Hay unos 16.000 metros cuadrados en la Sagrera que concentran gran parte de la atención vecinal. Un triángulo formado por las calles Garcilaso, Gran de la Sagrera y Berenguer de Palou. En uno de los vértices, en la esquina entre Garcilaso y la calle Gran, los profesionales del CAP La Sagrera hace años que reivindican un espacio más grande para atender mejor a sus pacientes. Pero ahora, la travesía de sanitarios y vecinos, que han tenido que lamentar promesas incumplidas y fuerza atrasos, parece que llega al final. El Consorcio de Salud ampliará el recinto con unos módulos provisionales que se ubicarán en otro vértice de este particular triángulo, cerca del cruce Garcilaso-Berenguer de Palou, y se compromete a iniciar la construcción de un CAP definitivo –y más grande– en el último de los tres vértices, entre Honduras y la calle Gran de la Sagrera.

Con el terreno situado, avanzamos en la trama. Parte de los vecinos de la calle Honduras han denunciado el ruido que generan dos pistas deportivas ubicadas a la esquina de Honduras con Gran de la Sagrera, un complejo deportivo que convivirá estrechamente con el futuro ambulatorio. De hecho, la idea del consistorio es dejar como está la pista central y levantar el futuro centro sobre la pista anexa, mucho más pequeña y enganchada a la pista grande. En la última Audiencia Pública de Sant Andreu, Mauricio Soravilla, uno de los vecinos afectados por el ruido, lamentaba que «nadie en el Ayuntamiento les ha dado respuesta», a pesar de que enviaron cartas y estudios acústicos «desde diciembre de 2023». Un ruido «exagerado» que desde la Asociación de Vecinos la Sagrera confirman que se produce sobre todo los fines de semana. «Quizás son 15 niños y 10 adultos, pero ponen demasiada pasión; parece que jueguen la final de la Champions», dice Jaume Matas en declaraciones al TOT. El líder vecinal afirma, eso sí, que los ruidos desaparecen por la noche.
Desde el Ayuntamiento aseguran que el distrito ha mantenido contacto con los vecinos afectados y que están hablando con los gestores del equipamiento deportivo «para minimizar el impacto acústico que generan en la zona». En un encuentro vecinal, la regidora de Sant Andreu, Marta Villanueva, admitió que «se está trabajando» con los clubes, pero que la solución «no va tan rápida como nos gustaría». Los vecinos afectados aseguran que sienten tambores, la bocina del marcador y música, y que hay días que las molestias se alargan hasta las 23 horas.

Los clubes deportivos piden cerrar el recinto
El director de la instalación, Toni Cerdán, reconoce que el Ayuntamiento les ha transmitido la queja «de un vecino» y detalla que quieren «contactar» para escucharlo y «abrir una mediación». En declaraciones al TOT, Cerdán reconoce que en ciertas horas de la noche es mejor rebajar los decibelios, pero defiende que la mayoría de partidos son en horarios en los que se permite hacer ruido. A la vez, el gestor detalla que este ruido proviene de «jóvenes que vienen a animar el equipo sénior en un ambiente deportivo», lo cual considera que es «saludable». También que ya han tenido situaciones similares en otras pistas y que siempre han llegado a un acuerdo.
«No creo que sea reglamentario sacar la bocina, y el tambor, como mucho, se usa cada 15 días», defiende por su parte Carlos Feriche, presidente del SD Espanyol de Hockey, uno de los cuatro clubes que juegan en este pabellón. En todo caso, las entidades insisten que «nada de esto pasaría» si en vez de lonas hubiera una pared rodeando la pista central, y avisan: «Si me dices que ahora el ruido molesta a los vecinos, imagínate qué pasará con los enfermos que vayan al CAP», dice Feriche. En esta línea, Cerdán reconoce que la combinación CAP – pistas «podría llevar problemas de convivencia», pero prefiere mantenerse a la expectativa: «Veremos qué pasa».
«Ha ido al muelle del hueso», responde desde la distancia Jaume Matas, que recuerda que la pista, de propiedad municipal, es de uso privado. «Antes, solo estaba el CE Sagrerenc, que abría el recinto en el barrio e incluso la gente iba a jugar al dómino. Hace unos años se decidió que todos los equipamientos públicos tienen que pasar por concurso y los técnicos no tuvieron en cuenta el impacto de esta entidad en el barrio. Su proyecto perdió», explica el líder vecinal, que lamenta, en parte, la distanciación que ha habido entre el recinto y el barrio. Una vez concluida el paréntesis de carácter histórico, Matas sentencia: «Será interesante ver como se conjuga un equipamiento sanitario y uno de deportivo».

Un proyecto enquistado
Sea como fuere, las quejas vecinales por el ruido han destapado un proyecto enquistado desde hace dos décadas que, según los gestores de las pistas, cortaría de pura cepa las protestas y frenaría cualquier incompatibilidad con el día a día del futuro CAP. Es más, Toni Cerdán explica que las entidades deportivas y la Asociación de Vecinos han presentado una propuesta «conjunta» para construir de forma simultánea un nuevo pabellón y el CAP. «No tenemos mucho el detalle de por qué, pero no prosperó», lamenta el gestor. Jaume Mates, que guarda los proyectos fallidos en su casa, opta por describir la propuesta como una «declaración de intenciones vecinal» y cree que el Ayuntamiento lo ha descartado por «motivos económicos».
La idea de los vecinos era construir el Club Deportivo Cultural la Sagrera en el marco de un gran acuerdo para poblar el barrio de equipamientos. Entrando al por menor del proyecto, el nuevo complejo buscaba ser el epicentro deportivo del barrio, con una piscina y espacios sociales «en el único gran espacio público que tenemos ahora a la Sagrera». El proyecto se ha intentado impulsar en dos ocasiones diferentes; una primera el 2010, en que se consiguió el compromiso del Ayuntamiento, incluso firmado por el alcalde Jordi Hereu. En aquel documento, Hereu afirma que la llegada del AVE a Sagrera «conforma una de las transformaciones urbanísticas más importantes» de Barcelona y asegura que tiene que permitir «la aparición de equipamientos y servicios a lo largo de los dos márgenes del ámbito ferroviario». De una quincena de equipamientos prometidos, tres legislaturas después solo se han completado cuatro: el polideportivo Camp del Hierro, el Casal de Barrio Torre Sagrera, la escuela 30 Pasos –en módulos prefabricados y un futuro neblinoso– y la biblioteca Marina Clotet.

Las pistas, con un futuro incierto
La mayoría de compromisos del Ayuntamiento han quedado en papel mojado, también en el centro deportivo que tenía que sustituir las pistas de la calle Honduras. Y esto que en 2020 los vecinos lo volvieron a intentar por segunda vez, en este caso después de que la asociación vecinal adaptara el proyecto al nuevo contexto y estudiara como meter el futuro CAP, tal como pedía la administración. El ejecutivo de los Comunes ni se lo planteó, dicen los vecinos. Así las cosas, al esperado centro médico acabará llegando a Honduras, pero el nuevo pabellón no.
De hecho, el futuro de las pistas es más incierto que nunca. Lo único que en estos momentos saben las entidades deportivas es que los equipos que habitualmente juegan en la pista pequeña se desplazarán en el nuevo pabellón de la calle Espronceda. Con todo, habrá un conjunto de equipos –como mínimo con la información que disponen ahora– que continuarán jugando en la pista principal, la que está rodeada por unas lonas y que genera ruido a los vecinos. El presidente del SD Espanyol avisa: «Cuando empiecen las obras del CAP no sé cómo lo haremos, porque generarán una pulso que, si entra a la pista –las lonas no lo evitarían–, puede ser peligroso para los jugadores de hockey». Y para quien los quiere fuera, los clubes reiteran: «Las pistas de Barcelona están saturadas y no tenemos otro lugar donde ir».