El niño de ocho años que se quemó las manos cuando estaba en la escuela podría haber sufrido una «inmersión forzosa» en agua caliente, según los primeros informes de un médico pericial que ha contratado la defensa de la familia. El bufete de abogados que les lleva el caso detalla en un comunicado, recogido por Europa Press, que la palma de la mano, una área de piel gruesa, está «severamente quemado», por lo cual la familia cree que los monitores sumergieron las manos del menor en un «líquido caliente durante cierto tiempo». En este escrito, la abogada de la familia dice que para provocar este tipo de heridas es necesario estar varios minutos a 45-50 grados y ve «menos probable» que estemos hablando de un accidente.
Desde el bufete recuerdan que el niño, diagnosticado de un Trastorno de Espectro Autista (TEA), es sensible a los estímulos externos y que «siempre, instintivamente» retira las manos cuando el agua sube o baja de temperatura. «A la vista del relato de los informes periciales, solo podemos concluir que estamos ante un castigo medieval sin ningún indicio de humanidad», dice la representante de la familia, que mantiene que las lesiones físicas son «gravísimas» pero que les preocupa sobre todo las «psicológicas», que son, dicen, «devastadoras».
Ingresado en la UCI
Los hechos se remontan al pasado 15 de enero, cuando el niño estaba en el comedor de la escuela y se hizo caca encima. La escuela defiende que los monitores llevaban guantes de látex en el momento de los hechos –por eso no notaron la temperatura, alegan– y que, fruto de la resistencia del niño, el grifo se desplazó junto a agua caliente.
El niño fue operado de urgencia en el Hospital Vall de Hebrón y fue ingresado posteriormente en la UCI del centro. El niño ha recibido diferentes operaciones con injertos de piel. Por todo ello, la familia defiende que los hechos no se pueden considerar un accidente y la síndica de greuges ha abierto una investigación por su cuenta.
