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Un estudio de la UAB alerta que Barcelona podría superar los 42 grados

Los 40 grados que se alcanzaron el verano pasado en Barcelona podrían quedar en nada a finales de siglo. Un estudio del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB) alerta que las olas de calor serán más extremas si no se logran reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y prevé temperaturas superiores a los 42 grados en el interior de Barcelona y máximas de 45 en algunas zonas más interiores del área metropolitana. El estudio fija estas temperaturas teniendo en cuenta que las olas de calor pueden ser unos 6 grados más intensas a finales del siglo XXI.

Más allá de la temperatura que se puede llegar a alcanzar en episodios extremos, el informe también advierte que las medias subirán de forma considerable. El estudio, que recoge la ACN, prevé que las máximas aumenten unos 4 grados en Barcelona, mientras que la subida de las mínimas sería de 3,5 grados. La manera de evitar estas subidas es reduciendo de forma drástica el efecto invernadero, pero los investigadores temen que los conflictos internacionales continuarán escalando y que este aspecto no será prioritario. La conclusión es desoladora: para el año 2100, las emisiones de dióxido de carbono casi duplicarán las actuales, según las previsiones establecidas.

Turismo en el centro de la ciudad
El estudio alerta que Barcelona podría llegar a los 42 grados | Jordi Play

¿Qué provoca este aumento de temperatura en Barcelona?

En este contexto, Barcelona, como ciudad urbana y densamente poblada, tiene bastantes números para sufrir este aumento térmico. La alta absorción de radiación de los materiales artificiales y la escasa ventilación de los vientos regionales y de gran escala son algunos de los motivos que harán subir el termómetro, aclaran los investigadores. Estos aspectos afectan sobre todo a las zonas urbanas. Y en el caso de Barcelona, el mar Mediterráneo, que podría servir para equilibrar el termómetro, también será más cálido y no ayudará a reducir la temperatura. Por otro lado, la humedad relativa disminuirá un 6% en el rango alto y un 5,4% en los valores mínimos.

Hasta ahora, la temperatura más alta registrada en el Observatorio Fabra, que recoge registros desde 1914, es de julio del año pasado. El termómetro llegó a los 40 grados, dejando atrás los 38,9 que se alcanzaron en este mismo lugar en 1982. Durante aquel episodio, el Servicio Catalán de Meteorología remarcó que aquellos registros eran «excepcionales», pero el informe publicado por la UAB avisa que, no solo nos encaminamos hacia esta realidad, sino que podría superarse antes de cambiar de siglo.

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