El Ayuntamiento de Barcelona ya ha empezado a dibujar el final que quiere que tengan El Kubo y La Ruina, ocupados hasta la semana pasada. Tal como informó la concejala de Sarrià-Sant Gervasi, Maria Eugènia Gay, este lunes al Consejo Plenario del distrito, el consistorio quiere que se declare los edificios «ruina económica y estructural» para derrocarlos y construir «una zona para el vecindario».
El espacio que dejarían El Kubo y La Ruina no se podría destinar, pero, a construir equipamientos porque son de propiedad privada y tienen afectación vial y calificación de vial, respectivamente. Esto se traduce con que la demanda de los vecinos de hacer un CAP, queda descartada. De momento, el Ayuntamiento desconoce cuando podrá empezar a escribir la segunda vida de los dos edificios. En estos momentos, está esperando los resultados de los informes municipales y de los Bomberos de Barcelona sobre su estado.
El desalojo
Los Mossos d’Esquadra desalojaron El Kubo y La Ruina el pasado 30 de noviembre. El operativo, que estaba en marcha desde las 6 horas, despertó cierta expectación mediática. Un centenar de personas, entre activistas y vecinos, se congregaron en la plaza Bonanova, a pocos metros de los espacios ocupados. El ambiente a la Bonanova fue tranquilo, a pesar de algún grito a favor o en contra de los ocupantes o la policía y algunos enfrentamientos a primera hora. El desalojo se ejecutó sin incidentes remarcables.
El lanzamiento se llevó a cabo con siete furgonetas de la BRIMO. Los Mossos antidisturbios entraron arriba de la azotea, donde esperaban los ocupas. La policía entró por la parte subterránea del edificio a primera hora, cuando todavía era oscuro en el barrio de la Bonanova, e inspeccionó el espacio “para trabajar con seguridad”. Las dos plantas más bajas estaban aseguradas y los Mossos fueron accediendo a los pisos superiores. Según apuntó la policía, los ocupantes lanzaron «escombro, pintura y almohadillas de acero contra los agentes”.