Basilio se sienta en la arena mirando al horizonte. Ante sí se extiende la costa de Barcelona; detrás, imponentes, se levantan como tres colosos las chimeneas de la antigua central térmica de Sant Adrià de Besòs. Este vecino del barrio de la Mina de 76 años llegó hace cerca de cuatro décadas a la capital catalana desde su Málaga natal. Entonces, todavía faltaban tres décadas para el cierre definitivo de las instalaciones energéticas que hoy en día perviven como uno de los grandes vestigios del pasado industrial de la zona. El trozo de playa donde se encuentra el hombre hace años que está contaminado. «Sé que la arena es tóxica, pero vengo igualmente. Es mi playa», asegura.
La realidad de esta zona de la franja del litoral -el último de los grandes terrenos metropolitanos que queda por urbanizar- está finalmente a punto de cambiar. Después de años de espera, la Generalitat materializará a principios del próximo mes de noviembre la adquisición del edificio de la nave de turbinas, un primer paso esencial para poder proceder a la transformación del entorno de las Tres Xemeneies. El Plan Director Urbanístico (PDU) vigente desde el marzo pasados prevé la construcción de casi 1.800 pisos con equipamientos y alojamientos turísticos que complementarán un futuro gran

Todo parece perfectamente perfilado con la paradigmática excepción del frente marítimo. La costa que se extiende ante la antigua central ha quedado fuera de esta hoja de ruta, que no contempla de momento ninguna adecuación. El tramo del litoral que une Sant Adrià y Badalona encara con incertidumbre su futuro a la espera de conocer qué calendario de actuaciones pone sobre la mesa la Demarcación de Costas del gobierno español, responsable de los terrenos. En el horizonte, pues, esperan las largamente reclamadas tareas de descontaminación y el posible desmantelamiento del rompeolas que actualmente protege el colector de Levante, que está pendiente de ser trasladado.
Legado industrial sin responsables
«El planeamiento se puede llevar a cabo sin que se descontamine la costa, así que se podría dar el caso que este nuevo barrio a primera línea de mar estuviera terminado, pero que no tuviera playa«, apunta Roger Hoyos, portavoz de Entesa per a un gran parc litoral al Besòs. Esta plataforma -que agrupa una cuarentena de entidades vecinales de la zona- está a la espera que las autoridades judiciales confirmen la admisión a trámite del recurso contencioso-administrativo presentado en contra del PDU de la mano de Ecologistas en Acción, una apelación que de salir adelante abriría una posibilidad para la inclusión en esta hoja de ruta de algún tipo de compromiso para abordar la franja litoral.
A pesar de que a lo largo de los años sí que se han llevado a cabo actuaciones de limpieza en los diferentes solares propiedad de Endesa y Metrovacesa, los promotores privados del proyecto no han asumido nunca la responsabilidad por la contaminación de la costa, que tal como pasa con la vecina playa del Litoral proviene de la época industrial de la zona. «Aquí no se ha hecho hasta ahora nada de nada. La Ley dice que quién contamina, paga. Quién se tiene que hacer cargo de las tareas, pues?», reflexiona Hoyos, que tiene claro que los responsables de las instalaciones tendrían que encargarse de esta intervención.

En la misma línea se pronuncia Antoni Pons, presidente de la Asociación de Vecinos de Sant Joan Baptista, uno de los núcleos de población más próximos a las Tres Xemeneies. «Los canales de refrigeración de la central estaban en este punto, pero como los terrenos no eran técnicamente de la compañía, ahora se lavan las manos. Ellos han limpiado de la valla hacia dentro, pero no está claro quién lo hará de la valla hacia afuera«, señala. Pons alerta que este no es un caso aislado y recuerda que ya se vivió recientemente una situación parecida en el barrio adrianenc de la Catalana, donde las tareas de descontaminación del suelo por su pasado industrial las acabaron asumiendo las promotoras inmobiliarias que querían edificar pisos. Esto hizo que toda una parte de la zona solo se limpiara de manera superficial, preservando así material tóxico soterrado solo a unos cuántos centímetros de la superficie.

Un paraje desolador
La incógnita con el futuro del frente marítimo es una losa que no ha hecho más que agudizar su degradación desde el cierre de la central en 2011. Pasear por esta parte de la costa barcelonesa es hacerlo por un paraje desolador: la basura se acumula en varios puntos del recorrido, la tierra presenta un característico color cobrizo por la presencia de metales pesados y, cada vez que llueve, el camino que bordea las instalaciones se convierte en un verdadero lodazal lleno de grandes charcos.

Al lado del mar todavía se pueden ver los restos de la antigua estructura que se adentraba desde la central hasta el agua en forma de pasarela. La primera línea la ocupa un gran rompeolas que protege el colector de aguas residuales de Levante y solo rompen este paisaje agreste pequeños tramos de entradas con arena como la playa donde descansa Basilio. En un punto a medio camino entre Sant Adrià y Badalona, un profesor jubilado de los Maristas se ha dedicado a construir decenas de pequeños tótems con cantos rodados que le dan al lugar un peculiar aspecto de cementerio junto al mar.

La lección del caso de la Mora
El recorrido subiendo la costa desemboca en el barrio badalonés de la Mora. Aquí conocen de primera mano como es vivir delante del mar sin poder acceder al agua por la presencia de contaminación. Las decenas de bloques de pisos que se levantan en este punto del litoral hace casi cinco años que esperan las tareas de limpieza que les tienen que permitir recuperar la franja de cerca de 600 metros de costa que el afloramiento de metales pesados durante unas obras para reparar un colector de aguas residuales les arrebató el 2018.

Las vallas que tendrían que delimitar el acceso a esta parte contaminada del frente marítimo hace tiempo que acabaron cediendo y muchas personas las cruzan de manera diaria, en la mayoría de casos ajenas a la peligrosidad real de la zona. A Sant Adrià tienen muy presente el caso de este barrio vecino y su lucha para conseguir que la Demarcación de Costas asuma de una vez por todas la descontaminación del litoral, un legado de la antigua empresa química Cros. «A los vecinos de la Mora les engañaron. Les vendieron un lugar idílico ante el mar y ahora no tienen playa ni se pueden bañar. Si se hace un nuevo barrio en las Tres Xemeneies, se tiene que limpiar. Todo o nada», lamenta Pons.

A la espera de ver si la historia se repite, Basilio continuará acudiendo a su playa ante la antigua central. Lo hará con el convencimiento de quien reclama un espacio que le pertenece y con el deseo de poder sentarse algún día en una arena que no sea un vestigio más del pasado industrial de la zona.