Los centros deportivos de Barcelona han recibido con resignación el cierre obligatorio del 25% de las duchas para combatir la sequía, una de las medidas excepcionales que anunció este jueves el consejero de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural, David Mascort, para hacer frente a la emergencia hídrica. Con la entrada de la primera fase de restricciones, el cierre de las duchas es una de las maneras con las cuales el gobierno catalán pretende ahorrar el máximo de agua posible. Ahora bien, para los gimnasios, esta medida no generará los objetivos deseados: «No es una medida adecuada, hay de más eficientes», asegura a la ACN Enric González, director técnico de instalaciones de los gimnasios ‘Duin’, que gestionan el Centro Deportivo Municipal Cocheras Borbón. La cadena hace meses que empezó a instalar duchas que regulan la presión del agua, hecho que los ha permitido reducir un 33% el consumo, y pide que, con las nuevas restricciones, el Gobierno conceda líneas de ayudas para hacer inversiones que permitan mejorar la gestión del agua.
A pesar de que el director del centro deportivo asegura que comprende el motivo de la medida, considera que poniendo el foco únicamente sobre los gimnasios se responsabiliza al sector de una cuestión «colectiva»: «Nos adaptaremos a la normativa, pero entendemos que el foco no son los gimnasios: la situación es muy grave, pero se trata de conciencia colectiva, no solo de la ciudadanía que va a los gimnasios, que es un 20%», argumenta. En su caso, González asegura que todas las estrategias que han aplicado últimamente, como por ejemplo el cambio del sistema de filtraje o la reducción del agua caliente, ya les ha servido para reducir el consumo de agua del centro.

Posibles pérdidas económicas
El director del gimnasio también alerta que con el cierre de duchas se pueden llegar a producir pérdidas económicas que afecten los centros del sector, puesto que, si los clientes no pueden hacer uso de este servicio, muchos de ellos dejarán de venir: «Si la gente no se puede duchar, dejarán de venir, y si dejan de usar las instalaciones, se darán de baja y esto tendrá repercusiones económicas importantes», advierte. Para González, en lugar de implementar medidas restrictivas hay que apelar a la «conciencia colectiva».