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Manel Bosch, policía y autor de un libro sobre el 17-A: «El terrorista no tiene miedo»
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Tu soldado es el primer libro de Manel Bosch, un guardia urbano nacido en Barcelona en 1977. El 17 de agosto de 2017, a las 16.50 horas, él y un compañero estaban patrullando junto al café Zúrich cuando los terroristas que cometieron el atentado, que ha cambiado la historia reciente de la ciudad, invadieron con una furgoneta el paseo central de la Rambla y causaron 16 muertos. Durante su intervención, Manel protegió la vida de un bebé. Dice que no se considera una víctima, pero no se puede sacar aquel día de la cabeza. El libro le ha servido de «terapia» y para denunciar que los políticos no están haciendo el trabajo en materia de seguridad. La novela sale a la venta el 17-A, coincidiendo con el séptimo aniversario del ataque, en Amazon, E-Book y librerías. Bosch habla de forma clara y no duda en afirmar que ahora «el delincuente no tiene miedo», tampoco los «terroristas».

Antes de que nada, preséntese. ¿Quién es Manel Bosch?

Soy un agente de la Guardia Urbana de Barcelona. Entré en el cuerpo en 2005, hace casi 20 años. Y desde 2007, estoy en la Unidad de Apoyo Diurno (USD, segun las siglas en catalán, Unitat de Suport Diürn). Trabajamos fines de semana y festivos y hacemos refuerzo entre semana en diferentes puntos de la ciudad cuando hace falta. El 17 de agosto de hace siete años, no me tocaba trabajar, pero hicimos un refuerzo contra la venta ambulante. En la USD, nos movemos por toda la ciudad y hacemos de todo: controles de alcoholemia, seguridad ciudadana, seguridad viaria, a veces vamos de paisano, acontecimientos deportivos, manifestaciones… Cuando no existía la unidad de playas, en verano nos desplegábamos por el litoral. Hacemos cualquiera de las funciones que corresponden a la Guardia Urbana, menos las tareas de policía administrativa o desalojo de locales, que las hacen otras unidades o desde los distritos. Somos como un parche para la ciudad.

Haga un poco de memoria. ¿Dónde estava usted antes del atentado del 17-A?

Estaba con un compañero junto a las sombrillas del Café Zúrich. No vi cómo la furgoneta entraba en la Rambla. Mi compañero sí que oyó el ruido de cómo subía al paseo y, de golpe, vimos como toda la gente venía hacia nosotros. No sabíamos qué pasaba. Nos quedamos clavados. Todo el mundo se iba. En un primer momento, pensamos que había alguien con una arma de fuego o un cuchillo. Con la Rambla vacía, y como no vimos a nadie, pensamos que alguien había invadido el paseo central. Empezamos a correr Rambla abajo, sin saber muy bien qué había pasado. Al cabo un rato, por la emisora, comunicaron que una furgoneta había invadido la parte central del paseo.

Patrulla de la guardia urbana, atentados 17A agosto en las Ramblas
Bloques de hormigón para evitar un nuevo atentado terrorista en la Rambla / Jordi Play

¿Qué se encontraron?

En la altura de las calles de Pintor Fortuny y Carme vimos a un compañero de Ciutat Vella que estaba rodeado de heridos (algunos graves), muertos, algunas personas se empezaban a levantar… Nos alertaron de que había un bebé. En algunos atentados otros países, habíamos visto que los terroristas remataban a las víctimas. El más débil era el bebé. Tenía poco más de un año. Ni siquiera andaba. Me quedé con él. Primero pensé que tenía lesiones graves porque tenía toda la cara llena de sangre. Vi un carro rojo y supuse que había salido disparado por el impacto. Después de una exploración y ver que no tenía lesiones graves, lo cogí. La idea era sacarlo de allí, pero una mujer mayor resultó ser la abuela y le di el bebé. El padre es el que sale en la fotografía del libro. Estaba en la calzada con la tibia y el peroné rotos. Lo subimos a la acera. La información que nos llegó después era que el terrorista iba hacia la Boqueria.

¿Ustedes fueron dos de los primeros policías que entraron a la Boqueria?

Nosotros no entramos a la Boqueria. El mercado queda por debajo de donde estábamos. No bajamos por la Rambla. Fuimos por detrás, por Pintor Fortuny hasta la iglesia de Carme, entre los callejones. Fueron momentos de mucha tensión. No sabíamos que nos encontraríamos. No sabíamos si el terrorista iba armado, si había una persona o varias. Solo sabíamos que llevaba una camiseta con rayas horizontales azules y blancas.

Estamos hablando de Younes Abouyaaqoub, el terrorista que también mató a una persona en la Zona Universitaria para robarle el coche y días después fue abatido por los Mossos en Subirats (Alt Penedès)?

Sí.

Siga con el relato de aquel día.

Cuando íbamos hacia la Rambla estábamos en un espacio abierto. No puedes controlar un espacio abierto. Los movimientos que haces en un espacio abierto son muy diferentes de los movimientos que se hacen en un espacio cerrado. Íbamos avanzando, había mucha gente que corría, todo era muy tenso. Llegamos a la parte de atrás de la Boqueria y nos encontramos con los compañeros que sí que entraron en el mercado. No había rastro del terrorista. Volvimos a la Rambla. La situación era más tranquila, entre comillas, dentro del caos. A partir de aquel momento, nos encargaron que participásemos en el recuento de heridos y muertes que había en los hospitales. A nosotros nos tocó el CUAP Pere Camps. Cuando acabamos, fuimos a la Central, hasta las dos de la madrugada que llegué a casa. Al día siguiente, volvimos a la Rambla.

La portada del libro ‘Tu soldado’ / Cedida-Manel Bosch

Siete años después del atentado, ¿qué recuerdo tiene?

No me considero una víctima, pero no me lo puedo sacar de la cabeza. Ser policía es mi trabajo. He visto accidentes, otros muertos, hemos ayudado a salvar vidas. Siete años después he escrito un libro para transmitir una serie de cosas a la sociedad. Y la impotencia que me crea ver como está la situación después de siete años, me da pie a seguir escribiendo… Ahora estoy con la segunda parte del libro, Soldado en la sombra.

Escribe un libro, Tu soldado, que nace justo después del atentado. Mezcla realidad y ficción. ¿Qué explica?

Los tres primeros capítulos son totalmente reales. La novela empieza con el atentado y más adelante explico hechos de ficción que perfectamente pueden ser reales. Hay una trama narrativa después del atentado, como el personaje asume y digiere la vivencia, como le repercute lo que ha vivido en el ámbito laboral y familiar. Pero también hablo como funciona un cuerpo policial, los procedimientos operativos y organizativos. Hay personajes reales y ficticios. El lector encontrará que la novela está escrita desde el interior. Cuando leía una novela negra encontraba que estaba muy lejos de mi realidad. Quiero que el lector vea que se puede tratar de hechos que pueden estar pasando ahora mismo. Explico cosas que, a pesar de que a una persona o a su entorno no le hayan pasado, suceden en Barcelona. Hace unos días, un familiar me decía que no veía esta inseguridad. Me decía que salía mucho de fiesta por la ciudad y que a él y a su entorno no les había pasado nada. Es su realidad. Yo tengo otra. Trabajo en distritos y barrios con un volumen alto de delincuencia. Y después están las estadísticas.

Desde hace unos siete años, la inseguridad es la principal preocupación de la ciudadanía, según el barómetro municipal. ¿Barcelona es una ciudad insegura?

Sí. Pero lo que yo quiero transmitir no es que Barcelona sea una ciudad insegura, sino que los responsables políticos no están haciendo lo que hace falta. La situación de lo que está pasando es de los responsables políticos. Lo digo como delegado sindical de CSIF. Los políticos si quieren estar donde están tienen que asumir su cargo y no lo están asumiendo. Las violencias sexuales crecieron en 2023 un 24% en Barcelona. No es normal. Si en 2015 se decretó un nivel cuatro sobre cinco de alerta terrorista, tienes que poner los medios para que esto baje. Si pasa un año, dos, y continuamos con alerta cuatro, hay un problema. Al principio, puede ser difícil. Pero ahora han pasado nueve y seguimos igual, con alerta cuatro.

¿Se hizo algo mal que hubiera podido evitar el atentado de la Rambla?

Y tanto. A finales de 2016, el Ministerio del Interior recomendó colocar bolardos para intentar evitar atentados. No se hizo caso a esta recomendación. No me quiero meter en temas políticos en cuanto a izquierdas, derechas, centro…, pero cuando un experto dice que hay un problema, hay que hacer caso. Hay que dejar de lado el rédito político. Tengo una vida llena, con familia, mujer, dos hijos, una casa. He conseguido más de lo que soñaba. Aquel día, por un rédito político, habría podido perder la vida. Si tengo que dejar mi vida, la dejo, tengo muy claro cuál es mi trabajo. Tengo muy asumido el concepto de servicio público de ser policía, y, por eso, bajé. Unos meses después, en diciembre de 2017, sí que se pusieron los bolardos. Si en diciembre de 2016 no se veía necesario ponerlos, ¿por qué se pusieron un año después? Estamos en la misma situación que hace siete años. ¿Hemos puesto más recursos a pie de calle? Tenemos que pedir explicaciones a toda la gente que era responsable. Si hubiera muerto en acto de servicio, ¿quién le habría dicho a mi mujer esto? : «Lo siento mucho, coja los 80.000 euros, que es lo que le corresponde por la muerte de su marido en acto de servicio, y siga hacia delante». No, no… Se sabía lo que estaba pasando en toda Europa.

La Rambla, a la nit, després de l'atemptat del 17-A | JORDI BORRÀS
La Rambla, de noche, después del atentado del 17-A / Jordi Borràs

¿Cuándo sale a la venta el libro?

Sale a la venta el 17 de agosto, en Amazon, librerías y E-Book, con tapa blanda. La idea es hacer otra versión con solapas y a color. Hay un dibujo muy importante de Josep Miramunt, que es la Fuente de Canaletes llorando sangre, que en la edición de Amazon con tapas blandas sale en blanco y negro. La intención es poderlo destacar y que salga entero e incorporar la biografía del autor en una de las solapas.

¿Los jefes de la Guardia Urbana y el Ayuntamiento saben qué ha hecho este libro?

¿Y qué opinan?

La Guardia Urbana ha hecho la revisión de los tres primeros capítulos, que son los del atentado, y me dijeron que adelante. En cuanto a la trama de ficción, no explico detalles que puedan comprometer la seguridad de la Guardia Urbana.

Y en el ámbito político, ¿cuál cree que será la reacción?

Hará daño. Quiero que haga daño. No me caso con nadie. Lo que no quiero es que vuelva a pasar. ¿Y, están poniendo, quién sea, los medios para que no vuelva a pasar? No. Hace nueve años que estamos en alerta cuatro y es imposible que como profesional estés al 100 por 100 todo este tiempo. Es un desgaste brutal. No se están poniendo los medios necesarios. Los recursos de la administración son limitados, pero seguridad, educación y sanidad son los pilares principales de una democracia y de una sociedad moderna. A mí me es igual la zona de bajas emisiones. Primero es la vida. ¿Qué les decimos a las familias de las personas muertas? El 17-A vendrá todo el mundo a la Rambla. Nunca he ido por la mañana. Siempre he ido a las cinco de la tarde, que es cuando hubo el atentado. Este año, sí que iré a las 12.00. Quiero ver las caras [de los políticos]. Estoy muy quemado. Siempre daré el 100 x 100, la sociedad me lo pide, es mi profesión, pero también pienso que si no se hace nada, por qué lo tengo que hacer yo. Me juego la vida.

Manel Bosch, policía de la Guardia Urbana de Barcelona, en la Rambla, a finales de julio / Jordi Play

¿Cuando dice que hacen falta más recursos, hablamos de poner más agentes en la calle?

O de cambiar la normativa. Ahora hay muchos problemas de agresiones con arma blanca. La noche de San Juan, un chico murió en la Barceloneta cuando estaba ayudando a otra persona a quien estaban robando. Si yo detecto alguien con un cuchillo, se hará un acta administrativa y ya está. Intervengo el cuchillo y la persona se va. Si ha aumentado el uso de estas armas, aunque no la haya utilizado, tenemos que modificar esta normativa.

¿Han notado como agentes de la Guardia Urbana una mayor presencia de armas blancas en las calles de Barcelona?

Y tanto. Y también que las intervenciones son más complicadas. Nos estamos encontrando que muchos delincuentes actuales son más agresivos que hace 20 años.

¿Cuál es la situación del Raval?

La Guardia Urbana ha tenido muchos años un punto fijo en Riera Baixa con Hospital. Había tanta delincuencia, tantos robos, que era inasumible para el barrio. Estábamos poniendo cuatro guardias urbanos, 16 horas en el día, en una esquina. No puede ser con los recursos que tenemos. Hay que modificar cosas. Modificamos las normativas. Así no vamos bien, con este conformismo. Nos tenemos que levantar del sofá. Un político, sea quién sea, tiene que asumir su responsabilidad. El 17-A murió mucha gente. ¿Quién cesó? Yo no morí, pero no me lo saco de la cabeza. A mí, el atentado, me ha dado pie a escribir.

atentados 17A agosto en las Ramblas
La zona por la que entró la furgoneta de los terroristas, el 17-A de 2017, en la Rambla / Jordi Play

¿Ha sido su terapia el libro?

Sí. Tenía muchos interrogantes en la cabeza. Había ítems que no tenían una respuesta clara. Veía a muchos compañeros sufrir. Y nosotros no teníamos culpa de nada. Tenemos que pasar página, pero tenemos que poner los medios.

¿Qué recursos le faltan a la Guardia Urbana?

Le faltan recursos materiales, humanos, pero sobre todo materiales. ¿Por qué? Si en el atentado me vienen con una AK-47, no tengo respuesta para esta amenaza.

¿Faltan armas largas en la Guardia Urbana?

Por ejemplo. Si alguien me ataca con un cuchillo, tengo que utilizar el arma de fuego por protocolo. Si el delincuente está a menos de siete metros, me puede herir. Entre que saco el arma, la cargo y disparo son siete segundos.

Ahora ya no tendrán que utilizar el arma de fuego. Tendrán las pistolas Taser.

Ojalá, pero la Taser en un atentado no me sirve de nada. Quiero armas largas. No podemos esperar a que vengan los Mossos. Los Mossos sí que tienen armas largas. Ninguna unidad de la Guardia Urbana tiene. También necesitamos formación para estas situaciones. Se ha hecho algo de formación, pero es mínima.

¿Me está diciendo que la Guardia Urbana no tiene formación antiterrorista?

Tiene formación, pero es mínima. Estamos haciendo recordatorios de los aspectos básicos. Sobre todo, cómo atender los heridos, cómo hacer bloques de movimientos; si es un espacio cerrado, cómo nos tenemos que mover… Y si tenemos formación, pero no tenemos las herramientas, ¿qué hacemos aquí? No podemos hacer nada. No somos operativos. Con este libro, lo que quiero transmitir es que el delincuente no tiene miedo. En violencia de género, violadores, terroristas no tienen miedo.

Dice que el delincuente no tiene miedo. Es preocupante.

Le pongo un ejemplo. El año pasado, de las 58 mujeres muertas por violencia de género en España, 15 habían denunciado. El sistema está fallando: una persona tiene el valor de denúnciar y la administración la abandona. 15 mujeres habían denunciado. Y el presupuesto, ¿cuál es? 570 millones. El dinero tienen que ir a pie de calle. Hace falta que esta persona que quiere matar su pareja se lo piense dos veces. Hace falta que tengamos los medios y que la persona que denuncia, desde el minuto 0, deje de tener problemas.

Ffamiliars llorando durante la ofrenda en la Rambla, al acto para recordar
Familiares llorando durante una ofrenda en la Rambla, en un acto para recordar a las víctimas del atentado del 17-A / ACN – Elisenda Rosanas

¿Quiere hacer alguna reflexión final?

Los ejes de una democracia son seguridad, salud y educación. Estos tres pilares son fundamentales en una sociedad democrática si queremos avanzar. Si no ponemos aquí los medios limitados que tiene la administración, no avanzaremos.

El lector que lea su libro, que no sabe nada de la Guardia Urbana, ¿con qué idea quiere que salga?

Verá un reflejo de la sociedad actual, y como un guardia urbano tiene que tomar una decisión según la trama narrativa. A veces no será de acuerdo con lo que es ético y moral. Una persona tiene que tomar decisiones en su vida. Tenemos que ser valientes. El lector encontrará el conflicto interno que tiene el policía, que vive en la sociedad y esta no lo acompaña. Él quiere avanzar y la sociedad no avanza por culpa de los que nos gobiernan. No hablo de ningún partido, ni de derechas o izquierdas. Me es igual. Al final, los problemas continúan. Y van a más. Se enquistan. Y esto no puede ser.

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