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Último intento de los vecinos de la Bostik para parar el plan urbanístico

Han pasado los meses, una campaña electoral y un cambio de gobierno, pero, poco más o menos, el aroma que se respira alrededor de la Nau Bostik es el mismo que hace un año. Los vecinos más próximos al equipamiento quieren frenar el nuevo Plan de Mejora Urbana (PMU) de la Sagrera que el antiguo ejecutivo dejó listo antes de acabar el mandato y que tiene que servir para salvar el equipamiento. La última Comisión de Gobierno del mandato terminó el documento porque el actual ejecutivo lo tenga todo de cara para salir adelante el proyecto. La nueva reforma urbanística mantendría la nave y cuenta con el apoyo de las entidades presentes en este equipamiento y de la Asociación de Vecinos, que admite haber firmado un acuerdo «no vinculante» con el consistorio.

Ahora bien, a pesar de que el Ayuntamiento afirmó entonces que el plan es «fruto de un proceso participativo hecho con el vecindario y entidades del entorno», los vecinos de la zona niegan que se les hayan tenido en consideración. Un total de 11 comunidades de vecinos, correspondientes a 24 fincas y 654 viviendas, además de un grupo de familias de la escuela 30 pasos, han presentado estas semanas un documento de alegaciones en el cual indican su «rechazo total» en un plan que «crea» un equipamiento que «no es prioritario». En este escrito, al cual ha tenido acceso lo TODO Barcelona, mantienen que la iniciativa «no cuenta con el consenso vecinal que presume un grupo municipal» y detallan que solo se han producido «dos sesiones participativas en la primavera de 2022» y una última el 27 de marzo para «informar de las conclusiones» tomadas por el ejecutivo.

La Bostik es actualmente la sede de artistas y entidades culturales | Ayuntamiento
La Nave Bostik es actualmente la sede de artistas y entidades culturales | Ayuntamiento

Malestar con la fórmula escogida

Los vecinos críticos piden al nuevo ejecutivo que «no apruebe definitivamente la modificación del PMU del sector entorno Sagrera para la conservación de la Nau Bostik». Una demanda bastante explícita que la nueva regidora del distrito, la socialista Marta Villanueva, tendrá que analizar con calma. El cambio de sillas en el distrito es, de hecho, la principal esperanza de los vecinos de la zona, molestas con la «unilateralidad» de los anteriores responsables.

Lo hoja de alegaciones explica de pe a pa los motivos de la negativa vecinal, con un tono bastante crítico con los responsables políticos. «Esta nueva determinación representa la ignorancia de las necesidades de los vecinos del barrio», escriben en el documento que han enviado al Ayuntamiento. De hecho, uno de los elementos que se hace más énfasis es la forma en que se ha tramado el proyecto, el cual estos vecinos se atreven a calificar de «pelotazo urbanístico»; a parecer suyo, la empresa propiedad del espacio se ahorra los elevados costes de la descontaminación [de amianto] de la nave. Por otro lado, lamentan la elección de la forma urbanística adoptada por el ejecutivo –»una manera indigna de esquivar la aprobación de la Comisión de Urbanismo de Barcelona de la Generalitat»– y critican que se «haya aprovechado las fechas preelectorales para no someterlo a debate en el pleno del distrito de Sant Andreu». A pesar de todo, admiten que el Ayuntamiento en ningún caso ha cometido ninguna ilegalidad.

Detalle del muralismo en una pared de la Nave Bostik / ACN (Pau Cortina)
Las entidades actuales han cambiado la cara de la equipación, abandonado antes de su llegada | Pau Cortina (ACN)

El amianto y la edificabilidad vuelven a centrar el debate

Una de las principales quejas de la Asociación de Vecinos era que la Sagrera tiene pocos equipamientos para el barrio y que con la Nau Bostik se estaba desaprovechando una nueva oportunidad para ampliarlos. Esta queja tendría que quedar superada después de que el Ayuntamiento se comprometiera a finales de mayo a decidir los futuros usos de la nave «de manera consensuada» con la asociación vecinal y con «el resto de entidades representativas del barrio». Queda por ver si esta última definición integra o no las comunidades de vecinos que firman las alegaciones. En todo caso, el consistorio apuesta por consensuar con el AVV los usos «provisionales y definitivos» que finalmente se decida ubicar en la Nau Bostik y también el modelo de gestión y las actuaciones de rehabilitación que haya que hacer.

Menos suerte tienen los que reclaman que el barrio deje de crecer con edificios altos. Y es que, para salvar la Bostik, el Ayuntamiento admite en una nota que ha tenido que «reubicar en el entorno la edificabilidad prevista hasta ahora en los suelos de la propia nave». En otras palabras: los pisos que la Llave de Oro –constructora propiedad del suelo– no podrá hacer en el espacio de la Bostik, los tiene que poder hacer en otro espacio. Todo ello hará que los futuros edificios que se construirán en la calle de Garcilaso pasen de las 10 plantas previstas a las 12, y los de la plaza del General Moragues, de las 10 a las 14. «Se trata de vecinos afectados durante años por las obras de la estación ferroviaria, y a quienes se los dispondrá una barrera visual enorme que los privará no solo de la luz solar, sino del goce del resultado de las obras que han sufrido durante décadas», dicen los afectados en las alegaciones. Además, la hoja lamenta que la modificación del plan reduce el eje verde asociado al proyecto del Rec Comtal.

Fragmento de las alegaciones en que se lamenta la pérdida de espacio verde al barrio | Cedida
Fragmento de las alegaciones en que los vecinos lamentan la pérdida de espacio verde al barrio | Cedida

El último gran caballo de batalla, y seguramente el que más preocupa a los vecinos de la zona, es la gran cantidad de amianto que hay en los tejados de la nave. La hoja de alegaciones recuerda al Ayuntamiento el único estudio que se ha hecho es uno del año 2021. La antigua regidora del distrito Lucia Martín se comprometió, en el último encuentro con los vecinos e integrantes de la nave, a tener un nuevo estudio a «finales de mayo». Un estudio que las comunidades de vecinos del entorno ven «presumiblemente poco fiable, puesto que el consistorio ha aprobado la modificación del plan antes de conocer los resultados». Fuentes municipales admiten en este diario que están trabajando en los resultados del estudio, pero que todavía no pueden dar detalles.

La última esperanza

Mientras tanto, la política barcelonesa ha hecho un giro de 180 grados. El PSC ha recuperado el distrito de Sant Andreu y pretende abrir una nueva etapa. Los socialistas han sido contundentes con algunas de las últimas iniciativas de los Comunes a los barrios del distrito; por ejemplo, asegurando en campaña que darían marcha atrás con el sistema de recogida de residuos ‘puerta a puerta’. Indudablemente, ahora se tendrá que posicionar con claridad –y más gobernante en solitario– sobre un problema latente a la Sagrera. En este sentido, el nuevo ejecutivo dice al TOT Barcelona que todavía está «estudiando el caso». Un caso que ahora empieza (o no) de cero.

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