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Pere Ferré (Cal Neguit): «La Boqueria es un símbolo de la deshumanización de Barcelona»

Cuando los bisabuelos de Pere Ferré vendían frutas y verduras en un canasto en la plaza de la Gardunya de Barcelona aún no se había colocado la primera piedra de la Sagrada Familia, y tampoco se había fundado el F.C. Barcelona. Los campesinos de Cal Neguit también son historia de la ciudad. Oficialmente, desde 1877 tienen puesto en el mercado de la Boqueria, un regalo de bodas que se hicieron los bisabuelos de Pere para estar cubiertos y tener luz. Un salto cualitativo que entonces era símbolo de progreso social. Las señoras atendían, los señores trabajaban la tierra. Hasta la quinta generación, en la que Pere compagina el trabajo en el mercado con la tierra que trabaja en el Parque Agrario del Baix Llobregat, en Sant Boi de Llobregat.

Quinta generación de Cal Neguit, con el encargo de su abuela de llegar a los ciento cincuenta años. Faltan solo dos. Usted es el primer hombre de la familia que hace de campesino y a la vez dirige el puesto en el mercado de la Boqueria. km 0 en estado puro. De hecho, ver coles, lechugas, manzanas o alcachofas de Sant Boi de Llobregat es ya más exótico que los conos de pollo rebozado, los burritos mexicanos o las golosinas en forma de pene que venden al lado de Cal Neguit. ¿Por qué rompe usted la tradición familiar de separar campo y puesto?

Por necesidad, para valorar lo que tenía en el campo. Miren, en el año 2006 fui a Mercabarna con un camión con 2,000 lechugas y volví con 4,000 pesetas. Me pagaron 2 pesetas por lechuga, cuando en el mercado quizás las habría vendido por 30 o 50 pesetas. Me di cuenta de que para valorar lo que tenía en el campo debía escuchar a los clientes, qué quieren y qué no quieren, cómo cambian las necesidades y costumbres, y dejar de plantar lo que yo quiera para plantar lo que demandan. Además, ya no plantas las cantidades que tú quieres sino las que podrás vender.

Cal Neguit sobrevive fiel a cinco generaciones, en un mercado que Pere Ferré define como «un parque temático» foto: Jordi Play

Usted es campesino en cuerpo y alma.

¡Con doce años ya sabía conducir el tractor de mi padre! Estudié para ser campesino y sí, soy con mucho orgullo campesino del Baix Llobregat. Mi vocación absoluta era ser solo campesino, pero para salvar el campo tuve que venir a vender al mercado, para dar salida a mi producto y para saber qué quería la gente. Hasta entonces, no había conexión entre el campo y el puesto y no sabíamos si valía la pena o no plantar determinadas cosas.

¿Es un privilegio tener puesto en la Boqueria?

Hasta hace veinticinco años, sí. Antes, si ibas a vender producto a un restaurante y decías que tenías un puesto en la Boqueria, tenías todas las puertas abiertas. Ahora no.

¿Y qué lo provoca?

A la Boqueria le ha pasado como al centro de Barcelona. Lo hemos deteriorado tanto que ahora mismo es un parque temático. Además, no ofrecemos nada especial. Burritos, empanadas argentinas, pollo rebozado… pero nada de Cataluña. No digo que la comida catalana tenga que ser mejor, pero si estamos en Cataluña, y la Boqueria había sido el gran mercado de Cataluña y de Barcelona, quizás podemos ofrecer espinacas a la catalana. Sinceramente, no entiendo, y perdonen la palabra, la mierda que se vende aquí. Hemos llegado a este punto porque se ha permitido.

Dice que la Boqueria es un parque temático.

La Boqueria y el centro de la ciudad. Miren, en la Rambla todo son camisetas del Barça, souvenirs absurdos, cafeterías de cadenas y tiendas clonadas que encuentras en todas las ciudades europeas. Nadie ha luchado por mantener la identidad de Barcelona, y no es mi trabajo esta batalla, yo ya procuro hacer mi trabajo bien. Nadie en el Ayuntamiento ha movido un dedo para intentar ayudar a la gente que quería seguir y conservar negocios emblemáticos que daban personalidad a Barcelona. A estas alturas, Barcelona no ofrece nada diferente.

Pere reconoce que antes decir que tenías puesto en la Boqueria era un «privilegio», pero que ahora ya no lo es foto: Jordi Play

¿Qué cree que se debería hacer para revertir la situación?

Yo estudié para ser campesino, tengo un puesto y me he preparado con cursos sobre marketing y productos alimentarios, creo que hago bastante bien mi trabajo. Pero si te dedicas a la política y además quieres gestionar mercados municipales, lo normal sería que el responsable tuviera una mínima idea de gestión de mercados, ¿no? ¿O es que un campesino puede ser campesino sin conocer la tierra? Los gestores del mercado se han dedicado a prohibir “chorradas”, como que pudiéramos tener la radio puesta o que tengamos un carrito delante del puesto, a pesar de que muchos servimos a domicilio y es obvio que lo necesitamos. Pero, en cambio, una frutería puede vender empanadas argentinas. Y aún he oído decir de parte de la dirección del mercado a alguien que no tiene trabajo en el puesto que venda empanadas. Eso una persona que se ama el mercado no lo puede decir.

¿Los supervivientes de aquella Boqueria de sus bisabuelos, abuelos y padres no se organizan para luchar?

Aún hay puesteros antiguos, pero estamos tan separados que cada vez es más difícil vernos, y muchos han tenido que vender el puesto. ¿Y a quién va a parar? A tres o cuatro propietarios que tienen medio mercado. Todos de fuera, ninguno de ellos tiene vínculo con la Boqueria histórica y controlan buena parte del mercado. Además, en la Asociación de Comerciantes de la Boqueria hace dos años que se hace una votación para abrir los domingos… Mis abuelos lucharon para poder descansar… De momento los dos primeros años ha salido que no, pero porque a los grandes tenedores no les debe salir a cuenta pagar sueldos, no por concepto está claro. Se propone abrir a partir de las 11, porque solo se piensa en el turista.

Usted está en la Boqueria desde que nació, ahora hace cincuenta y tres años, y hace más de 30 que trabaja allí. Dígame una cosa positiva que se conserva en este mercado.

Lo más positivo es que en la Boqueria todavía quedan burros como yo, que nos amamos este mercado a pesar de todo. Muchas veces sentimos que molestamos a los de arriba, hemos tenido etapas muy duras en que nos han presionado muchísimo, que ves que te empujan a irte, poco a poco, desde la misma dirección. Pero lo tienen complicado para ganar, porque aquí todavía hay gente que se ama la Boqueria. Yo he nacido aquí, he pasado los fines de semana de mi vida, el verano… o en la Boqueria o en el campo.

¿Y lo más negativo de esta Boqueria con la que soñaban sus bisabuelos?

Que desgraciadamente, la Boqueria es un símbolo de la deshumanización de Barcelona. Antes aquí nos conocíamos todos, éramos una gran familia, con las cosas buenas y las malas de serlo. Había gente que no se hablaba, gente que se odiaba, gente que se amaba, gente que engañaba a la mujer con otra puestera… Éramos unas 300 familias, y cuando un iluminado decidió reducir puestos para hacerlos más grandes, los 3 o 4 grandes tenedores que tenían dinero para invertir se los han ido quedando. La gracia del mercado era la variedad, ahora es un parque temático de comida preparada.

¿Tiene la esperanza de volver a ver aquella Boqueria que era el mercado de Cataluña?

No. Los que mandan no lo quieren. Parece hecha a propósito, esta decadencia. Los del Ayuntamiento solo vienen aquí a hacerse fotos para las elecciones, y en la dirección del mercado ni está ni se la espera.

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