La resistencia contra el desalojo de la antigua Massana de Barcelona alcanza su punto álgido. Media docena de columnas han marchado este viernes para reivindicar que el centro ocupado «debe quedarse en el barrio». El Ayuntamiento había planteado la acción para vaciar el inmueble el pasado jueves, aunque se encontró con la «resistencia pacífica» de los presentes. Pocas horas después, 12.000 personas según la organización -un millar según el análisis de la Guardia Urbana- han tomado la calle para «resistir por el espacio». En la cabecera se han sumado seis columnas provenientes del Vallès Occidental, el Baix Llobregat, el Eixample, Sant Martí, Sants y el Campus del Raval de la UB. Las entidades presentes mantienen la intención de permanecer, y recuerdan que el gobierno de Ada Colau, con el actual alcalde Jaume Collboni como teniente, prometió ceder el edificio a las organizaciones que lo aprovechan.
«Se queda en el barrio», rezaba la cartelería de los activistas reunidos hacia las seis de la tarde al inicio de la manifestación. Saliendo desde la Plaza de la Gardunya, los asistentes han sido especialmente agresivos contra el gobierno de la ciudad, tachando de «desalojadores» dirigidos al PSC, el mismo Collboni y el teniente de alcaldía de Prevención, Seguridad, Convivencia y Régimen Interior Albert Batlle. También han mostrado su rechazo al paso por la comisaría de la Policía Nacional en Vía Laietana, al grito de «Fuera la policía de nuestros barrios».
La tensión se ha notado especialmente al paso de la marcha por la plaza Sant Jaume. La falta de incidentes se ha visto parcialmente rota por el lanzamiento de pintura y huevos a la fachada del Ayuntamiento. Bajo las ventanas del consistorio, los manifestantes han intensificado las críticas al gobierno municipal, aún con el recuerdo del desalojo administrativo de la antigua Massana frustrado el pasado jueves.

Dos años de negociación
La dureza de los manifestantes hacia el gobierno barcelonés se explica, según la portavoz de las entidades Elena Martín, por la ruptura de las negociaciones que los colectivos sostenían con el anterior ejecutivo municipal «durante dos años» para garantizar la continuidad de la Massana. Martín, de hecho, asegura que el consistorio se había comprometido a la cesión del espacio. Con las elecciones y el cambio de color de la alcaldía, sin embargo, los activistas denuncian la negativa a retomar las conversaciones. «La respuesta ha sido a través del pleno del distrito para decirnos que tenemos que irnos», relata la portavoz; exigiendo al alcalde que «cumpla, sea del color que sea».
Más allá de la marcha, las entidades ocupantes aseguran estar dispuestas a «luchar hasta las últimas consecuencias». Explorarán, alerta Martín, toda defensa del inmueble «legalmente y políticamente». Al lado de los activistas se han podido ver estudiantes, vecinos y familias, a quienes la portavoz ha agradecido su apoyo. Lo ha hecho también con el Síndic de Greuges de Barcelona, que ha pedido al Ayuntamiento una «reflexión» sobre la ejecución del desalojo administrativo. El cierre de la Massana, aseguran los movilizados, dejaría un importante vacío en el tejido social de la ciudad, dado que «no hay ningún proyecto previsto» para el espacio. «Nos quieren echar para cerrar el edificio y luego ya pensarán un proyecto, que en todo caso seguro que no está listo para esta legislatura», alertan.



