Entre los nadadores del Club Natación Barcelona (CNB) había un secreto a voces. Nadie hablaba de ello, pero buena parte de los deportistas que entrenaron durante el siglo XX en la piscina de l’Escullera conocían el nombre de Carles Bonacasa Aliaga. Lo veían cada vez que se sumergían en estas instalaciones emblemáticas, esgrafiado en mayúsculas sobre una placa colocada en una de las paredes del recinto. Era el primero de un listado de nombres que bajo el agua quedaban prácticamente ininteligibles. Sin embargo, no había que fijarse en detalle en los protagonistas para darse cuenta de que este era un plafón en homenaje a los socios de la entidad del bando franquista caídos en combate.
El destino final de esta placa es una incógnita. No queda claro si fue retirada en algún momento durante los noventa o si ha acabado destruida durante las obras de reforma de la piscina emblemática, que se llevan a cabo en estos momentos. Ahora bien, sí que es evidente que la figura de Bonacasa Aliaga debía de tener cierta importancia en la trayectoria centenaria del club, puesto que era su nombre el que presidía el listado de afiliados fallecidos. Pero esta ascendencia dentro de la entidad ha quedado completamente borrada. Prácticamente no hay ninguna referencia a este personaje, más allá de una mención breve en la enciclopedia catalana donde se indica que fue campeón de Cataluña de los 100 metros espalda y que batió varios récords en las modalidades de los 200 y 400 metros espalda. Tampoco figura ninguna fecha de nacimiento. Solo se apunta que murió en el año 1942 en Rusia.

A pesar de la falta de información evidente, este detalle sobre su defunción es la pista definitiva que permite atar cabos y descubrir la tragedia de una muerte temprana que se esconde detrás este socio enigmático del CN Barcelona. Las circunstancias de este traspaso explican a la vez por qué era una figura importante en la época y por qué desapareció de la memoria del club, que solo conserva su recuerdo a través de los boletines mensuales que se publicaron durante los años treinta y cuarenta, que fueron recompilados como los del resto de décadas del siglo XX en unos grandes tomos que conservan en las oficinas de la entidad. El TOT Barcelona ha tenido acceso a esta documentación, gracias a la cual hemos podido tirar del hilo y descubrir realmente quién fue Bonacasa Aliaga.
Un ascenso fulgurante que choca con la Guerra Civil
Sumergiéndonos en los archivos del club, la primera referencia a nuestro protagonista la encontramos en una noticia del 29 de septiembre del 1935. En este artículo se explica que el CN Barcelona se ha proclamado campeón de Cataluña de waterpolo en la categoría de debutantes y se acompaña la pieza con una instantánea del equipo galardonado, indicando en el pie de foto los apellidos de los integrantes. Esta es la primera imagen que tenemos de nuestro protagonista, que entonces tenía solo 18 años. Solo hay que avanzar unos meses para encontrar la siguiente mención al nadador, puesto que en el boletín de marzo del 1936 vuelve a aparecer su nombre, ahora para destacar que acababa de conseguir superar el récord catalán en la modalidad de dorso.

Durante los siguientes meses, Bonacasa Aliaga protagoniza varios artículos en esta publicación interna de la entidad. En junio del mismo año supera a su homólogo húngaro en una competición amistosa contra la selección del país centroeuropeo, en julio gana la prueba de los 100 metros dorso organizada para los socios y también se convierte en el campeón de Cataluña de esta modalidad, gracias a una brillante actuación en la piscina de Montjuic. En agosto aparece como uno de los deportistas participantes en el festival benéfico impulsado por la Federación Catalana de Natación en las instalaciones del club para recavar fondos para los Hospitales de Sangre. Allí es fotografiado sonriendo con otros nadadores al lado de la piscina.

Desde entonces hasta abril del 1937 no hay ninguna mención más en los boletines, que durante este tiempo son cada vez más breves por la difícil situación que vive entonces el Estado, plenamente inmerso en la Guerra Civil. Entre los contenidos que más se repiten en este periodo hay una especie de avisos que hacen referencia a los estatutos fundacionales de la entidad y donde se recuerda que el CN Barcelona es una sociedad «absolutamente apolítica y exclusivamente deportiva». Unas manifestaciones que contrastan con la presencia en publicaciones anteriores de mensajes con fuerte carácter catalanista de personalidades como el presidente Francesc Macià o el alcalde Carles Pi i Sunyer. Casi un año después de la fotografía en el festival benéfico, el nombre de nuestro protagonista vuelve a hacer acto de presencia. Eso sí, no como parte de un listado de ganadores de una competición, sino firmando un artículo que con un estilo prosaico afilado en catalán llora la desaparición de la playa que se extendía ante las instalaciones del club a causa de los temporales, dejando la costa llena de rocas y restos de cemento.

Del tomo extraviado al descubrimiento falangista
El rastro de Bonacasa Aliaga se pierde en este punto. El tomo con los boletines publicados entre el 1938 y el 1941, coincidiendo con el punto álgido del conflicto español, no ocupa un lugar en el estante como el resto de libros recopilatorios. Recientemente, las oficinas se han tenido que trasladar a otro punto del recinto por las obras de remodelación de las instalaciones en marcha. Quizás se ha quedado allí o bien todavía está en una de las cajas de la mudanza. Nadie lo sabe precisar del todo, pero la cuestión es que el volumen en algún momento se ha extraviado. Solo abrir la siguiente colección de recopilatorios, el contenido sacude fuertemente a su lector.
Nos situamos a mediados del 1941. El boletín no solo ha cambiado su formato original, reduciendo la medida y modificando el diseño del paginado, sino que ahora es íntegramente en castellano. Los artículos firmados por la directiva están llenos de proclamas y consignas franquistas, hecho que también contrasta con esta voluntad apolítica manifestada al menos de cara a la galería en los estatutos internos. La publicación es mucho más breve y ya no hay espacio para florituras como antes. Prácticamente, solo se da información de servicio para los socios y ya no hay rastro de artículos más reflexivos. Ahora bien, un artículo diminuto en una de las páginas del panfleto publicado el mes de octubre de aquel mismo año nos vuelve a poner sobre la pista del nadador.
«Toque de gloria para nuestro club, que siente un legítimo orgullo al anunciar […] que entre sus deportistas, ocho han sido voluntarios que se han alistado a la División Azul para luchar contra el comunismo«, se puede leer en la pieza. El nombre de Bonacasa Aliaga -por primera vez escrito en castellano y no en catalán- encabeza un listado de socios de la entidad que en el momento de publicar este boletín ya habían partido hacia el territorio ruso para hacer frente a las tropas soviéticas de la mano de la Alemania nazi y en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Esta unidad se creó con este único propósito y contó con la participación de más de 1.200 catalanes, la mayoría barceloneses vinculados a la Falange que se alistaron de manera voluntaria.
Correspondencia con Rusia
El periplo de nuestro protagonista en tierras rusas se puede seguir a través de dos publicaciones más en los boletines de diciembre del 1941 y de abril del 1942. En el primero de los artículos se habla de la organización de un tipo de colecta navideña para poder hacer llegar paquetes con ropa de invierno, utensilios de primera necesidad o turrones y coñac a los socios miembros de esta unidad. En el segundo, el club se hace eco de los diferentes mensajes de agradecimiento que los deportistas han hecho llegar después de recibir estas cajas enviadas desde Barcelona. La tercera de las publicaciones sobre los voluntarios de la División Azul desde su partida, sin embargo, lleva una noticia que supondrá un choque de realidad y sacudirá a la entidad de arriba abajo.
«Carlos Bonacasa Aliaga ha caído en el frente de Rusia […] Hacía unos días que nos había llegado el rumor, pero nos resistíamos a creerlo. Ahora, pero, ha tenido plena confirmación». El mensaje anunciando la muerte del nadador solo ocupa un breve en la edición del boletín del mayo del 1942, puesto que, cuando llegó la noticia, la maqueta ya estaba hecha y no quedaba más espacio. Sin embargo, en la publicación del mes de junio, el CN Barcelona sí que le dedica una doble página al deportista. En una primera plana con un fuerte carácter político, se explica que a pesar de haber muerto a los 25 años, lo ha hecho en una «plenitud deportiva, intelectual y patriótica» y se insta el resto de afiliados a seguir su ejemplo, unas afirmaciones que hoy en día ponen los pelos de punta.

En la segunda de las piezas, se hace un repaso a la trayectoria del nadador, hecho que nos permite rellenar muchos de los huecos que todavía arrastrábamos sobre su historia. Bonacasa Aliaga nace el 11 de diciembre del 1916 e ingresa al club con solo 13 años. Enseguida despunta en varias modalidades y consigue erigirse en el campeón de Cataluña de 1.500 metros libres en el mar en la categoría júnior. Después del éxito del campeonato catalán de 100 metros dorso del 1936, el relato biográfico salta hasta el 1939, cuando ya bajo dominio franquista vuelve a convertirse en el campeón catalán en esta modalidad y en los relevos de 3X100 estilos. Participa en los siguientes años en varias competiciones organizadas por el Sindicato Español Universitario (SEDE) y parte el 1941 hacia Rusia, donde morirá el 21 de marzo del 1942.

Los últimos testigos de una figura capital
Para entender la ascendencia del nadador dentro de la entidad, que fue objeto de varios artículos en los meses posteriores a la noticia, hay que avanzar en el tiempo hasta octubre del año siguiente. En el boletín del mes de noviembre del 1943 se incluye una extensa crónica donde se explica cómo ha ido la celebración del primer Trofeo Carlos Bonacasa, una competición impulsada por el CN Barcelona en homenaje al nadador que en su primera edición contó con la participación de deportistas del Club Natación Barceloneta y del Club Natación Terrassa. Esta cita deportiva se ganaría un reconocimiento en el panorama catalán y se repetiría al menos durante los dos cursos siguientes, pero acabaría desapareciendo con el paso del tiempo.

Sin embargo, el nombre del nadador quedaría indestriablemente ligado al club a través de la placa colocada en la piscina de l’Escullera. Las instalaciones que le vieron entrenar y competir acabarían convirtiéndose en el último testigo del paso de Bonacasa Aliaga por la entidad, un rastro de un pasado falangista que hoy en día ya ha sido borrado, pero que durante muchos años se mantuvo vivo casi de manera clandestina. A la espera del hallazgo del tomo de boletines extraviado, la historia de este deportista todavía tiene muchos giros de guion y sorpresas que os explicaremos en un segundo reportaje.