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La pequeña Barcelona que guardó Pau Casals

Pau Casals se marchó exiliado en enero del 1939. Lo hizo para no volver nunca más. Su voluntad de no pisar Cataluña hasta el retorno de la democracia se mantuvo intacta durante tres décadas y solo se rompió excepcionalmente en 1955, cuando el músico pidió permiso a las autoridades franquistas para asistir en el cementerio del Vendrell al entierro de Francesca Vidal, la bautizada falsamente en la prensa de la época como mayordoma de Casals, pero en realidad uno sus grandes amores y su compañera sentimental durante los años de exilio en Prada de Conflent, tal como relata la escritora Maria Jaén en su obra Estimat Pablo.

Con su marcha forzosa, el virtuoso violonchelista dejaba a cargo de su familia la casa de veraneo que se había hecho construir a principios del siglo XX a la playa de Sant Salvador y que justo hacía unos años que había acabado de reformar completamente de la mano del arquitecto Antoni Puig y Gairalt para convertirla en su residencia habitual, dándole este característico estilo novecentista. Repartida entre los diferentes aposentos de la Vil·la Casals el músico tenía una importante colección de arte que consistía principalmente en piezas de reconocidos artistas catalanes de la época como Ramon Casas, Martí Alsina, Joan Roig Soler o Eliseu Meifrèn. Un capítulo aparte merece el valioso conjunto de pinturas del siglo XVIII obra de Francesc Pla ‘El Vigatà’ que decoran la Sala de Conciertos que hizo instalar en el domicilio.

Entre las obras conservadas en su casa, la presencia de Barcelona es indiscutible. La capital catalana no solo fue un punto de referencia importante en sus primeros años de formación y después en los veinte, cuando decide volver a la ciudad y crear la Orquesta Pau Casals, sino que también tiene un papel destacado en su colección de arte privada. Al menos media docena de la cincuentena de piezas que conforman esta compilación retratan escenarios y rincones de la Barcelona de principios de siglo. La Barceloneta, la estación de França o el Puerto son algunos de los lugares que se hicieron un lugar en este pequeño tesoro artístico que el violonchelista quiso dejar como legado y que medio siglo después de su muerte todavía decora la casa de Sant Salvador, convertida desde el 1974 en el Museo Pau Casals.

MPC 0376. 'Barriada de la Estación de Francia' [pintura sobre tela] Labarta Planas, Francesc 1931
MPC 0376. ‘Barriada de la Estación de Francia’ [pintura sobre tela] Labarta Planas, Francesc 1931

El arte por suscripción de uno de los grandes marchantes catalanes

«La gran mayoría de obras del Museo Pau Casals forman parte de la colección privada que el artista compró cuando vino a vivir en la casa de Sant Salvador. Las tenía todas expuestas, muchas en el despacho del piso superior», explica Nuria Ballester, directora del Museo Pau Casals, en una conversación con el TOT Barcelona. Ballester asegura que este interés para conformar una compilación de arte propio nació con el retorno del músico a Barcelona en 1919. Una vez concluido su periplo nómada recorriendo medio mundo con sus actuaciones, el vendrellenc pidió consejo a varios galeristas, críticos y coleccionistas como Joan Anton Maragall, responsable de la sala Parara, para poder decorar su casa con una serie de piezas variadas que él mismo eligió personalmente.

FOTO 00012 (CR 164087). Pau Casals a los veinte años, en Barcelona [Fotografía química], No identificado (Autor) [27/12/1896 - 26/12/1897]
FOTO 00012 (CR 164087). Pau Casals a los veinte años, en Barcelona [Fotografía química], No identificado (Autor) [27/12/1896 – 26/12/1897]

En la recopilación de esta colección privada jugó un papel especialmente relevante el marchante barcelonés Joan Merli i Pahissa. Este polifacético personaje -hijo de un empresario textil y bisnieto del dibujante y pintor Jaume Pahissa i Laporta- empezó su trayectoria como editor de revistas de arte y literatura con solo 23 años. Su relación con personalidades del calibre del poeta vanguardista Joan Salvat-Papasseit le llevó en 1928 a comenzar una carrera como marchante de arte moderno, disponiendo de una sala bautizada con su nombre en las emblemáticas Galeries Laietanes de la Gran Via de les Cortss Catalanes. Su creciente ascendencia dentro del sector lo llevó a fundar a principios de la década de los treinta su propia compañía, que consistía principalmente en un sistema de venta de arte por suscripción, un mecanismo que facilitaba la compra de obras de pintura y escultura moderna y a la vez quería fomentar el coleccionismo en la sociedad catalana de la época.

Según la información recavada por el Repertorio de Coleccionistas y Colecciones de Arte y Arqueología de Cataluña (RCCAAC), el portal de referencia sobre el mundo del coleccionismo en casa nuestra, la Organización Joan Merli llegó a reunir un total de 200 socios, que pagando una cuota mensual de 25 pesetas tenían derecho a elegir cada seis meses por medio de la adjudicación en un sorteo público un cuadro de pintura al óleo o una escultura en terracota o bien dos cuadros o dos esculturas de los artistas que el marchante tenía en cartilla. Casals, precisamente, fue uno de los afiliados a la compañía más ilustres, consiguiendo adquirir a través de este ingenioso sistema buena parte de las obras que todavía hoy en día se conservan en el domicilio de Sant Salvador.

FOTO 00199 (CR 164198). Pau Casals de pie leyendo un libro en la casa de San Salvador [Fotografía química], No identificado (Autor) [01/01/1933 - 31/12/1933]
FOTO 00199 (CR 164198). Pau Casals de pie leyendo un libro en la casa de San Salvador [Fotografía química], No identificado (Autor) [01/01/1933 – 31/12/1933]

Espejismos de Barcelona en Sant Salvador

La importancia del fondo artístico privado del músico es tal que ahora hace justo 20 años ya se organizó una exposición itinerante que exploraba esta vertiente más de coleccionista. Bajo el nombre Pau Casals en l’escenari de l’art. La Col·lecció de Vil·la Casals, esta muestra impulsada por la Fundación Pau Casals y la Fundación La Caixa y comisariada por la historiadora del arte Laura Mercader reunía un conjunto de 48 obras -mayoritariamente esculturas y pinturas, pero también dibujos, litografías y aguafuertes de entre finales del siglo XIX y principios del XX- que el violonchelista adquirió en una «excelente selección para revivir cincuenta años de historia del arte realista en Cataluña».

Desde los artistas realistas hasta los impresionistas y los expresionistas, Casals agrupó bajo un mismo techo piezas de naturaleza diversa, pero que en muchos casos le evocaban recuerdos y escenarios tanto de su juventud como de su trayectoria más reciente. Es el caso, por ejemplo, del Puerto de Barcelona, protagonista de un cuadro de Maurici Valls Quer del 1931, o de la estación de França, retratada por Francesc Labarta Plans el mismo año. Estos dos lugares debían de ser dos ubicaciones especiales para el músico, puesto que probablemente fueron el punto de partida o de retorno de muchos de sus viajes y giras en todo el mundo.

MPC 0441. 'Puerto de Barcelona' [pintura sobre tela] Valls Quer, Mauricio 1931
MPC 0441. ‘Puerto de Barcelona’ [pintura sobre tela] Valls Quer, Mauricio 1931

La presencia de la capital catalana, sin embargo, va más allá de estas dos obras. El violonchelista tenía colgadas de las paredes de su casa dos pinturas que capturan el ambiente en los Encants Vells de la plaza de san Sebastià, una pieza de Ramon Martí i Alsina del 1875, y el mercado de la Barceloneta, una creación de Josep Amat Pagès del 1934 que preside el pasillo principal del domicilio. En contraste con estos escenarios más urbanos, también destaca una pintura de Francesc Gimeno Arasa acaba en 1914 donde se muestra una imagen rural de las afueras de Barcelona protagonizada por los cultivos y el campesinado con la ciudad al fondo. Todas estas piezas fueron inventariadas por el historiador del arte Francesc Fontbona en el libro Pau Casals: coleccionista de arte de Viena Ediciones.

MPC 0387. 'Los Encantos Viejos en la plaza de san Sebastià de Barcelona' [pintura sobre tela] Martí y Alsina, Ramon c. 1875
MPC 0387. ‘Los Encantos Viejos en la plaza de san Sebastià de Barcelona’ [pintura sobre tela] Martí y Alsina, Ramon c. 1875

La última voluntad en forma de cuadro

Uno de los ejemplares más particulares de esta colección es sin duda una de las pinturas de Oleguer Junyent Sans que se conservan en la casa de Sant Salvador. En este cuadro, que representa una escena que debía de tener lugar entre el 1919 y el 1939, antes de su exilio forzado a Prada de Conflent, se puede ver a la Orquesta Pau Casals actuando en el Palau de la Música. El paso del tiempo ha dado a esta obra un eco ciertamente poético teniendo en cuenta que retrata una situación que el músico vendrellenc no pudo volver a repetir nunca más debido a sus fuertes convicciones democráticas.

Casals celebró su último concierto en territorio catalán el 19 de octubre del 1938. Fue en el Gran Teatre del Liceu en una actuación solidaria que iba en beneficio de la Sociedad de Ayuda a los Niños. Después de la victoria de las tropas franquistas, no quiso volver a pisar un escenario ni de Cataluña ni de todo el Estado. El violonchelista mantuvo la firmeza de sus ideales hasta su muerte el 22 de octubre del 1973. Este cuadro, sin embargo, permaneció todos estos años en su casa prácticamente como si fuera una declaración de últimas voluntades, como una promesa que nunca pudo llegar a cumplir: despedirse sobre la tarima en su tierra.

MPC 0375. 'Orquesta Pau Casals en el Palau de la Música' [pintura sobre cartón] Junyent Sans, Oleguer siglo XX
MPC 0375. ‘Orquesta Pau Casals en el Palau de la Música’ [pintura sobre cartón] Junyent Sans, Oleguer siglo XX

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