Cuando un grupo de 18 vecinos del barrio del Besòs i el Maresme —distrito de Sant Martí— se enteraron el verano pasado de que el Ayuntamiento quería cerrar la Biblioteca Ramon de Alòs-Moner durante el mes de agosto, decidieron hacer algo. El 31 de julio del 2022 se encerraron dentro de las instalaciones con pancartas para evitarlo. Lo consiguieron. La biblioteca continuó abierta para todos los vecinos que quisieran usarla como refugio climático o para conectarse a internet. Lo que no sabían entonces es que era una victoria temporal. El verano siguiente se produciría el cierre que habían evitado.
Tal como explica al TOT Barcelona Teresa Pardo, integrando de la plataforma vecinal SOS Besòs i Maresme, la biblioteca y el Centre Cívic del Besòs i el Maresme, que se encuentran en el mismo edificio, se cerraron el pasado martes en plena ola de calor, cuando el Observatori Fabra registró una temperatura récord en agosto: 38,8 grados. Aquel mismo día se supo que durante algunos días de agosto quedaban cerrados a la ciudadanía 127 refugios climáticos de los 227 que hay en la ciudad.
Un aparato estropeado
En el caso de la Biblioteca Ramon de Alòs-Moner y el Centre Cívic del Besòs i el Maresme, se cerraron las puertas porque el aparato de aire acondicionado se había estropeado. Pardo, pero, no entiende por qué antes de tomar esta decisión el Ayuntamiento no optó por poner ventiladores y, así, mantenerlos abiertos. “Este año, que parecía que la biblioteca y el centro cívico estarían abiertos todo el verano, los cierran sin buscar soluciones alternativas”, recrimina Pardo.
Por su parte, fuentes municipales confirman al TOT el cierre de los dos espacios y detallan que el aparato de aire acondicionado “es antiguo y se tiene que sustituir”. Pero no saben concretar cuando volverán a abrir el equipamiento. En caso de que los vecinos del Besòs i el Maresme necesiten refugios climáticos cuando vuelvan a subir las temperaturas, podrán usar los dos que hay en el barrio: el Casal de Gent Gran Joan Maragall, que se encuentra en nueve minutos andando de la biblioteca; y el Museu de Ciències Naturals de Barcelona, que está a 16 minutos.
Para Pardo estas alternativas no son suficientes, ya que el verano pasado ya había problemas de refrigeración en estos equipamientos y los vecinos lo avisaron al consistorio. Este hecho también lo confirma al TOT Gregorio Pérez, integrando de la Associació de Veïns del Maresme, que recrimina que el Ayuntamiento no ha actuado y ha dejado pasar el tiempo. “En vez de aprovechar el invierno para corregir la situación, no han hecho nada”. En este sentido, recalca que este problema, junto con el hecho de no contar con un sistema de ventilación que enfríe todo el edificio, han hecho que el centro cívico y la biblioteca no funcionaran correctamente como refugios climáticos. “En algunos espacios, los usuarios y los trabajadores pasaban mucho calor”, insiste.
Trabajar en 31,9 °C
Esto no es todo. Otro integrante de la Associació de Veïns del Maresme comparte un dato que ayuda a hacerse una idea de cómo de difícil que llegó a ser la situación antes de que se produjera el cierre: 31,9 °C. “Las trabajadoras del centro cívico me dijeron que habían llegado a estas temperaturas. Esto es ilegal”, avisa. El relato de este vecino va más allá y sobrepasa las paredes de los equipamientos para hablar del barrio y de por qué es importante contar con refugios climáticos. “La semana pasada, mi casa estaba a 34 °C. El Besòs i el Maresme es un barrio muy humilde donde los aparatos de aire acondicionado no son la norma, y tampoco tenemos demasiados parques. No tenemos demasiada opción de refugiarnos a la sombra”, recuerda y, a la vez, no puede evitar indignarse porque situaciones de este tipo ya se han dado antes. “Resulta que esto siempre pasa aquí y no a distritos como el Eixample o Ciutat Vella”, destaca.

En esta línea también habla Pardo, quien insiste que los refugios climáticos y las bibliotecas son muy necesarias cuando se vive en alguno de los barrios con rentas más bajas de la ciudad, como es el caso del Besòs i el Maresme, donde no todo el mundo tiene en casa la opción de poderse conectar en internet, disponer de espacios para estudiar o tener acceso a periódicos. “No tenía sentido que hace un año tuviéramos que luchar para la biblioteca se quedara abierta y tampoco tiene sentido que hace pocos días lo hayan cerrado”, afirma.
Finalmente, Pérez recalca que el origen de este problema es más que un aparato de aire acondicionado estropeado, si no que se trata de un problema de inversión y de “voluntad política”. «Del mismo modo que en el barrio de la Verneda y la Pau han hecho la Gabriel García Márquez, considerada la mejor biblioteca del mundo, aquí también podrían haber hecho una equipación similar. Dicen que no hay presupuesto, pero la idea seria que reservaran un poco para nosotros”, pide Pérez.