Sábado de luto por el mundo de la restauración barcelonesa. Felicià Bofarull, copropietario del centenario restaurando Los Caracoles, ha muerto a los 88 años. Bofarull trabajó más de media vida al emblemático local del número 14 de la calle de los Escudellers, al tramo que hace esquina con la calle de Sant Francesc, en el barrio Gótico, donde se dedicó a «mantener el legado histórico» de la familia, puesto que ha sido la cuarta generación que se ha puesto al frente de Los Caracoles. A través de un comunicado, los familiares de Felicià Bofarull se han querido despedir del difunto y hacer perdurar en el recuerdo su legado, que ha mantenido la esencia tradicional de los caracoles, pero lo ha adaptado ligeramente a los nuevos tiempos: «Felicià Bofarull ha sido un restaurador de carácter, que ha sabido mantener la tradición y la suya esencia, heredada de las tres generaciones precedentes, con el justo equilibrio de la modernidad y los gustos y necesidades de la clientela de hoy día, mucha de ella de procedencias internacionales».

Un emblema de la ciudad
Los Caracoles, con los años, se ha convertido en todo un emblema culinario -y patrimonial- de la capital catalana. Se trata del segundo restaurando más longevo de la ciudad, precedido por el bar Marsella, en marcha desde 1820. La familia Bofarull abrió las puertas del establecimiento por primera vez el 1835. Inicialmente, pero se decía Can Bofarull con motivo de la familia que lo regentaba. Esto, pero, cambió cuando, poco tiempo después de abrir, destacó entre sus clientes uno de los platos que elaboraban: los caracoles. Este plato no quedó en una anécdota, sino que le dio tanta fama que el establecimiento cambió de nombre el 1915 por Los Caracoles.
Más tarde, cuando la segunda generación estaba al frente del negocio el 1934, abrieron una rosticería que se acabó convirtiendo en la más famosa de la ciudad para comprar cazuelas de jefe y pata y cabezas de cordero asadas, entre otros. En este sentido, hay que recordar que este restaurante es un referente de la cocina catalana que destaca por sus canelones, cabrito al horno y, como era de esperar, caracoles. Desde entonces ha ido cambiando de manos para perdurar el legado familiar en la ciudad de Barcelona.