El año 1885 -cuando Barcelona todavía no había anexionado los pueblos del Pla-, la familia Ramos abre la primera de las tiendas que tendría en la Vila de Gràcia. Hoy, solo 11 años separan esta tienda histórica de Gracia de celebrar su 150.º cumpleaños. Y la María Eugènia Ramos es, de momento, la última persona de la alcurnia Ramos que mantiene la zapatería abierta, una zapatería que ejemplifica la resistencia de una Vila que, como ya hizo el 1870 durante la revuelta de las quintas, quiere resistir contra el temporal. Calzados Ramos es uno de estos símbolos de Gràcia que aguantan la embestida de la gentrificación, tal como hizo el campanario de Gràcia (La Mariquita) con los cañones del ejército español.
Calzados Ramos nació en 1885, con el abuelo de la actual propietaria como cara visible del establecimiento. Maria Eugènia Ramos destaca que su abuelo se especializó en zapatos a medida, un hecho que hacía que viniera gente de todo los pueblos del Pla o de Barcelona a hacerse unos zapatos a la Vila de Gràcia. Un pasado que sigue presente en la tienda, puesto que hay el pozo donde se abocaban los zapatos que no servían; un pozo que ahora está tapiado para dar más espacio al almacén de la tienda y que la heredera de calzados Ramos lamenta que «tengo cuatro cosas, pero podría tener muchas más». «Hay cosas que ahora te sabe mal de no haberlas guardado. El único que tenemos es la forma y los martillos. Y ya está».
De hecho, Calzados Ramos llegó a Gracia cuando el Mercado de la Libertad todavía no se había construido. «Cuando se situó la tienda, el mercado no estaba. Entonces, en la plaza vendían las campesinas».

Una Gràcia que ha cambiado
El año 1897, 12 años más tarde de la fundación de Calzados Ramos, la Vila de Gràcia perdió su independencia junto con les Corts, Sant Martí, Sant Andreu, Sant Gervasi y Sants. Pero no es el único cambio que ha experimentado Gracia. En los alrededores de Calzados Ramos y el mercado de la Llibertat se han producido cambios en los comercios. Las oficinas de La Caixa y de Caixa Catalunya han dado a un gimnasio y a un bazar, mientras que los pollos que vendía Joan Josep -a la esquina con la calle de San Cristóbal-, la bacallaneria Batalla o la venta de huevos al por mayor que se encontraba junto a Calzados Ramos han desaparecido. Un cambio en el espacio comercial de Gràcia, tiendas de toda la vida que han desaparecido.

El comercio de barrio ha cambiado y la María Eugènia Ramos lo lamenta: «Yo creo que se irá perdiendo, desaparecerá al final. Mucha gente está muy a gusto aquí, vienen, nos dicen «dame la tarjeta porque yo volveré», y se encuentran a gusto, pero cada vez compran más por internet…». Ramos explica que en su tienda le van bien las cosas, pero «cada vez para poner una tienda de barrio es más complicado», «mira si se han cerrado tiendas, se han cerrado zapaterías que no lo dirías nunca, este año se han cerrado la tira de cadenas de zapaterías, pero muchas, muchas, muchas. Entonces se han quedado las pequeñas y ya está».
La oleada de cierres en Gràcia, como el Goliard o la bacallaneria Ros son algunas de las últimas bajadas de persiana que han azotado la Vila, y Ramos señala que «te da mucha pena, porque dices que son lugares de toda la vida» y destaca que un negocio es un trabajo muy esclavo, puesto que hay impuestos, una dependencia, gastos, y «hay gente que no puede y la gente que ya tiene cierta edad, se jubila. Y el que no, cierra». «Son muchas horas y mucho trabajo para ganarte un sueldo normal», explica la María Eugènia.

Gràcia y Calzados Ramos, un gran binomio
«A Gràcia le costará mucho perder la esencia. La gente todavía está muy arraigada, no sé si es porque hay los mercados, la gente del alrededor es muy de pueblo, de Gràcia.» Ramos sí que lamenta que «ahora no tiene nada que ver con la de hace unos años, no es la Gràcia ni mucho menos, pero todavía hay aquel hilo que todavía está. Hay señoras que vienen expresamente, vienen expresamente de fuera, porque dicen que me encuentro a gusto, la gente es cómo de un pueblo».
Una Vila de Gràcia que es muy importante para la familia Ramos. «Para nosotros Gràcia lo ha representado todo», señala Maria Eugènia, que explica que «yo nací arriba (en el piso sobre la tienda), toda la vida he estado aquí, mis amigos están aquí, es todo. Para mí Gràcia es todo. Quiero decir, me sacan de Gràcia y yo me muero».

La tienda de la plaza de la Llibertat no ha sido la única que han tenido en Gràcia, en la calle Gran y en la Travessera de Gràcia también abrieron tiendas, a pesar de que no sufrieron la misma suerte que la de la plaza de la Llibertat, una tienda que en gran parte disfrutó de gran éxito en parte por la ‘Señora Teresa’, la madre de Maria Eugènia Ramos. «Mi madre disfrutó un montón, vino de fuera y vivió aquí toda su vida, con 96 años, que se fue y estuvo aquí, sentada en la tienda», explica su hija. «Mi madre los decía a las clientas, sentaremos, hablaremos, no hace falta que compre. Y esto después ha estado cómo que la gente lo ha devuelto porque todo el mundo viene, pregunta por ella, todo el mundo se encuentra a gusto, gracias a Dios tenemos trabajo».
El futuro de Calzados Ramos
‘Solo’ quedan 11 años para que Calzados Ramos llegue a su 150.º cumpleaños. Un cumpleaños que podría vivirse gracias a la cuarta generación de la familia Ramos. «Yo creo que durará, porque yo creo que Joan Ramon o el Marco (sus hijos) se harán cargo, más Joan Ramon que el Marco» explica Maria Eugènia, una María Eugènia que señala que «mira que yo tengo años, ya, que podría estar muy jubilada, pero a mí me gusta, me da vida. Pasas dolor de cabeza, pero también me gusta, y poses en una balanza una cosa y la otra y piensas: «no, es que a mí me gusta»».
