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Los ‘chatarreros’ del libro, expulsados del corazón de Barcelona

Una persiana entreabierta en la calle de la Canuda esconde una decena de cajas apiladas. Es día de mudanza en la Librería Farré, el negocio de antigüedades literarias que desde hace casi tres décadas ocupa este pequeño local del barrio Gótico. La segunda generación de la familia empaqueta con cuidado los diferentes ejemplares que hasta ahora presidían las estanterías de madera. Lo hacen con la resignación de quien se ve forzado a abandonar su hogar. «No es el primer traslado, pero espero que sea el último», apunta Pol Farré, uno de los actuales responsables. Las mismas condiciones prohibitivas que les hicieron cambiar de almacén hasta en dos ocasiones desde que su padre, Josep Maria Farré, abrió la librería en los noventa, ahora los expulsan del establecimiento tras el mostrador del cual han pasado media vida. «Cuando murió el padre en el año 2019, pudimos mantener el contrato de renta antigua, pero, ahora que nos tocaba ponerlo a nuestro nombre, nos pedían 6.000 euros de alquiler. Ya no entramos ni a negociar», lamenta.

Después de varias semanas con la tienda cerrada, el retorno de la actividad al local del número 24 -aunque sea momentáneamente para preparar la mudanza al almacén que mantienen en la calle de Rosselló– ha animado a los clientes habituales del negocio, que durante la mañana se acercan al establecimiento para despedirse de la librería de viejo y, de paso, rebuscar entre las estanterías en busca de uno de sus ejemplares raros. «No soy de la zona, pero podríamos decir que sí un vecino de los libros [ríe]», señala Ramón, uno de los parroquianos de toda la vida que no ha querido perderse este último adiós. Este hombre fue uno de los primeros clientes que tuvo la tienda hace ahora treinta años e incluso recuerda la etapa anterior, cuando -bautizada con el nombre de Librería del Sol y de la Luna– pertenecía al abogado Salvador Savall, que conservaba allí su colección particular. La vinculación del local con esta actividad, sin embargo, se remontaría hasta el siglo XVIII, con varias referencias que indican que antes había acogido la librería de la Viuda Serra.

La sede de la librería de antigüedades Farré de la calle de la Canuda cierra por un aumento desmesurado del precio del alquiler del local / Jordi Play

Literatura en vena

La historia de la Librería Farré comienza con la obsesión literaria de un vecino de las Borges Blanques que empezó vendiendo en la Feria de Balaguer por cincuenta pesetas los ejemplares que lograba reunir. «Parece que el chip de los libros le venía de nacimiento. Trabajó en varias editoriales hasta que tuvo la oportunidad de comprar unos cuantos libros y montó el negocio en un almacén en Sant Antoni«, explica su hijo, que aún recuerda cómo el padre los hacía ir con su hermano cada domingo al mercado de este barrio barcelonés para vender la entonces aún pequeña colección. Este fue el primer contacto serio con el gremio de libreros de viejo y el embrión que luego llevaría al patriarca de los Farré a asumir la tienda regentada por la familia Savall cuando este decidió traspasarla, heredando de paso su extenso catálogo de obras.

El nuevo responsable de la librería conservó los magníficos escaparates del negocio anterior, adaptándolos, pero manteniendo una pequeña referencia al nombre antiguo del establecimiento que aún se puede ver hoy en día en la fachada. Poco a poco, fue ampliando la colección, combinando las temáticas con la obtención de títulos bastante raros que lo acabaron situando como uno de los libreros de viejo de referencia en la capital catalana. Tal fue la proyección de la tienda que Farré llegó a tener una docena de personas contratadas en plantilla. La mayoría de la venta se hacía presencialmente o a través de ferias del sector y el local de la calle de la Canuda era un punto de peregrinaje inescrutable para los coleccionistas literarios.

La sede de la librería de antigüedades Farré de la calle de la Canuda cierra por un aumento desmesurado del precio del alquiler del local / Jordi Play

De aquellos primeros años de actividad, Pol Farré recuerda cómo con solo 12 años ya ayudaba tras el mostrador y también cómo arrancaba a correr desde Canaletas porque tenía miedo de que en el trayecto de la Rambla al local le pudiera pasar algo. «Antes esta zona… Ahora está muy buscada, pero ya no queda ninguna de las librerías de la calle. Puedes pasar de un año para otro y no reconocer ningún negocio», afirma. Este giro en la actividad comercial de esta céntrica vía la ha convertido en los últimos tiempos en un pequeño epicentro de la nueva moda juvenil estatal, ya que dos compañías con acento barcelonés como Twojeys y Nude Project -que facturan millones- la han escogido para ubicar sus tiendas. Pero la revalorización de la zona tiene víctimas colaterales en forma de subidas de alquileres que en muchos casos son inasumibles para negocios de toda la vida como esta librería.

La doble moral que mata a los emblemáticos

Con los años, la librería regentada por la segunda generación de la familia Farré había quedado como un pequeño vestigio de la antigua forma de hacer del gremio de viejo. Rincones como la trastienda, un espacio abarrotado en un altillo donde aún se conserva un reloj antiguo de pared y una senyera de aquellas pesadas de ondear con la consigna escritores antifascistas y las siglas de la UGT y de las juventudes socialistas vinculadas al PSUC, se han mantenido prácticamente inalterados durante décadas. Este carácter hacía que el local continuara siendo un punto de peregrinaje para coleccionistas, aunque ya hacía tiempo que no basaba su supervivencia económica en la venta física. «No sé si es por un cambio generacional, pero ahora cerca del 60% de las ventas ya son en línea y muchas en el extranjero. Los permisos de importación son un caos», reconoce el actual responsable.

La sede de la librería de antigüedades Farré de la calle de la Canuda cierra por un aumento desmesurado del precio del alquiler del local / Jordi Play

Desde que anunciaron por sorpresa el cierre de la tienda ahora hace una semana, las llamadas tanto de los medios de comunicación como de conocidos y otros compañeros del sector han sido una constante. «Nos dicen que no podemos cerrar […], pero ¿quién nos paga el alquiler? Nosotros somos chatarreros para la gente y para muchos políticos también. La administración nos tiene abandonados«, lamenta. Farré asegura que la decisión de hacer pública su situación respondía a un intento de «hacer ruido» para intentar despertar conciencias y así evitar que más establecimientos emblemáticos como este sucumban a la política de tierra quemada que viven barrios como el Gótico debido a la especulación inmobiliaria y la gentrificación.

Mientras sellan con cinta americana las cajas llenas de libros, la segunda generación de esta saga de libreros de viejo reflexiona sobre cuál será el futuro del local que han ocupado durante tres décadas. «Espero que mantengan los escaparates y el letrero«, confiesa Ramón Farré, que durante toda la conversación se ha mantenido un poco en un segundo plano, absorto en el traslado y atendiendo a los clientes que se han ido acercando al establecimiento con cuentagotas. «A ver si pasará como con la Librería Millà (calle de Sant Pau, 21), que solo han conservado el letrero y ya no queda nada más», responde su hermano. El goteo de cierres que ha sufrido el sector en los últimos años no invita a la esperanza. Casos como el de Stock Llibres todavía duelen, pero dibujan un escenario que parece cada vez menos inescrutable para los agremiados. «Estamos condenados a desaparecer del centro de la ciudad. Aquí solo resistirán los que tengan un local en propiedad, el resto iremos donde podamos pagar los locales», sentencia Farré.

preus dels lloguers
La sede de la librería de antigüedades Farré de la calle de la Canuda cierra por un aumento desmesurado del precio del alquiler del local / Jordi Play

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