La rambla del Poblenou y la calle de Rogent tienen muchas cosas en común. La más exótica, quizás, es que el idioma dominante empieza a ser el inglés. El boom turístico de Barcelona ha llegado a los extremos de Sant Martí; en el Poblenou, muy cerca del paseo marítimo y el Arco de Triunfo, y en el Clot, a pocos kilómetros de la Sagrada Familia. Auténticos caramelitos para instalar bares, restaurantes y centros de ocio, que han proliferado en la zona para disgusto del vecindario más combativo. El Plan de Usos de Sant Martí, ya aprobado y pendiente de las alegaciones, intenta regular toda esta actividad. Regula dos zonas, una más restrictiva y otra más laxa, pero no termina de convencer.
Lo más llamativo de la nueva regulación es la suspensión de nuevas licencias en la zona cero del conflicto [en verde en el mapa de abajo], que el distrito ha llamado ‘Área de tratamiento específico’. Es decir, se prohíbe abrir bares, restaurantes, supermercados 24 horas, discotecas y locales de azar o prostitución en las dos áreas más críticas del distrito: en el Triángulo Lúdico -área del Poblenou- y en los alrededores de la calle de Rogent -área Clot-. El vicepresidente de la Asociación de Vecinos y Vecinas del Clot, Miquel Catasús, celebra la regulación, pero critica que llegue “con siete años de retraso”. Los compañeros del Poblenou creen que el Ayuntamiento hace una “fotografía realista” del problema, pero que “no es suficiente”. “El sector económico, que no el social, ha generado un desequilibrio en el barrio”, defienden desde la entidad vecinal del Poblenou.

El modelo idílico para las entidades sería apostar por desmasificar de negocios las zonas más tensionadas, pero el distrito, que admite la “sobresaturación” de locales, detalla que solo un juez, de acuerdo con pruebas fehacientes, puede retirar licencias ya otorgadas. En la última reunión con el Ayuntamiento, el vecindario también reclamó que las licencias sean “condicionadas”, que puedan revocarse en determinadas situaciones, pero los técnicos municipales recuerdan que la normativa de un consistorio tiene rango de ordenanza, lo que significa que está sujeta a la normativa autonómica y estatal, que regulan estas cuestiones.
Ahora bien, los vecinos creen igualmente que el Ayuntamiento podría haber sido más ambicioso. Sobre todo en el Clot, donde el área de tratamiento específico se queda corta. De hecho, los mapas del Plan de Usos hablan por sí solos: las zonas “sobresaturadas”, en rojo, aparecen en los alrededores de la rambla del Poblenou, en la calle de Pere IV –área de bares nocturnos– y prácticamente en todo el barrio de Camp de l’Arpa del Clot. Pero hay tres calles, de una superficie equivalente a una quincena de islas del Eixample, que quedan fuera a pesar de estar sobresaturadas: Independència, Indústria y Dos de Maig. El distrito defiende que la regulación menos restrictiva –que permite abrir solo en condiciones muy concretas– hace “prácticamente imposible” que puedan abrir nuevos negocios en esta zona, pero los vecinos ya han informado que presentarán alegaciones para que la restricción total ocupe “toda el área sobresaturada”.

Disconformes con las ratios establecidas
En el resto del distrito [zona amarilla del mapa 1] la regulación es más laxa. El Ayuntamiento solo permitirá abrir locales musicales, de restauración o supermercados 24 horas bajo dos condiciones: que no haya ninguno en 25 metros lineales o que la suma total de establecimientos no supere los 15 en un radio de 100 metros, que equivale, más o menos, a una isla de casas del Eixample. Catasús considera que estos 15 establecimientos en 100 metros es “exagerado”. “Pediremos que la limitación sea más estricta, que se puedan abrir menos actividades de este tipo en este radio de acción”, detalla el activista vecinal en conversación con este diario. Las entidades vecinales temen, además, que esta flexibilidad traspase la saturación que hay ahora en el Triángulo Lúdico o Rogent a otros espacios del distrito.
Más satisfacción genera las ratios que el Ayuntamiento aplicará con las actividades musicales. Las licencias caen de las zonas más restrictivas y se limitan al resto del barrio. Las discotecas y bares musicales solo podrán abrir si entre ellos hay una distancia de 400 metros, cuando la acera mida 20 metros o más de anchura y siempre que el establecimiento no supere los 150 metros cuadrados. Los empresarios ya han avisado que un negocio nocturno de dimensiones más pequeñas «no sale rentable».

Intereses opuestos entre vecinos y empresarios
Desde el distrito insisten en que el Plan de Usos no pretende enfrentar unas actividades con otras, pero los anhelos de los vecinos son opuestos a los intereses de los empresarios, que ven el Plan de Usos demasiado restrictivo y avanzan que es “la muerte del sector”. En el último encuentro informativo, las principales patronales de ocio nocturno y empresas de la zona, como la gestora de la discoteca Razzmatazz, cargaron contra la restricción. Creen que, sin posibilidad de otorgar nuevas licencias en el Triángulo Lúdico, las discotecas y bares musicales irán desapareciendo del Poblenou a medida que los locales vayan cerrando. Además, detallan que el Ayuntamiento ignora que algunas zonas de las áreas de tratamiento específico –las más restrictivas– son de las pocas sin vecinos y, por tanto, suponen el poco espacio actual donde pueden desarrollar sus actividades «sin generar tantas molestias».
Los técnicos animan a las partes interesadas a aplicar cambios antes de la aprobación definitiva, prevista para mediados de año, pero todo hace pensar que las líneas maestras se quedarán como ahora. Horas después de la aprobación inicial del proyecto, el concejal de Sant Martí, David Escudé, defendía que el Plan de Usos garantiza “la protección del comercio de proximidad, la mixtura de usos y la preservación del descanso del vecindario”, sobre todo en las zonas en rojo. Los sonómetros han confirmado el exceso de ruido en el Triángulo Lúdico –que los vecinos llaman Triángulo Golfo–, en la rambla y en Rogent, y el Ayuntamiento, en un primer intento de calmar las aguas, ha aplicado una suspensión provisional de las actividades críticas. Los resultados son “satisfactorios”, dice Escudé, que también reconoce que aún queda “camino por recorrer”. El nuevo plan abre una nueva vía para intentar convencer a los vecinos y empresarios de una zona crítica de Barcelona.

