A finales de los noventa aumentó la immigración de forma considerable en Barcelona y otras grandes ciudades. Sin ir más lejos, entre 1990 y 2021 llegaron más de 6 millones de migrantes al Estado, tal como recoge el estudio ‘Quantifying Global International Migration Flows’. Así, la inmigración aumentó de manera significativa en diferentes barrios de la capital catalana y la noticia provocó pequeños brotes xenófobos. Este hecho es el que motivó a los vecinos de Nou Barris a crear un nuevo proyecto que trabajara para la buena convivencia entre el vecindario y favoreciera la diversidad.

La Xarxa 9 Barris Acull nace de la colaboración de diferentes entidades y vecinos y se ha ido expandiendo con los años. Las cifras, como mínimo, así lo indican. Desde enero el proyecto cuenta con personalidad jurídica propia y el año pasado ofrecieron sus servicios a 3.500 personas, de las cuales un 60% están en situación irregular y, por lo tanto, no pueden acceder a los servicios como el resto de la ciudadanía. Estos datos transforman esta asociación en una de las más grandes de Barcelona en lo que se refiere a la acogida. Es más, desde la entidad aseguran que después de la pandemia solo el 75% de los usuarios son de Nou Barris, una cifra bastante elevada pero lejana al 90% que constaba antes del Covid.

Un sufrir constante por la financiación del proyecto

La entidad vive gracias a las tres trabajadoras que gestionan el proyecto y a las decenas de voluntarios que ayudan. «Tenemos un voluntariado muy comprometido que ayuda en el punto de acogida y recepción, y con los talleres sobre lengua», admite con satisfacción la coordinadora del proyecto, Rocío Cuvas. Una satisfacción que se transforma en inquietud cuando toca hablar de dinero. «Inicialmente, el Ayuntamiento nos subvencionaba cerca de un 80% del proyecto con el convenio que tenemos firmado, ahora cerca de un 70 y la tendencia es que próximamente solo sea de un 50%», admite con preocupación.

Cuevas reconoce que, con la rebaja del combenio, el consistorio cumple con el que marca la ley estatal de subvenciones actual, pero indica que «una entidad tan pequeña como la nuestra no puede generar tantos recursos» y que el proyecto «tiembla». Por eso se apresuran a buscar alternativas con entidades privadas que quieran financiar parte de sus gastos. La coordinadora del proyecto explica que, en estos momentos, están a la espera otras subvenciones que han pedido, «a ver si nos las dan», y que empiecen a buscar financiación de empresas o fundaciones más grandes. Aún con todo, el optimismo es relativo. «Hace años ya lo intentamos sin éxito», admite.

La entidad solo tiene tres trabajadoras, el resto son voluntarios del barrio | Joan Linuxbcn

«Tenemos que reajustar el proyecto»

De momento, la entidad ha emplazado las actividades más grandes del proyecto en el segundo semestre, momento en que sabrán de cuánto dinero disponen. «El proyecto es el mismo, trabajamos la convivencia y la diversidad, con especial atención al vecindario que proviene de la inmigración, pero estamos haciendo el mínimo», remarca Cuevas, que añade que están reajustando el proyecto sin saber «cómo acabaremos el año».

En todo caso, desde el proyecto defienden su vigencia. En la última memoria de 9 Barris Acull destacan el hecho que el 2022 empezó con las oficinas de extranjerías colapsadas, «con todas las consecuencias que aquello implica en la tramitación de expedientes y los efectos negativos que generan todavía más vulnerabilidad para muchas personas». Y a este hecho hay que sumar la guerra en Ucrania y las consecuencias que se han derivado. «Son vecinos que tienen desventaja con tema de derechos y lengua y hay que intentar estar con ellos y asesorarlos», concluye Cuevas.

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