Juanjo trabaja en el CAP La Sagrera de Barcelona, a menudo protagonista en la prensa por sus carencias y por la promesa eterna de una nueva ubicación. Es uno de los profesionales que recientemente ha hecho huelga, y describe un panorama que ha ido ennegreciéndose durante la última década. «Ha habido algunos periodos de bonanza económica, pero la atención primaria se ha seguido deteriorando», dice el enfermero, que justo después de la pandemia tuvo que coger una baja por estrés. La primera de su larga trayectoria profesional. Pero no es el único. Solo en el centro donde él trabaja, hay dos personas a punto de marcharse por problemas de salud. Una de las compañeras sufre «graves problemas de ansiedad» y una segunda acaba de coger la baja «por problemas musculares». «Y no es de ir a esquiar», ironiza el enfermero.

Elena es médica de familia en el CAP Ramon Torró del Poblenou. Es miembro del sindicado Médicos de Cataluña, recibe ayuda psicológica desde el 2020 y reconoce que todavía no se ha recuperado del todo. En conversación con el TOT, explica que la Fundación Galatea, que atiende psicológicamente profesionales de diferentes ramas sanitarias, ha doblado la plantilla para atender el gran número de trabajadores que piden ayuda. La doctora alerta que «cada vez hay casos más graves» y que las empresas sanitarias «no están haciendo el caso que merece esta situación».

El JEFE Sagrera, donde trabaja en Juanjo, cerrado un domingo | Gabriel González

Casos como estos no son excepciones puntuales. Es más, en el marco de la huelga de profesionales de estos días, las direcciones de unos cincuenta centros de Barcelona han enviado una carta al consejero de Salud, Manel Balcells, asegurando que dimitirán si el departamento no mejora las condiciones de todos los profesionales de primaria. La consejería de Salud admite tener constancia de esta carta y el mismo consejero ya ha aclarado que se reunirá con estos profesionales. Ahora bien, más allá de estas declaraciones, Salud no entra a valorar ningún otro aspecto vinculado a la atención primaria. A preguntas del TOT Barcelona, fuentes de la consejería se remiten a las explicaciones que se han hecho en el marco de la huelga laboral y la reorganización de los servicios de pediatría anunciada esta semana. Desde el departamento tampoco se ha valorado ninguna otra propuesta sindical.

Los sindicatos piden bloquear agendas para reducir la presión asistencial

La situación de los profesionales ha llegado al límite, hecho que se explica por diferentes motivos. Desde el sindicato Médicos de Cataluña apuntan a un tipo de hospitalización de los CAP, que cada vez asumen más tareas. Elena Bartolozzi, delegada sindical en Barcelona, detalla que los ambulatorios de la capital han asumido la cura de más patologías «sin personal suficiente ni las herramientas pertinentes». Es decir, que la «complejidad» de la atención primaria ha aumentado en los últimos años, pero no con ello el personal y los recursos. Una situación que no es nueva, como mínimo en la capital. La doctora lamenta que Barcelona fuera «pionera» a la hora de redirigir visitas hospitalarias al CAP y sentencia: «Somos el vertedero, la basura, donde va a estallar todo el que rabosa y no cabe en otros espacios. Todo lo que los otros no pueden asumir, va a primaria. Y esto, en medicina, es infinito».

Al aumento de tareas hay que sumar el envejecimiento poblacional. Un cóctel Mólotov perfecto que genera una presión asistencial en los CAP que es inasumible para los profesionales de la atención primaria. A pesar de sus quejas, los sindicatos aseguran que el Instituto Catalán Salud (ICS) no tiene en cuenta esta situación y que continúa programando visitas sin ningún tipo de control. «Cada día hay un mínimo de ciento personas que quieren ser visitadas y, a pesar de tener las agendas llenas, diariamente se autorizan de nuevas. Es imposible. Hemos pedido, incluso con una huelga [inicios 2023], que se nos blindara las agendas. Es incompatible hacer todas las visitas programadas actualmente y acoger a la vez todo el mundo que entra por la puerta», se queja la doctora, que asegura relatar la «cotidianidad» de un CAP. «Es como si tengo un restaurante con 40 reservas para 40 mesas. No puedo dejar pasar 60 familias más que lleguen sin avisar. Habría caos y errores en los pedidos, ¿no? Pues esto nos encontramos cada día en la atención primaria», concluye Bartolozzi.

Enfermeras han salido a la calle para mostrar su desacuerdo con el ICS | Maria Aladern, ACN

Por otro lado, Enfermeras de Cataluña refuerza la postura de sus compañeros de profesión y alerta que el colapso es insostenible. La portavoz del sindicato, Isabel Bonilla, critica que las citas vayan «amontonándose en la agenda» y que no haya tiempo material para hacer «visitas de calidad». «Se están asignando tiempo de visitas que no son reales, hay patologías que no se pueden tratar en 12 minutos. No sirve de nada ofrecer visitas a los pacientes si después no les puedo atender con garantías», comenta la enfermera, que también lamenta las pocas garantías con las que tienen que hacer las asistencias domiciliarias. «Tengo que ir al domicilio, hacer la cura y hablar a las familias, sobre todo con gente mayor. Yo no puedo cronometrar cuánto de tiempo necesitaré para una visita. Hay momentos que llegas justa, fuera de tiempo, incluso, y de vez en cuando ya piensas en ir de prisa porque sabes que tienes una cura larga en la siguiente casa», explica Isabel. La portavoz sindical hace un llamamiento a revertir la situación y pide que Salud valore más el trabajo que hay detrás de estas acciones. «Una atención no se puede valorar por un número. Se tiene que ver todo, como está el domicilio, qué apoyo tiene el paciente, si necesita ayuda de un trabajador social…».

Juanjo, el enfermero de la Sagrera, aterriza a la realidad las demandas sindicales. «Tenemos que atender las visitas programadas, las telefónicas y responder mensajes que los pacientes envían a Mi Salud. Y en medio de todo, hacer pasar los pacientes espontáneos que llegan a la consulta. La agenda va llena y a veces se genera momentos de tensión en el CAP», detalla el enfermero, que carga contra las políticas del ICS. «Ahora ha decidido que la mayoría de casos pasan por enfermería y, si no los podemos resolver, van al médico. Pero nosotros hay casos que no los tenemos por la mano, yo no he estudiado para tratar problemas respiratorios o lumbares», comenta a modo de ejemplo. En esta línea, el profesional también cuestiona que la empresa quiera «sustituir a los médicos por enfermeros» en primaria. «Es una nueva chapuza, otra. No hay suficientes médicos y quieren que hagamos nosotros el trabajo, pero sin reconocimiento profesional ni apoyo legal«, lamenta el enfermero.

Una sanitaria del NINGÚN San Andreu atendiendo una consulta por teléfono d
La pandemia ha agudizado una situación que se arrastra desde 2010 | Jordi Borràs

Los recortes del 2010 todavía llevan cola

Los dos sindicatos mantienen que el sistema empieza a caer con la crisis de 2008 y que, a pesar de la recuperación económica de después, todavía no se han revertido los recortes de aquella época. Analizando los datos, entre 2019 y 2020, el ICS ha sumado 752 trabajadores a la atención primaria de Cataluña, de los cuales 411 pertenecen a personal de gestión, 158 de grado mediano, 158 de enfermería y solo 18 médicos. Unos datos que permiten a Bartolozzi hacer un análisis claro: «Con 18 médicos más en dos años no se puede absorber todo el trabajo que hay». La doctora mantiene que a primaria «no puede ir cualquier médico» y cita el ejemplo de ginecología como argumento. «Es un servicio con una media 3 o 4 profesionales por centro, no es suficiente», detalla.

Según los sindicatos, el declive del sistema ha llegado a un punto que incluso permite desmontar con claridad cualquier mito que se haya generado alrededor de la atención primaria. «Históricamente, siempre se había dicho que en Barcelona se estaba mejor porque era más fácil encontrar médicos que en otros lugares más lejanos, pero realmente no es así, se está viendo ahora, hay muchísimo trabajo», sentencian los profesionales, que reconocen quedarse sin argumentos para apaciguar las quejas de los pacientes: «Estamos pagando sus frustraciones. A veces dependemos de pruebas que no nos llegan o necesitamos un tiempo que no tenemos», lamentan desde ambas ramas. Una situación límite que olvida, tal como recuerda Juanjo, que «el sistema se mantiene gracias a los sanitarios». La frase mainstream de la pandemia.

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