La trayectoria de vida de un cine se podría trazar a través de la primera y la última película que se proyectaron. En el caso del histórico cine Rex, ubicado en la Gran Vía de las Cortes Catalanas, entre las calles de Calabria y Rocafort, el bautizo fue EL 24 de diciembre del 1940 con
Sin embargo, el caso de esta sala icónica es peculiar: 13 años después de la última proyección, el esqueleto del Rex resiste de pie en el mismo emplazamiento. A diferencia de la mayoría de cines cerrados en las últimas dos décadas, la crisis del sector que propició la clausura de estas instalaciones propiedad del grupo Balañá no se tradujo en su derribo o reconversión, sino que dejó el espacio en una especie de punto muerto que ha acelerado su degradación, camuflándolo entre los imponentes edificios que presiden la Gran Vía en esta parte de la Nova Esquerra de l’Eixample. Los grafitis llenan actualmente tanto el espacio donde antes se anunciaba la película entonces en proyección como buena parte de la fachada, que luce de un color ocre roto que evidencia su estado de abandono.

El cine ha persistido inmóvil todos estos años, como si esperara la oportunidad de una nueva vida que le devuelva a su esplendor original o el golpe de gracia final que lo acabe de convertir en escombros. La antigua sala, sin embargo, no solo se encuentra hoy en día todavía presente en cuerpo, sino que en cierto modo también lo hace en alma a través de la película

Homenaje silencioso a la Barcelona que desaparece
La presencia de la sala en la película solo dura cinco minutos. El protagonista acude al cine siguiendo el rastro de una fotografía y con el objetivo de encontrarse con una antigua pareja, que trabaja como acomodadora. La escena muestra la fachada principal con el cartel del film

La grabación de la escena no fue fácil. El equipo tuvo que rodar por la noche y tuvieron que pelearse con el grupo Balañá para conseguir los permisos correspondientes, pero la directora del film tenía claro que el escenario de este diálogo tenía que ser esta sala de la Gran Vía. «Necesitábamos un lugar que permitiera al personaje hacer este cambio. El Rex era uno de los cines más bonitos de la ciudad y su estética de los setenta -lo reformó el interiorista Antoni Bonamusa en 1969 cuando pasó a manos de la familia Balañá- tenía un punto nostálgico que nos encajaba con la trama. Viví durante una época muy cerca e iba a menudo, así que fue también la manera de hacerle un homenaje» explica Ripoll en una conversación con TOT Barcelona.

Aprovechando la ocasión, la directora de la película quiso dejar inmortalizada para la posteridad una de sus salas preferidas para evitar que pudiera caer en el olvido si algún día se confirmaba el pronosticado cierre, que se produciría solo cuatro años después del estreno del film. «Nos pasó una cosa parecida con el cine Urgell, donde grabamos varios spots justo unos días antes de su cierre. Siempre he intentado que espacios como estos de la Barcelona que se está perdiendo queden documentados de alguna manera porque la memoria de la gente se va, pero los films se quedan», asegura la cineasta. Ante la situación de parálisis que vive el Rex, Ripoll apunta que todavía hay cabida en la ciudad para salas independientes que consigan hacer del cine y de los estrenos un acontecimiento, una experiencia que la gente esté dispuesta a pagar para vivir.

En este sentido, hay que recordar que esta sala ya fue pionera transformándose durante la segunda mitad del siglo XX en una sala de arte y ensayo y también en sus últimos años acogiendo varios festivales como el In-Edit Barcelona o el Festival de Cine Asiático de Barcelona (BAFF).
Un encaje urbanístico de difícil solución
El desenlace de este histórico cine parece por ahora lejos de esclarecerse. Según avanzó
Esta condición no permite que el grupo propietario pueda construir pisos en este terreno, pero sí que da vía libre a la reapertura del cine, siempre que no se introduzcan modificaciones significativas en la estructura arquitectónica de las instalaciones. A preguntas del TOT Barcelona, el grupo Balañá ha preferido no hacer ninguna declaración respecto al futuro de la sala ni sobre su mantenimiento durante estos casi 14 años de cierre.

La otra posibilidad para desencallar la situación sería que el Ayuntamiento apostara por expropiar el recinto y ubicar uno de los 30 interiores de manzana prometidos durante la campaña por el actual alcalde Jaume Collboni. Este escenario, sin embargo, parece también complicado porque el consistorio tendría que tener en cuenta a la hora de fijar el precio de compra la edificabilidad que habrían tenido los terrenos si no hubieran sido calificados de zona verde, hecho que hace subir considerablemente las cifras. Fuentes municipales apuntan en este sentido que por ahora no hay ningún movimiento previsto en esta línea para expropiar el espacio durante el mandato actual, de forma que si no hay sorpresas el Rex continuará con el tiempo parado al menos hasta el 2027.