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Al passeig de Gràcia le sale competencia lumínica

Un oso vestido con un sombrero navideño atrapa la mirada de los peatones de la calle Sant Antoni Maria Claret, muchos de ellos turistas que han oído a hablar de un recinto modernista único que, además, en Navidad se engalana con un espectáculo de luces únicas. En la entrada, los operarios apresuran el personal a entrar y evitar que las colas, siempre pesadas, entorpezcan una visita excepcional. Por tercer año consecutivo, el espectáculo Las luces de Sant Pau transforma el Recinto Modernista de Sant Pau en «el auténtico epicentro de las luces navideñas de Barcelona». Como mínimo, esto es lo que dicen en la web del recinto. Sea como fuere, lo que es seguro es que Sant Pau consigue hacerle la competencia al siempre reclamado paseo de Gracia, que en Navidad congrega el número de fotógrafos amateurs por metro cuadrado más alto de Barcelona.

Más allá de turistas, en la cola del antiguo hospital se congregan sobre todo familias, grandes y pequeñas, que comparten una única impresión. «Solo para ver el recinto ya merece la pena venir». La experiencia de luces atrapa al público, siempre curioso y enganchado como nunca al teléfono móvil. Tanto, que de un escenario a otro hay momentos de cola provocados por familias ociosas de inmortalizar la visita con decenas de fotografías. Un recorrido, dicen desde Sant Pau, «donde cada una de sus instalaciones nos inyecta el espíritu navideño de maneras muy diversas». El recinto cuenta con instalaciones audiovisuales «sorprendentes» donde la luz es la protagonista, pero que varía «en fondo y forma con varias propuestas creativas y tecnológicas». El espectáculo se puede ver hasta el 14 de enero.

Una familia atraviesa un túnel de luces al recinto modernista | Las Luces de Santo Pablo

Una vez dentro, el espectáculo empieza de repente, con una oscuridad sorprendente que da paso a un juego de luces único en la explanada principal, con un árbol de Navidad gigante como protagonista de la obra y una música que retruena por el Eixample. Es el inicio. Y el final. Porque como si fuera un abeto de Navidad, el recorrido va haciendo zigzag por doce escenarios diferentes que confluyen en este árbol; un tren navideño, un paraíso de regalos, la ciudad de los dulces, la pista de hielo –la gran sorpresa de los turistas, «qué hace esto aquí?»– y unas grandes cortinas de colores. Y por los más pequeños, un tió gigante –no muy iluminado– y una nube «mágica» para poner los mejores deseos. Punto final. Una gran estrella navideña despide a familias, parejas y turistas, que como quienes no quiere la cosa, hace una hora que contemplen las fachadas de Santo Pablo.

Como nació el proyecto de Domènech y Montaner

El recinto modernista de Sant Pau es una de las joyas que hay lejos del centro. Domènech y Montaner construyó Sant Pau inspirándose en los hospitales más modernos de Europa. Así lo explican en la misma web del recinto, desde donde se apunta que la arquitecta partió «de las ideas higienistas» y diseñó «un hospital organizado en diferentes pabellones aislados, rodeados de jardines y conectados entre sí por túneles subterráneos». La idea inicial de Domènech y Montaner era construir 48 edificios, pero en un cambio de rumbo final solo construyó 27. Uno de los grandes atractivos arquitectónicos de Sant Pau es la planta cuadrada alrededor de dos esos diagonales que conforman una cruz patente, el emblema del antiguo Hospital de la Sant Creu. Y en Navidad, claro, las luces.

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