El metro de Barcelona está de enhorabuena por la celebración del 65 aniversario de una de sus líneas. El 21 de julio del 1959 entraba en servicio de manera oficial la conocida entonces como línea II, la primera que se estrenaba desde los años 20. Lo hacía en un tramo que iba desde la Sagrera hasta Vilapicina y que con los años se acabaría ampliando hasta configurar el recorrido identificado en la actualidad como L5 (azul). Para conmemorar la efeméride, Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) ha compartido a través de las redes sociales un seguido de fotografías antiguas que nos trasladan al día de la inauguración para ver como se vivió en la época.
Esta línea primigenia discurría por un trazado de 2,2 kilómetros y tenía cinco estaciones: La Sagrera (antes Sagrera), Congreso (originariamente Viviendas del Congreso), Maragall, Virrei Amat (Virrey Amat) y Vilapicina (denominada inicialmente Vilapiscina). Según la información facilitada por TMB, el recorrido tenía en sus inicios 7 trenes de 2 coches motores con capacidad cada uno para 500 viajeros. Los vehículos eran de la serie 600, la más nueva en aquel momento de toda la red de metro y una versión reducida de los de la serie 200 y 400, pero adaptada al ancho internacional y con alimentación por catenaria de 1.200 voltios.
🔙🎂🚇El 21 de julio de 1959, ahora hace 65 años, entraba en servicio oficialmente la línea II del #metrobcn (hoy el L5🔵) desde la Sagrera hasta Vilapicina. Un año más tarde, se convertiría en la primera donde se puso en marcha un tren automático. pic.twitter.com/hwmnucox6v
— TMB (@tmb_barcelona) July 21, 2024
Pioneros a escala mundial
Las características de esta infraestructura crearon las condiciones ideales para que el operador se aventurara a probar, solo un año después de su inauguración, la aplicación de un sistema automático de conducción, la primera vez que esto se hacía a escala mundial en una línea de metro. Este primer ramal pionero se acabaría alargando hasta Horta en noviembre del 1967, ocho años más tarde de su estreno, y finalmente conectaría también con el tramo construido entre Sants y Collblanc, configurando el trazado final que ha llegado hasta nuestros días.
