Un incendio que ha calcinado seis chabolas y ha dejado dos personas heridas esta madrugada en la confluencia de las calles Bac de Roda y Huelva ha vuelto a poner sobre la mesa la peligrosidad de vivir en chabolas y otros infraviviendas en Barcelona. De hecho, a lo largo de los últimos años han sido varios los casos que han acabado en tragedias, con personas muertas. Lejos de disminuir, los asentamientos están a la orden del día en la capital catalana.

En 2005, una persona falleció a consecuencia de un fuego en una chabola en Can Ricart, un antiguo recinto fabril del Poblenou. En abril de 2012, en la calle de Bilbao, al lado de Can Ricart, cuatro ciudadanos rumanos de una misma familia -tres hombres y una mujer- perdieron la vida en otro incendio en una chabola. En agosto de 2020, tres personas pakistaníes murieron en un incendio en una infravivienda de la Barceloneta y una cuarta resultó herida crítica. En el cuarto de casa solo había una litera y el resto de personas dormían en el suelo. Y a finales de noviembre de 2021, cuatro personas murieron en un fuego en un local ocupado de la plaza de Tetuan. Eran todos miembros de una misma familia, el padre, la madre y dos menores (uno de tres años y un bebé de menos de un año).

Cerca de 1.600 personas sin hogar en Barcelona
Según datos municipales, en Barcelona hay actualmente cerca de 1.600 personas durmiendo al raso, un 20% más que el año pasado. La cifra va claramente en aumento. La entidad Arrels tiene previsto hacer un nuevo recuento el 3 de diciembre y busca 500 voluntarios. En su web, citando cifras del Ayuntamiento de Barcelona, sitúan en 536 las personas que malviven en asentamientos y locales en desuso en la ciudad. Se trata de ciudadanos al margen del número de sin hogar que hay en la calle, que el último recuento de Arrels de diciembre de 2023 era de 1.384. Ahora, en la ciudad, hay asentamientos en los alrededores de la futura estación de la Sagrera, en la Zona Franca (con unas ochenta tiendas en una explanada de la calle número 2), en Montjuïc y en diferentes emplazamientos del distrito de Sant Martí. A mediados de agosto, la Guardia Urbana ya desalojó un asentamiento en el parque de la estación del Nord. En total hay 110 espacios ocupados, 62 asentamientos y 48 locales.

Reacciones de los grupos municipales
Diferentes grupos municipales han reaccionado este martes al incendio de la calle de Bac de Roda. El primero en hacerlo ha sido Daniel Sirera, presidente del PP, que ha vuelto a reclamar el desalojo del asentamiento y ha acusado al gobierno municipal de «desidia». El presidente de Junts en el Ayuntamiento, Jordi Martí Galbis, visitó la semana pasada el espacio y este lunes el grupo municipal registró una serie de preguntas al gobierno. Para Junts, es necesario desalojar el asentamiento y atender a las personas vulnerables.
Después de visitar la zona la semana pasada de la mano de los vecinos, al límite ante la inseguridad que sufren, justo ayer, registramos preguntas al gobierno @jaumecollboni desde el equipo de @Junts_BCN
— Jordi Martí Galbis (@jmartigalbis) November 18, 2025
Es necesario desmantelar los asentamientos y atender a la gente vulnerable, urgentemente https://t.co/z37qMbXFYs pic.twitter.com/TkrJ3qlVCd
ERC ha registrado un ruego en los distritos de Sant Martí y Sant Andreu en el cual ha reclamado una actuación urgente «ante la degradación que sufre el entorno de las obras de la futura estación de la Sagrera» y ha planteado un plan de choque inmediato y la activación de medidas permanentes de mantenimiento y seguridad hasta que finalice la transformación. Y Barcelona en Comú, a través de su consejero portavoz en Sant Martí, Alejandro Guerrero, ha denunciado el aumento de los asentamientos en Sant Martí y que en el último plenario antes de las vacaciones de verano el gobierno del distrito rechazó crear una mesa de asentamientos para trabajar con entidades, policía y grupos municipales esta realidad, especialmente en los barrios de Sant Martí de Provençals y Poblenou. «Hay mucha falta de interés por parte del PSC. Se necesita un abordaje social, con una perspectiva comunitaria y un discurso progresista», sostiene Guerrero.

