El distrito de Sant Andreu tendrá una unidad nocturna propia de la Guardia Urbana antes de terminar el año, según ha avanzado el concejal de Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona, Albert Batlle, en una entrevista a la Agencia Catalana de Noticias (ACN). De esta manera, será el quinto distrito de la ciudad con unidad nocturna propia. Ya la tienen Ciutat Vella, l’Eixample, Sants-Montjuïc y Sant Martí, estos dos últimos desde el verano pasado, mientras que el resto de distritos actualmente comparten unidades. La idea del consistorio es que todos los distritos tengan una unidad nocturna propia antes de que acabe el mandato. Batlle ha explicado que el objetivo es dar una respuesta más rápida ante las “contingencias” que puedan producirse durante la noche.
El concejal de Seguridad asegura que la situación de los botellones ha mejorado gracias a una multitud de factores, como el “comportamiento” del sector del ocio nocturno, la implicación del sector de la restauración y el papel de la comisionada de noche, Carme Zapata. Con todo, los problemas de convivencia en el espacio público continúan siendo la principal preocupación de los responsables municipales y el Ayuntamiento apuesta por el servicio de mediación nocturna como la mejor herramienta para prevenir actos incívicos y gestionar los conflictos. El gobierno municipal ha ampliado las funciones del servicio para concienciar a los barceloneses y a los turistas de que disfrutar de la noche es “compatible” con el descanso de los vecinos y el respeto a las normas de convivencia. “Estamos en el buen camino”, dice.
Batlle asegura que tanto la Guardia Urbana como los Mossos d’Esquadra ya tienen una presencia destacada en la calle para prevenir delitos y recuerda que desde 2021, la plantilla del turno de noche de la policía barcelonesa ha aumentado de manera progresiva y ha pasado de 435 a 746 agentes, un 71,5% más.

Hacer más efectivas las sanciones, el gran reto
Una de las carpetas que hace tiempo que ocupa un lugar destacado en la mesa de Batlle es la reforma de la ordenanza de civismo, que hace dos décadas que entró en vigor y se debe actualizar para adaptarla a los nuevos contextos que vive la ciudad. La propuesta del gobierno municipal ha pasado el primer trámite con el voto favorable del PSC y ERC y con la abstención de Junts, pero hay muchas negociaciones pendientes para cerrar un acuerdo que permita su aprobación definitiva en noviembre. El concejal de Seguridad avanza que su concejalía trabaja para integrar todas las demandas de la oposición y que la idea es aceptar el mayor número de alegaciones posible para obtener un acuerdo amplio.
Uno de los puntos que genera más conflicto es el endurecimiento de algunas sanciones por incivismo y es el principal obstáculo para obtener el apoyo de BComú a la reforma de la ordenanza. Batlle defiende que el aumento de las conductas sancionables también va acompañado de nuevas medidas alternativas a la sanción económica. En esta cuestión, el concejal de Seguridad considera que el principal reto es hacer más efectivo el cobro de las multas. Según los datos del mismo Ayuntamiento, solo se cobra la mitad de las sanciones que se imponen, una cifra muy baja que el consistorio quiere mejorar. De hecho, avanza que están hablando con el Instituto Municipal de Hacienda para explorar la mejor manera de hacerlo.