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El día que Miró hizo de ‘detective’ para Picasso en Barcelona

Picasso y Miró. Miró y Picasso. Estas dos genialidades del siglo XX forjaron desde muy jóvenes una profunda amistad que conservaron intacta hasta la muerte del pintor malagueño en el año 1973. La especial relación que tenían los dos llevó al Museo Picasso de Barcelona y a la Fundación Miró a colaborar recientemente en una celebrada exposición conjunta que exploraba los vínculos entre los artistas y su obra. En varios puntos del recorrido, la muestra se nutría de fragmentos de la correspondencia por carta que mantuvieron durante buena parte de sus trayectorias, unos detalles que permitían contextualizar ciertas piezas y comprobar la constante comparativa entre los dos, sobre todo por parte de Joan Miró, que consideraba a Pablo Picasso como uno de sus grandes referentes.

Ahora bien, tal era la cantidad de cartas de las cuales disponían las dos instituciones que algunas finalmente no fueron expuestas. Una de estas misivas inéditas es especialmente peculiar y habla de una especie de encargo o misión que el artista malagueño encomendó al barcelonés a principios de la década de los años 20. Según explica en una conversación con el TOT Barcelona la conservadora del Museo Picasso de Barcelona, Elena Llorens, en una de las muchas visitas que Miró hizo al taller de Picasso en París, él le debía de manifestar su sorpresa porque la capital catalana todavía no había expuesto Arlequín, la obra que él había donado en 1919 y que convertía a la ciudad en la primera del mundo en contar con un Picasso entre sus filas.

Pablo Picasso, Josep Lluís Sert y Joan Miró (1972) @ Jacqueline Picasso
Pablo Picasso, Josep Lluís Sert y Joan Miró (1972) @ Jacqueline Picasso

Tres años y un misterio sin resolver

A pesar de la insistencia de varios amigos del artista y personalidades de mundo cultural catalán ya desde el 1917 para que la ciudad adquiriera una pieza suya para el fondo municipal, este movimiento no se produjo hasta después de la celebración de la Exposición de Arte de Barcelona dos años después. Una vez materializada la entrega, sin embargo, el pintor malagueño se encontró con la sorpresa que pasaban los meses y esta no se exponía en ninguna sala de la capital catalana. Este fue el motivo que llevó a Picasso a comentarle la situación a Miró, que en una de sus estancias en Barcelona se puso el sombrero de detective para indagar en el caso y descubrir el porqué de este secretismo alrededor de la obra de su amigo.

No queda claro si consiguió averiguar la razón concreta por la cual no se exponía Arlequín, pero Miró sí que respondió a Picasso en una carta que había cumplido con el encargo y que los responsables de los museos barceloneses no podían por ahora colgarla en ninguna sala, sin dar más detalles al respecto. Sí que sabemos, sin embargo, que la obra vio finalmente la luz en 1922, tres años después de que el artista malagueño la cediera en la ciudad.

'Arlequin' (Leonide Massine), 1917. MUSEO PICASSO BARCELONA / GASULL FOTOGRAFÍA
‘Arlequin’ (Leonide Massine), 1917. MUSEO PICASSO BARCELONA / GASULL FOTOGRAFÍA

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