El barrio de Sant Antoni vive desde hace tiempo una degradación importante, con problemas de incivismo y convivencia, consumo de drogas en la vía pública, la presencia de vendedores del mercado de la miseria y robos. Por otro lado, en este territorio del Eixample, ha crecido bastante la presencia de personas sin hogar que necesitan atención social, tal como solicitó ERC. En medio de esta situación ha nacido en Sant Antoni una nueva asociación vecinal, Cor de Sant Antoni, que busca «la mejora y la convivencia» en Sant Antoni.
La nueva entidad está presidida por Enric Bernaus, responsable de Confecciones Bernaus, un establecimiento emblemático de Sant Antoni. El resto de la junta la conforman vecinos y comerciantes muy arraigados en Sant Antoni, como Francisco Villena (vicepresidente), Concepción Coso Torra (secretaria), Toni Olivella (tesorero), Victor Bueso Francía (vocal) y Salvador Orduña (vocal). Cor Eixample dispondrá de un punto de atención semanal en las Galerías Mistral (avenida de Mistral, 12, local 5). Las personas interesadas pueden escribir un mail a la entidad (corsantantoni@gmail.com).
«Preocupación» de una parte «significativa» del vecindario
Cor de Sant Antoni surge «ante la preocupación expresada por una parte significativa del vecindario sobre el estado actual del espacio público y la necesidad de impulsar líneas de actuación que contribuyan a la mejora del barrio», manifiestan. La asociación apuesta por «una colaboración estrecha con las administraciones públicas y las diferentes entidades locales para trabajar de manera coordinada y constructiva».

Entre los ejes estratégicos que plantea la nueva asociación figuran la representación institucional del vecindario ante el Ayuntamiento y otros organismos públicos, y una mejora del espacio público, «mediante la promoción de actuaciones vinculadas a la limpieza, la seguridad, la iluminación y la gestión del sinhogarismo».
Además, la entidad quiere que se fomente la convivencia y la cohesión social, «impulsando actividades culturales, comunitarias y formativas», y promover la integración social de todos los residentes del barrio, «con independencia de su procedencia, situación o edad». También ve necesario hacer un seguimiento del desarrollo urbanístico y social del barrio y la participación en procesos que afecten su entorno, e impulsar la participación ciudadana «para intervenir en la toma de decisiones que afectan a la comunidad».
«Mucho más que un problema de convivencia«
El julio pasado, diferentes entidades de vecinos y comerciantes de Sant Antoni denunciaron la degradación del barrio. «Es mucho más que un problema de convivencia: es el reflejo de una pobreza estructural que desemboca en conductas incívicas y riesgos para todos», decía una carta enviada al Ayuntamiento. Y pedían un plan que combinara «medidas de seguridad y limpieza con políticas sociales que aborden la raíz de la pobreza que sufre parte de la población».


