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Navidad en la periferia: «No bajo al centro ni para ver las luces»

El barrio de Torre Baró tiene luces propias esta Navidad. No son las típicas luces de estrellas, trineos o regalos envueltos, sino que dibujan la silueta de algunos de sus vecinos y elementos que conforman la identidad del barrio. Los jabalíes, las paellas populares, el Castell de Torre Baró o la mítica foto del vecindario recibiendo al activista Manuel Vital después de secuestrar el autobús de la Línea 47 el mayo del 1978, son algunos de los que se pueden ver flotando en el cielo de este barrio periférico.

Tal como explica al TOT Barcelona el presidente de la Asociación de Vecinos de Torre Baró, José Manuel Martínez, las luces las han elaborado las mismas vecinas con la ayuda de miembros del proyecto Raval KM0, que hace años impulsó la misma iniciativa en El Raval. Más tarde, el pasado 25 de noviembre, el día siguiente, el encendido de luces de la ciudad; se celebró el otro encendido de luces de la ciudad, el de Torre Baró. No fue titular de los medios locales ni tampoco de los más grandes, pero Martínez lo recuerda como un momento mágico. “Hicimos una merienda y cantamos villancicos a ritmo de bailes de flamenco. Fue una fiesta. Después hicimos una ruta por las diferentes luces, explicando cada una de ellas”, explica.

Lejos del centro

Esta escena recuerda que en Barcelona hay Navidad más allá de las fronteras del centro y de las fotos de las luces del paseo de Gràcia que un incontable número de personas ya han subido a Instagram. También lo recuerda la rutina que se vive durante la campaña de Navidad en otro barrio de Nou Barris, La Prosperitat. Aquí no se ven aglomeraciones de personas yendo a comprar en las tiendas de Inditex, Lego, Ray-Ban, Foot Locker o Primark; sino que el panorama es muy diferente. Tal como explica al TOT el presidente de Barcelona Comerç, Prósper Puig, los vecinos de barrios como este hacen las compras de Navidad a sus comercios de proximidad. “El cliente de los nuestros, esos comerciales son los vecinos y, por lo tanto, dependemos de la renta de las familias que habitan el territorio”, recuerda. 

Esta realidad la confirman la Mari Árbol y Gerardo Domingo, vecinos del barrio de Canyelles desde hace 47 años. Tal como aseguran al TOT en las puertas del Mercado de Montserrat, solo bajan al centro un día en todas las fiestas para pasear e impregnarse de la faceta de Navidad que más se ve en el telediario. El mismo le pasa a en Ramon, vecino de La Prosperitat desde hace 50 años, quienes asegura que no le gustan las aglomeraciones. El caso de la Isabel López, vecina de la Guineueta desde hace 60 años, es similar. Ella coge el metro hasta el centro para pasear una sola vez por la Feria de Santa Llúcia y después tiene bastante hasta el año que viene. “No bajo para hacer compras ni ver las luces. Suponen demasiado gasto, cuando esto se podría destinar a la gente que tiene necesidad. Es absurdo, los comerciantes se pelean para colocarlas en los árboles más altos», recrimina.  

La fidelidad que estos vecinos tienen hacia el barrio a la hora de comprar se ve reflejada en el mensaje de las luces que presiden la entrada principal del Mercado de Montserrat. «El mercado es el corazón del barrio también a Navidad. Felices fiestas», se lee. También se ve en su interior. A diferencia de algunos de los mercados del centro de la ciudad, este está lleno de vecinos haciendo la compra, algunos de los cuales también se dirigen a los trabajadores por su nombre. No hay rastro de turistas ni otras personas curiosas curioseando por las instalaciones. 

El menú de Navidad no se toca

Del mismo modo que pasó el año pasado, uno de los temas estrella de esta Navidad es la inflación y como puede repercutir en las fiestas. Para López, pero, el menú de Navidad no se toca. “Tampoco comemos grandes cosas y tampoco somos de marisco. No cambia tanto del que comemos durante el resto del año”. Antonio, vecino de La Prosperitat desde hace 62 años, tiene una visión más pesimista. Asegura al TOT que la Navidad se vive muy mal. “Quien no tiene para comer, lo pasa mal. Hay mucha gente así”. Ante esto, reconoce que la gente pasa las fiestas en familia, “como puede”, y que para nada es habitual marchar de vacaciones o a comer fuera. “Se come todo a casa. Habrá gente que tendrá cuatro trozos de embutido y ya está”, avisa. 

Por su parte, la Mari Árbol y Domingo también se quejan de la inflación y del hecho que en Navidad los precios suban “de manera injustificada”. En este, sentido, Ramon denuncia que todo sube de precio mientras “nadie hace nada para pararlo”. Él también es de los que no permite que condicione estas fechas. “Durante las fiestas, a todos nos gusta gastar más y divertirnos. Después, ya iremos más justos durante el mes de enero”, reconoce. 

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