La Universitat de Barcelona (UB) está en pleno proceso de expansión. Después de la ratificación a principios del pasado mes de febrero del convenio para ampliar el Hospital Clínic en las pistas deportivas que la institución tiene en el punto más alto de la avenida Diagonal, esta semana se ha dado luz verde al plan especial urbanístico que permitirá la construcción de los dos nuevos edificios del Campus Diagonal, que acogerán a partir del 2028 la Facultad de Matemáticas e Informática y la ampliación de la de Economía y Empresa.
El planeamiento se presentó el lunes en el Consell plenari del distrito de les Corts, donde el punto fue aprobado con los votos favorables de todos los grupos excepto del PP y Vox, que se abstuvieron. La propuesta, sin embargo, no estuvo exenta de polémica. La Asociación de Vecinos de Zona Universitaria aprovechó el turno abierto de palabra para denunciar que, con la validación de esta hoja de ruta urbanística, el Ayuntamiento está dando vía libre a la UB para la edificación de dos «rascacielos», que no solo superarían las alturas del resto de inmuebles de la zona, creando un fuerte impacto visual, sino que también excederían la máxima edificabilidad permitida para los terrenos donde se quieren ubicar.
Torre de 13 plantas, pantalla o muralla
La información sobre el proyecto hecha pública hasta ahora plateaba la construcción por parte del Institut Català del Sòl (INCASÒL) de un recinto de cerca de 14.000 m² ubicado entre las calles de Joan Obiols y John M. Keynes, muy cerca de los jardines de Pedralbes y del Campus Nord de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC). Estas instalaciones tenían que servir para acoger bajo un mismo techo tanto la nueva Facultad de Matemáticas como la ampliación de la de Económicas en una inversión muy probablemente superior a los 25 millones de euros.
Ahora bien, según los datos que figuran en el plan aprobado lunes, el techo máximo que se establece para el nuevo equipamiento es de 18.000 metros cuadrados, 15.000 de los cuales en superficie y el resto subterráneos. Cogiendo este umbral como referencia, la propuesta municipal de ordenación de los terrenos permitiría construir un inmueble de hasta 47 metros de altura -aproximadamente 13 plantas- con una pieza complementaria de 27 metros de altura que ocuparía toda la parcela, casi doblando el total de metros cuadrados permitidos, tal como denuncian desde la entidad vecinal. En caso de solo edificar esta gran torre que se elevaría unos cincuenta metros del suelo, también se estarían superando por la mínima el máximo de 15.000 metros cuadrados de techo establecidos.

Como alternativa al rascacielos y a la espera de conocer como se acaba concretando el proyecto, la UB también ganaría con este planeamiento la capacidad de construir un edificio por debajo de los 27,2 metros de altura -8 plantas- que tuviera hasta 72 metros de largo, ocupando tres cuartas partes del terreno y provocando una especie de efecto «pantalla». Lo mismo ocurriría si se quisiera ocupar toda la parcela con un edificio que no podría superar las cinco plantas, creando de este modo un tipo de «muralla». La última opción sería separar el proyecto en dos edificios, erigiendo dos inmuebles de un máximo de diez y cuatro plantas que tendrían que estar separados por un espacio sin construir para evitar sobrepasar estos 15.000 metros cuadrados sobre rasante permitidos.
Cambio de registro para minimizar el impacto
Desde la Asociación de Vecinos de Zona Universitaria consideran que el calibre de esta propuesta no tendría que regirse por un plan especial urbanístico como el aprobado el lunes, sino que lo tendría que hacer a través de la Modificación de Plan General Metropolitano (MPGM), teniendo en cuenta su «gran impacto sobre bienes patrimoniales y la modificación de los parámetros urbanísticos de altura, edificabilidad y volúmenes permitidos en esta zona». Si el consistorio aceptara esta petición, se vería obligado a presentar un estudio con alternativas y también a garantizar la participación directa en la redacción del proyecto de la ciudadanía, que probablemente plantearía la realización de un análisis sobre cómo se verá afectada la movilidad en la zona.
Más allá de esta cuestión técnica, la entidad incide que la edificabilidad de los terrenos de la Facultad de Económicas afectados ya está «agotada» -según sus cálculos- y lamentan que el planeamiento no respete las alturas del entorno, que son de un máximo de siete plantas con espacios ajardinados, y que no se haya tenido en cuenta ni la sombra que los futuros edificios proyectarán sobre las zonas verdes próximas ni el impacto visual que pueden llegar a generar.