Era el año 1911 cuando abría sus puertas el Casino y Gran Hotel de la Rabassada, un complejo de lujo y ocio pensado para la burguesía barcelonesa y ubicado en Collserola. Se había erigido un edificio emblemático, completado con una zona de atracciones y un lago artificial. Sin embargo, el hotel había comenzado a funcionar mucho antes, en 1899, y se amplió en 1911 con el complejo de ocio. En total, 2,5 millones de pesetas, una auténtica barbaridad para la época, pero las expectativas de éxito eran muy elevadas. Sobre todo por su buena conexión con la ciudad, gracias a la apertura una década antes del parque de atracciones del Tibidabo, que tenía funicular. Además, el Casino disponía de coches para subir empresarios de la ciudad. El gran atractivo era el casino, pero también su gran restaurante con chefs venidos de París, orquesta propia, habitaciones de lujo y salones recreativos. También un parque de atracciones: La favorita de los visitantes era el Scenic Railway y el Water-Chute, cuyas barquitas caían por 65 metros de pendiente del 20% para llegar a un lago.

Todo para una sociedad en expansión económica. El hotel-casino se promocionaba así en la prensa: «Establecimiento de primer orden, a 400 metros sobre el nivel del mar y rodeado de frondosos bosques. La situación topográfica, desde el punto de vista pintoresco y sano, no tiene rival en Europa. Hospedaje desde 8 pesetas sin desayuno. Restaurante a la carta y cubiertos desde 5 pesetas«.

Interior del Casino de la Arrabassada

La ruleta, el gran atractivo del Casino

El Casino alcanzó gran renombre como centro de juego de la ruleta, donde parece que se perdieron grandes fortunas. La leyenda popular cuenta que incluso había una habitación reservada para empresarios que se habían arruinado y querían poner fin a su vida suicidándose. Se dice que era una manera de poder acabar dignamente para no tener que soportar la vergüenza de haber hundido a sus familias en la miseria.

Ahora bien, de momento solo es una leyenda, porque ni los suicidios ni la sala exprés han sido comprobados documentalmente. Pero en solo un año, con la prohibición por parte del gobernador de Barcelona del juego en 1912, el Casino cayó en desgracia y cerró. Hasta 1930 se mantuvieron abiertos el restaurante y el hotel, pero su historia terminó en 1930. Diez años después, el edificio fue demolido.

Hoy en día solo quedan en pie restos de paredes y columnas; algunas habitaciones medio destruidas; esculturas ocultas entre la vegetación; entradas y túneles; fosas cerradas, fuentes, fragmentos enteros de escalinatas y otros pequeños rincones, y forman parte del catálogo oficial de fincas singulares del Parque de Collserola.

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