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Sant Gaudí, la beatificación del hombre que no necesitaba al artista

La plaza de San Pedro del Vaticano estallaba de alegría el Domingo de Pascua. Los fieles reunidos el pasado 20 de abril en este epicentro del cristianismo -con el permiso de Jerusalén- asistían con gozo a un pequeño milagro de la mano del papa Francisco. En una resurrección en toda regla, el pontífice reaparecía en público para la tradicional bendición urbi et orbi desde el balcón de la Basílica de San Pedro, poniendo el colofón perfecto a la Semana Santa. Lo hacía en silla de ruedas, aún convaleciente de la afección respiratoria que durante casi un mes lo había apartado de la primera línea debilitando fatalmente su estado de salud. El santo padre, sin embargo, llevaba días recuperando la actividad en los despachos. Seis días antes de su sonado regreso, firmaba varios decretos que tenía acumulados sobre la mesa. Entre ellos, había uno con especial resonancia barcelonesa: la declaración de Antoni Gaudí como venerable siervo de Dios.

Este trámite -por el que se reconocen las «virtudes heroicas» del arquitecto barcelonés- era un primer paso necesario para avanzar en el curso de su beatificación, una iniciativa no exenta de polémica que se remonta a los noventa. La declaración como venerable permite acceder al siguiente escalón, que consiste en la certificación de un milagro en el que haya intervenido el personaje en cuestión, sea en vida o post mortem. Para alcanzar la categoría de santo -un proceso conocido como canonización- se requiere la confirmación de un segundo milagro. Ahora bien, ¿qué entendemos por milagro? «Un hecho extraordinario que supera las coordenadas y posibilidades humanas. Normalmente, está vinculado a la curación, a una enfermedad que de manera inmediata y directa deja de golpear a una persona». Así lo explica en una conversación con el TOT Barcelona el sacerdote Armand Puig, teólogo y autor del libro biográfico Antoni Gaudí, vida y obra (Pòrtic Edicions / Grup 62).

Puig es actualmente el presidente de la Agencia de Verificación y Promoción de la Calidad de la enseñanza en las Universidades y Facultades eclesiásticas de la Santa Sede (AVEPRO) y también es una de las personas que ha trabajado en la positio, el argumentario presentado al Dicasterio de las Causas de los Santos para defender la beatificación del arquitecto. «Gaudí destacaba en su disciplina, era incomparable. La obra brilla mucho, pero el hombre que hay detrás siempre ha quedado un poco en la sombra. A medida que hemos ido indagando en su persona, la vida, los anhelos y convicciones, ha salido a la luz su espiritualidad«, señala. El teólogo sitúa un punto de inflexión en la vida del genio modernista en el año 1894, cuando comienza un ayuno salvaje poco después de la muerte de uno de sus grandes amigos, el obispo Joan Baptista Grau. «La tristeza lo lleva a cuestionarse todo, incluso cómo debe quedar la Sagrada Familia. Entra en una fase de preguntas y de dificultad tanto anímica como espiritual», relata. La intervención providencial de otro religioso de renombre como Josep Torres i Bages lo haría reconducir su trayectoria. «Le hizo entender que su misión era terminar el templo. A partir de aquí reacciona, abandona esta actitud autodestructiva y se centra en el trabajo -iniciando una de sus etapas más prolíficas- con tal ímpetu que cae enfermo y está a punto de morir en 1911″, asegura.

Antoni Gaudí delante de la Catedral, durante la procesión de...
Antoni Gaudí delante de la Catedral, durante la procesión de Corpus de 1924, como miembro del Cercle Artístic de Sant Lluc. | ANC. Autor: Brangulí

Tres décadas de una carrera ciudadana

Por muy sorprendente que pueda parecer, la iniciativa de beatificar a Gaudí no nace de la iglesia. El Arzobispado de Barcelona no tomó oficialmente las riendas del postulado hasta mediados de 2023, cuando se constituyó la Asociación Canónica Antoni Gaudí. Hasta entonces y durante tres décadas, había sido la sociedad civil la encargada de impulsar esta petición con más o menos éxito. «Cuando les presentamos la propuesta por primera vez no lo veían como tal. Se llegó a decir que era una locura», recuerda José Manuel Almuzara, presidente durante muchos años de la entidad que desde 1992 trabajaba para lograr este reconocimiento. El primer contacto de este arquitecto con el genio modernista fue en los setenta, cuando cursaba el quinto año de la carrera. Un trabajo sobre masías del Maresme lo acercó a la figura de Lluís Bonet i Garí, uno de los arquitectos que a partir de los sesenta continuó las obras de la Sagrada Familia. Así pudo visitar el templo en construcción hasta convertirse en un verdadero experto en el simbolismo gaudiniano, trabajando mano a mano con el artista japonés Etsuro Sotoo, escultor jefe del recinto.

Este profundizar en la obra magna del genio modernista lo acercó al personaje y de rebote a su faceta más espiritual. «Hay muchos ejemplos de su vida virtuosa desde el punto de vista católico y de sus valores. Teníamos indicios de que Gaudí podía ser santo, así que nos reunimos un grupo de adeptos y decidimos dar de alta la asociación pro beatificación», afirma. De eso hace ya más de 30 años. En este tiempo, la entidad ha trabajado para difundir la figura del arquitecto desde este punto de vista, ofreciendo conferencias por todo el mundo y dando los primeros pasos administrativos para avanzar en este reconocimiento. La entrada definitiva del Arzobispado en el proceso obligó en cierta manera a la agrupación civil a ceder el relevo de esta carrera, pero ha permitido agilizar todos los trámites hasta llegar a esta declaración de venerable. «Ha sido un impulso importante. Ellos tienen los medios y eso se ha notado, desde entonces ha ido todo mucho más rápido», reconoce Almuzara, quien considera que lo más importante es poder llegar al objetivo final de la canonización y no tanto quién sale en la foto.

Visión nocturna del barrio de la Sagrada Familia en una imagen de archivo / Jordi Play

Marketing para acceder a los altares

No todos piensan igual que Puig y Almuzara. La beatificación de Gaudí genera también recelos entre muchas de las personas que han estudiado en profundidad la trayectoria y obra del arquitecto. «A mí todo esto me deja frío. Creo que es un camino colateral, al margen del Gaudí artista. Tienen derecho de promoverlo, pero, desde el punto de vista de la historia del arte y la arquitectura, que lo pongan en los altares no cambiará nada. En otra época sí que tenía peso canonizar a alguien, pero ahora…», remarca el historiador del arte y escritor Francesc Fontbona, autor del libro Gaudí al detall (Pòrtic Edicions / Grup 62). El experto considera que la figura del genio arquitectónico ya es lo suficientemente relevante internacionalmente y que no necesita un reconocimiento de estas características, que a su parecer no aporta ningún matiz al personaje. Sobre la aceleración del proceso de beatificación que se ha vivido desde la intermediación del Arzobispado, el historiador tiene claro que, si no se había hecho hasta ahora, era porque no había un interés concreto y ahora sí. «El caso de Ramon Llull está en proceso desde la edad media… Todo depende de los intereses que hay detrás. Si conviene le encontrarán milagros, pero, ¿será entonces una canonización a la carta? Es sospechoso», reflexiona Fontbona.

Más contundente se pronuncia otra experta en la figura del arquitecto como la historiadora del arte Beli Artigas, autora del blog Criticart. «No estamos hablando de un santo del siglo XXI, sino de una persona que ejercía su profesión con devoción. ¿Qué milagros hizo? Hay tantos arquitectos que se han dedicado a hacer iglesias… Lo encuentro muy forzado. Al final, todo eran encargos. Quizás si no se lo hubieran pedido, habría hecho más edificios», concluye. Artigas lleva tiempo dedicándose a desmontar muchas de las noticias falsas o afirmaciones sin fundamentos que periódicamente surgen en torno al personaje. Recuerda especialmente dos que se presentaron en octubre de 2016 durante la segunda edición del Congreso Mundial sobre Gaudí: una fotografía inédita de Leopoldo Rovira de 1878 encontrada en los Encants que mostraría al genio modernista a los 26 años, con una apariencia diferente de la que luce en la instantánea conocidísima de Pau Audouard del mismo año, y el redescubrimiento de la autoría de la capilla del Santísimo Sacramento de San Juan de Gracia, que no sería de Francesc Berenguer, sino de Gaudí.

La fotografía de Leopoldo Rovira de 1878 encontrada en los Encants que mostraría Antoni Gaudí a los 26 años / UB (Segundo Congreso Mundial sobre Gaudí)
La fotografía de Leopoldo Rovira de 1878 encontrada en los Encants que mostraría supuestamente a Antoni Gaudí a los 26 años / UB (Segundo Congreso Mundial sobre Gaudí)

En ambos casos, los hallazgos ocuparon portadas de periódicos, aunque las dudas sobre su autenticidad son inmensas. De hecho, en el caso de la capilla, hay mucha documentación que acredita que efectivamente es obra de Berenguer, un extremo que el mismo sacerdote del templo confirma. El mismo 2016, solo unos meses antes del congreso, ya había salido a la luz una supuesta imagen de Gaudí a los 64 años entrando al edificio histórico de la Universidad de Barcelona (UB). Finalmente, se demostró que el protagonista de la imagen era en realidad el catedrático de Física Industrial Josep Mestres Gómez. «He tenido que escuchar tales barbaridades… Gaudí es un negocio y todo lo demás es una campaña de marketing», critica Artigas. La historiadora del arte considera que la beatificación es solo el último capítulo de esta operación publicitaria que parece rodear al personaje y alerta que con este proceso se está perdiendo de vista su capacidad artística. Al mismo tiempo, se obvian hallazgos de relevancia documentados con rigor como la intervención del arquitecto en el diseño del altar mayor de Santa María de Ripoll.

Detalle de la iglesia de San Juan de Gracia/ Arzobispado de Barcelona
Detalle de la iglesia de San Juan de Gracia/ Arzobispado de Barcelona

La vía Fra Angelico

Gaudí está a dos milagros de convertirse en el primer arquitecto canonizado. Una comisión del Vaticano ya está analizando este posible primer hecho extraordinario que le permitiría acceder al escalón de beato. Ahora bien, la certificación de este milagro no es un requisito indispensable para seguir adelante con el proceso. Hay una segunda vía que permite saltarse este paso, pero que depende exclusivamente del pontífice. «Si el papa lo considera oportuno, se puede dispensar de los requisitos disciplinarios necesarios para canonizar a alguien», confirma Puig. Este hecho es poco habitual, pero sí hay un caso que marca jurisprudencia. Hablamos de Fra Angelico, el pintor del renacimiento italiano que fue beatificado en 1982 por el papa Juan Pablo II por su vida de santidad y su dedicación al arte como un servicio a Dios. «Dada su fe y sus obras, no se hizo un proceso con un milagro definido», precisa el teólogo.

Esta vía alternativa permitiría agilizar aún más todo el proceso hasta el punto de que la beatificación podría llegar a la celebración del centenario de la muerte del arquitecto, que tendrá lugar en el verano de 2026. «Sería el colofón perfecto», dice Almuzara, quien recuerda que ese mismo año se celebrará en la capital catalana el Congreso Mundial de Arquitectura y también está previsto que se culmine la torre de Jesús, la más alta de toda la Sagrada Familia. «Sería interesante sí, pero no podemos saber qué hará el nuevo papa. Que Francisco lo viera con buenos ojos no quiere decir que ahora también pase», subraya Puig. En todo caso, este último año hasta el centenario, parece plantearse como una carrera contrarreloj. «Este reconocimiento muy posiblemente lo haría feliz a él. Solo espero no ver a Gaudí en una de esas imágenes de santos que hacen en Olot», ironiza Fontbona.

Imagen de archivo de la Sagrada Familia en septiembre de 2024 / David Zorrakino / Europa Press

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