La Universitat Pompeu Fabra de Barcelona (UPF) tenía conocimiento al menos desde hace seis años de las quejas por el presunto acoso del catedrático expedientado el pasado febrero. Una investigación publicada este jueves por elDiario.es ha conseguido trazar el rastro oficial de denuncias internas contra el responsable del laboratorio de Neurofarmacologia del departamento de Medicina y Ciencias de la Vida centro universitario hasta el año 2017, cuando varias investigadoras e investigadores ya alertaron de unas prácticas que definen como «acoso laboral» y «abuso de poder».
Casi una veintena de testigos consultados por el mismo medio aseguran que el reputado catedrático -considerado una eminencia en el mundo de la investigación en adiciones y dolor- hacía cerca de dos décadas que generaba una especie de «clima de terror» en el laboratorio que dirigía, una situación que se ha traducido en al menos cuatro bajas laborales por ansiedad y depresión entre los diferentes jóvenes que ha tenido durante todo este tiempo a su cargo. De hecho, varios de los subordinados del presunto acosador habrían abandonado la línea de investigación en el sector después de la mala experiencia en este laboratorio y cerca de media docena todavía reciben hoy en día tratamiento psicológico por la situación vivida bajo sus órdenes.
Expediente interno abierto por cuatro denuncias
Hay que recordar que la UPF decidió abrir un expediente disciplinario al catedrático el pasado mas de febrero después de las denuncias que presentaron contra él cuatro doctorandas de Biomedicina. El centro aseguró entonces que se había enterado del caso solo hacía unos días y que inmediatamente se activaron los protocolos internos oportunos. Esta investigación periodística, pero, demostraría que -tal como defiende el Sindicato de Estudiantes de los Países Catalanes (SEPC)- la Pompeu Fabra tenía conocimiento de las quejas por este posible acoso al menos desde el 2017 y que en este tiempo no habría tomado ningún tipo de medida al respecto.
