del Cornellà en su paso por la Primera RFEF, que llegó a jugar en cuatro estadios diferentes porque su campo no cumplía los requisitos de la federación, sí han demostrado que no jugar en casa puede acarrear problemas deportivos. El periodista deportivo y corresponsal en Cornellà de Mundo Deportivo, Rubén Martínez, explicaba hace unas semanas en el TOT que no jugar en Gràcia “puede pasar factura mentalmente” a los jugadores, porque juegas media temporada “con la incógnita de saber qué pasará después y eso el jugador lo nota”.
En todo caso, Martínez insiste en que la masa social del Europa, más activa que la del Cornellà, es un aspecto que suma a favor del conjunto de Nou Sardenya, que mantendrá con toda probabilidad a los socios de este año y ha dado continuidad a los responsables deportivos del ascenso. En Gràcia sabrán este junio si la RFEF flexibiliza su postura de instalar sí o sí césped natural en el Nou Sardenya, un paso clave para continuar definiendo la estrategia del club.