La Rambla es sin duda una de las arterias barcelonesas más emblemáticas. El céntrico paseo que conecta la plaza de Cataluña con el frente marítimo de la capital catalana recuperó esta semana todo su esplendor por Sant Jordi después de varios años sin poder lucir como se había hecho toda la vida por el atentado terrorista del 2017 primero y el posterior estallido de la pandemia del coronavirus. Con el tramo final de esta vía inmerso en unas esperadas obras de reforma que tendrían que culminar a principios del 2027, hay un pasaje que pasa más desapercibido que nunca al peatón. Se trata del pasaje de la Banca, un pequeño camino en forma de L que conecta el paseo con la calle de Josep Anselm Clavé. Pocos conocen, sin embargo, que este es uno de los únicos pasajes de la ciudad que todavía conserva dos nombres diferentes.
Si nos fijamos en las entradas que dan acceso en esta pequeña calle podemos comprobar como, más allá del nombre pasaje de la Banca, figura una placa segunda con el nombre pasaje del Comercio. A pesar de que solo lo primero tiene validez actualmente dentro del nomenclador municipal, esta doble denominación se explica a través de la historia de esta vía, que desemboca en el actual Museo de Cera, pero que durante casi un siglo fue la sede de varias entidades financieras hasta su reconversión final en el año 1973.
Dos arquitectos, un maestro de obras y un nombre obsoleto
La trayectoria de este pasaje del centro de la capital catalana se remonta a los años 1965 y 1966, cuando el arquitecto Antoni Rovira i Trias recibe el encargo de proyectar esta vía por parte de un grupo de tres empresarios barceloneses: Ignasi Girona i Agrafel, Miquel Martorell i Peña y Marià Casi i López. El diseño tenía que permitir conectar la Rambla de Santa Mònica con la antigua calle del Dormitori de Sant Francesc -actualmente bautizado con el nombre de Josep Anselm Clavé- siguiendo esta forma de L y configurando una pequeña plaza octogonal entre las dos salidas. Rovira i Trias dejó varios planos de cómo tenían que ser los edificios que flanquearían este callejón, que entonces ya cogió la denominación de pasaje del Comercio por la futura ubicación en este espacio de la sede de la Compañía General de Crédito El Comercio, fundada por este conjunto de empresarios barceloneses.
Sin emargo, los inmuebles que presiden la entrada de la Rambla acabaron siendo erigidos entre el 1869 y el 1882 por parte del también arquitecto Elies Rogent, que proyectó dos edificios idénticos siguiendo el estilo de la arquitectura ochocentista de carácter académico. Ahora bien, la joya de la corona del pasaje era el recinto donde se ubicó este banco de nueva creación, una majestuosa construcción obra del maestro de obras Domènec Balet i Nadal, quien a su vez había recibido el encargo de construir este inmueble de planta baja por parte del empresario barcelonés Cristòfor Taltabull, padre del conocido compositor bautizado con el mismo nombre y apellido. Durante las décadas posteriores, coincidiendo con el cambio de manos del inmueble, que acogió hasta tres entidades financieras diferentes a lo largo de los años, el callejón también mutó y acabó adoptando el nombre todavía vigente actualmente de pasaje de la Banca, una denominación que quedó obsoleta con la desaparición de la entidad Crédito y Docks el 1969 y la apertura del primigenio Museo de Cera de Barcelona cuatro años después.
