Barcelona encaraba este Sant Jordi con incertidumbre. La intensa lluvia que cayó este lunes en la capital catalana hacía revivir los fantasmas de la edición de hace dos años de la fiesta, cuando la lluvia y el fuerte viento se erigieron en los verdaderos protagonistas de la cita, dejando escenas prácticamente dantescas y muchísimos desperfectos y pérdidas entre los paradistas.
Ahora bien, el tiempo parece que de momento ha respetado las previsiones y a primera hora de la mañana luce un sol que pronostica un día de Sant Jordi sin aguaceros. Con este escenario, el sector editorial espera repetir las cifras del año pasado, con 1,87 millones de libros vendidos y 24 millones de euros facturados durante toda la semana de la fiesta, mientras que los mayoristas de Mercabarna-flor prevén distribuir siete millones de rosas -la mayoría de las cuales provenientes de Colombia, Ecuador y los Países Bajos- y obtener unas ventas un 20% superiores al año pasado.
Si entramos en detalle en la capital catalana, cuántas paradas de rosas y libros hay este año? Según cifras recogidas por la ACN, la ciudad contará este 23 de abril del 2024 con 425 paradas de rosas y libros y con cerca de 3.356 metros de oferta en zonas profesionales. Estos últimos espacios están delimitados y se reservan a los profesionales del libro y de la rosa. Son los casos, por ejemplo de las Ramblas, el Paseo Lluís Companys y la Superilla literaria del Eixample, que gestiona directamente la Cambra del Llibre.
Polémica por el primer Sant Jordi de copago
El coste de la organización de estas zonas profesionales es de 245.000 euros, puesto que hacen falta planimetrías, generadores de energía o vallas. La mayoría del coste lo asumen entre la Generalitat y el Ayuntamiento, pero unos 40.000 euros van a cargo de la Cambra del Llibre, que este año ha decidido fijar por primera vez un sistema de copago para las editoriales y librerías que han querido instalar una parada en las calles más céntricas de Barcelona. Esta medida ha resultado bastante polémica al considerar que de este modo se está «externalizando» la gestión del espacio público.