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El caso del Cornellà: el equipo nómada que no sobrevivió al cambio de césped

El CE Europa ha acelerado su trabajo para completar la próxima temporada en el Nou Sardenya. El club es consciente de que la normativa le obliga a instalar césped natural en el estadio para jugar en la Primera RFEF y también conoce las limitaciones técnicas de su campo. La moratoria de la RFEF es de solo seis meses -la primera vuelta de la temporada- pero la junta directiva ha movido ficha para intentar cambiar la regulación o, si no es posible, ampliar el período de excepción. La normativa, muy criticada por los clubes más modestos del fútbol español, intenta acercar la categoría de bronce a los niveles de exigencia del fútbol profesional, pero choca con la realidad del fútbol popular: clubes modestos con pocos ingresos e instalaciones antiguas.

No poder cambiar el césped puede convertirse en un dolor de cabeza, tal como demuestra el caso de la UE Cornellà. El club metropolitano logró ascender a la tercera categoría nacional, pero chocó con la inflexibilidad de la norma y disputó sus partidos como local en cuatro estadios diferentes. Un conglomerado de desgracias que ha engrosado los problemas de un club que tocó la gloria hace tres años, pero que ahora acumula dos descensos consecutivos. El periodista Rubén Martínez, especializado en fútbol catalán y corresponsal de Mundo Deportivo en Cornellà durante la etapa en Primera RFEF, cree que este caso ejemplifica las consecuencias de no poder cumplir con una normativa exigente. «Primera RFEF te exige mucho futbolísticamente, pero también en el ámbito empresarial y económico. Te dan ayudas, pero tienes jugadores semiprofesionales o profesionales, que piden mucho dinero. Y a esto se le suma viajes muy largos. Por muchas ayudas que tengas, el club tiene que costear muchos gastos igualmente», detalla el experto en una conversación con el Tot Barcelona.

El Cornellà pudo disputar un partido de Copa del Rey contra el Atlético de Madrid pero no los partidos de liga en Primera RFEF | ATM / Europa Press

El Cornellà terminó su periplo por la Primera RFEF -después de dos temporadas- 18º con 35 puntos, a 8 de la salvación. Un fracaso que se fue consumando mientras mendigaba estadios por toda Cataluña. Su campo no cumplía con los requisitos de aforo y tampoco el césped natural era una ventaja por el gran número de equipos que tiene el fútbol base. Así que el Cornellà jugó en el RCD Stadium, en la ciudad deportiva del Espanyol (Sant Adrià), en el campo municipal de Gavà y en Palamós. Cuatro estadios en solo un año. «El Ayuntamiento de Cornellà medió con el Espanyol para que jugara allí una temporada, pero después hubo problemas extradeportivos entre el club y la institución -que aún no han quedado muy claros- y el Espanyol decidió terminar con el acuerdo. El Cornellà pasa a jugar en Sant Adrià, pero cuando coincidía con algún partido del fútbol base del Espanyol, obviamente, la prioridad eran los equipos blanquiazules», explica Martínez.

La segunda temporada en la categoría fue similar. «Gavà era una opción que se contemplaba al inicio, pero el Ayuntamiento no estaba dispuesto a ayudar al Cornellà porque allí también jugaba el equipo de Gavà. Y esto sumarle que las instalaciones tampoco eran las más adecuadas para jugar en Primera RFEF. El único campo que cumplía todos los requisitos con creces era en Palamós, pero también hubo algunos problemas: robaron el cobre de las instalaciones y no hubo luz un tiempo. Los contratiempos en Palamós hicieron que el Cornellà jugara un par de partidos en Gavà», termina de explicar el periodista deportivo. En resumen: en un año, cuatro estadios diferentes y una afición mareada.

Celebración por las calles de Gràcia de los equipos de Europa, que intentará jugar en Primera RFEF con césped artificial | Jordi Play

«El Europa no es el Cornellà»

«Pero el Europa no es el Cornellà», remarca Martínez. El periodista cree que el conjunto de Gràcia «no lo tendrá nada fácil» y que, si no consiguen ampliar la moratoria a todo el año, «les puede pasar factura mentalmente». «Porque juegas media temporada con la incógnita de saber qué pasará después y eso el jugador lo nota». En todo caso, los dos clubes son diferentes y el Europa puede aferrarse a su masa social. Martínez recuerda que el club escapulado tiene una de las aficiones con más identidad del fútbol catalán y que este aspecto «puede ayudar a superar mejor las adversidades».

De hecho, el equipo de Gràcia no ha parado de sumar socios en los últimos años. Tres temporadas atrás, con el ascenso a la Segunda RFEF, recibió el primer impulso y superó el millar de carnets. Los dos años en segunda han certificado el ascenso social y el club se ha instalado en los 2.237. La imagen en los derbis contra el Sant Andreu, con el cartel de entradas agotadas en ambos campos, y el crecimiento mediático son otros ejemplos de cómo ha crecido el interés por el club, que también se ha acercado a la Vila de Gràcia. Desde el club se mantienen optimistas, al menos con la ampliación de la moratoria, y confían en ganar tiempo para convencer al resto de clubes y a la RFEF del cambio de normativa.

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