El Cafè de l’Acadèmia era un restaurante clásico del barrio Gòtic entre los años 90 y las dos primeras décadas del siglo XXI. Abrió en 1987 en la calle de los Lledó, 1, y sobre todo destacaba por la tranquila terraza que tenía en la plaza de Sant Just. Como otros muchos negocios, y coincidiendo con la pandemia, el establecimiento bajó la persiana. Este verano, el restaurante ha reabierto de la mano del grupo de restauración San Telmo, con el mismo nombre y en el mismo lugar, también con la terraza de la plaza de Sant Just, un oasis de paz.
La mejor manera de llegar al Cafè de l’Acadèmia es con la línea 4 del metro, con parada en Jaume I. Del bullicio de la calle de Jaume I hasta la quietud de la plaza de Sant Just hay muy poco rato andando. Y allí es donde se encuentra el renovado Cafè de l’Acadèmia, un establecimiento de cocina catalana tradicional, con una carta con tapas y platillos sin muchas sorpresas, y un menú de mediodía que cuesta 16,95 euros.

Tapas y platos de toda la vida
Entre las tapas, en el Cafè de l’Acadèmia tienen las de toda la vida: la ensaladilla rusa con ventresca, los boquerones fritos, las bravas, la esqueixada de bacalao, los calamares a la andaluza… La carta incorpora platos no aptos por las personas con el colesterol alto, como los huevos fritos con patatas y chistorra, y clásicos del mar como el bacalao con samfaina, los mejillones con tomate, cebolla y vino blanco y los chipirones con judía de Santa Pau y morcilla del Perol. También cocinan caracoles con romesco, cap i pota, albóndigas caseras con sepia y macarrones del cardenal gratinados, y cuentan con tablas de embutidos y quesos por todos aquellos clientes que buscan una comida más informal.

El Cafè de l’Acadèmia abre todos los días entre las 12.00 horas y medianoche, con cocina ininterrumpida hasta las 23.30 horas y la intención de ofrecer próximamente desayunos. Está decorado como si se tratara una casa de comidas tradicionales, con baldosas, paredes de piedra y obra, techos con vigas de madera, mesas de mármol y sillas de madera. La intención del grupo San Telmo es apostar por los productos locales, como el pan del horno Vilamala y los quesos de Casa Carot.