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‘La Ciudad de los Muchachos’, un orfanato de pesadilla en Collserola

Si seguís el camino tradicional de Barcelona a la ermita de Sant Medir, encontraréis el esqueleto ruinoso de un antiguo edificio lleno de grafitis. Como mucha gente habituada a las caminatas por Collserola, la escritora Teresa Roig había pasado en varias ocasiones por esta zona. Se sentía atraída por aquella enorme estructura abandonada, que en la fachada habla de su pasado: Ayuntamiento de Barcelona. Beneficencia Casa Puig. Ciudad de los Muchachos. “Una vecina me puso en contacto con dos hermanos que habían estado internados cuando eran pequeños. La primera vez que fui a tomar un café con Carlos y Emilio estuve tres horas escuchándolos. Salí convencida de que quería escribir esta historia”. Y dicho y hecho. Ha publicado La ciudad de los niños (Navona Editorial, 2023).


Película buena, remake escalofriante

‘La Ciudad de los Muchachos’ de Barcelona nace en 1951 como un «hogar de aprendizaje» para niños huérfanos y sin recursos. Lo hace en pleno franquismo, en los terrenos de la antigua masía Casa Puig, en el bosque de Collserola. Es la primera vez que este formato de asilo-orfanato estadounidense llega al Estado. El sacerdote católico Edward J. Flanagan había fundado la primera Ciudad de los Muchachos el 1917 en Omaha, Nebraska. Era un orfanato para chicos donde se desarrollaron nuevos métodos que ponían especial énfasis en la preparación social de los niños. “Se basaba en potenciar los intereses y la autogestión de los niños. Aprendían a adquirir capacidades y a salir adelante en la vida. Y a ser felices, a pesar de sus carencias”, detalla Roig en conversación con el TOT Barcelona. El éxito de la iniciativa fue tan grande que Hollywood hizo dos películas. El 1939, Boys Town (traducida como Forja de Hombres) ganó dos Oscar, uno al mejor actor para Spencer Tracy en el papel de padre Flanagan liderando la cruzada contra el modelo de reeducación, basado en el castigo, de los reformatorios estadounidenses. Y la segunda película, en 1941, Men of Boys Town, la secuela de la primera parte y dirigida por Norman Taurog.

Fachada del edificio que acogió el orfanato, ahora abandonado TERESA ROIG

El proyecto en Barcelona funcionó tan bien que otras muchas ciudades replicaron el modelo. Según Roig “originariamente, en Barcelona hubo la voluntad que la Ciudad de los Muchachos siguiera este patrón, muy revolucionario por la época. Pero, en contacto con el franquismo, la evolución del centro fue de capa caída. Y es que en la Barcelona de la posguerra, la Ciudad de los Muchachos tendría un remake escalofriante. A pesar de que la prensa de la época se apresuraba a resaltar la ejemplaridad –La Vanguardia hablaba en 1953 de “paraíso de niños en pleno desarrollo moral y físico” o de la creación de “los hombres del mañana”, la película que explican quienes pasaron no es tan idílica. El que tenía que ser un proyecto educativo revolucionario acabó convertido en un orfanato de pesadilla.

Desatención, vejaciones y maltratos

“Durante todo el camino, Carlos suplica al padre que no los abandone. Llora tanto que ha mojado la tapicería del coche (…) En Júnior, pero, no dice nada (…) Un señor lo estira. Lo desengancha del padre, que vuelve a subir a coche, impávido. Y a él, que se ha quedado paralizado mirándolos, también lo coge por el brazo. Es por vuestro bien, murmulla el desconocido, arrastrándolos”. El relato con que Roig describe la experiencia dolorosa de los dos hermanos a La ciudad de los niños es similar al resto de testigos que recoge en su proceso de documentación y que todavía le llegan después de la publicación de la novela.

El centro de Collserola atendía cada curso entre 120 y 150 niños huérfanos o en riesgo de exclusión, de 7 a 11 años. Lejos del modelo originario, y siguiendo las directrices de la asistencia social del régimen franquista, sus vidas pronto se rigieron por el adoctrinamiento, la disciplina y la imposición de la autoridad. Se sintieron abandonados y desatendidos. También fueron víctimas de todo tipo de vejaciones y maltratos. “No tenían una familia que los pudiera atender, estaban abandonados, lejos de la civilización, y los adultos que se tenían que hacer cargo de ellos estaban lejos de hacerlo. Eran triplemente víctimas. En qué tipo de persona se convierte un niño que, cuando más necesita afecto y atención, solo recibe gritos, castigos y desprecios?, cuestiona Roig.

Una parte del edificio, ahora lleno de grafitos TERESA ROIG


La escritora ha tenido acceso a todo este sufrimiento a través de las historias reales de unos treinta testigos que, como Carlos y Emilio, todavía sufren las consecuencias. “Me golpeó este trauma, este dolor contenido a lo largo de una vida” –explica– “En general, hay una normalización del que vivieron dentro de la institución –“noes pegaban lo normal”-, que es la manera que encuentran para sobrevivirlo; incluso hay un sentimiento de agradecimiento –“encara gracias que nos ponían un plato a mesa”-. Cada cual gestiona como buenamente puede las vivencias traumáticas que sufrieron durante su estancia, pero hay heridas que no han podido resolver. Como personas adultas, algunas son más conscientes, otros no tanto. Y otros, no quieren hablar”.

La ficción como sanación


Con La ciudad de los niños, Teresa Roig quiere darles esta oportunidad perdida. “Quería recuperar estas experiencias traumáticas para darlos, ni que sea a través de la ficción, la oportunidad de sanar este dolor, este trauma transgeneracional”, concluye. Y que estas historias no caigan en el olvido, como las paredes del edificio. La Ciudad de los Muchachos cerró definitivamente en 1977. Ahora su estado es de abandono. Solo quedan los escombros del edificio y del dolor.

Comentaris

  1. Icona del comentari de: diego a diciembre 09, 2023 | 19:51
    diego diciembre 09, 2023 | 19:51
    paso esto y mucho mas
  2. Icona del comentari de: Carles Mundet a junio 04, 2024 | 16:16
    Carles Mundet junio 04, 2024 | 16:16
    Fui alumno de la C. de los M. des de poco después de la fundación en 1950 hasta 1953. La institución que yo viví en aquel momento era ejemplar. La formación promovía la participación y la responsabilidad. La dirigía Antonio Blay, un psicólogo eminente y su gran valedor era don Alfredo de Casanovas, abogado i teniente de alcalde de BCN, que nos pronunciaba una magníficas conferencias sobre los valores cívicos y morales. Particularmente recuerdo el magisterio de Joaquín Giralt. Allí empecé los estudios de bachillerato que me llevaron posteriormente a la Universidad y a una carrera profesional de la que me siento orgulloso. La formación que recibí allí ha sido fundamental para mi vida. La CdlM que viví no tenia nada de orfelinato ni de asilo. Era una escuela modélica que enseñaban a las autoridades que visitaban, como fue el caso del actual Emperador del Japón que vino como Príncipe Heredero, entre otros. El sistema educativo inspirado en la obra del padre Flanagan, después he descubierto que tenia muchas coincidencias con la Escola del Mar, fundada en BCN por el gran pedagogo Pere Vergés. Contradictoriamente con el régimen político franquista, formaba futuros demócratas. Seguramente esta fue la causa del cambio que se produjo cuando desaparecieron Casanovas y Blay. Los que vivimos aquello debiéramos reivindicar la memoria positiva de una gran institución docente y lamentar el fracaso de aquel gran proyecto, tan alejado de lo que vino después, que yo ya no conocí.
    • Icona del comentari de: joan a agosto 25, 2025 | 19:24
      joan agosto 25, 2025 | 19:24
      Voldria contactar amb tu per parlar sobre la teva experiència. Em pots escriure joanmoya1973@gmail.com Gràcies.

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