Barcelona se abrió al mundo con los Juegos Olímpicos y lo hizo mayoritariamente en catalán. Según los registros históricos de la Encuesta de Servicios Municipales, en 1992 había más ciudadanos que hablaban habitualmente en catalán (52%) que en castellano (48%). En aquella época, la diferencia entre las dos lenguas era mínima, según estos datos, pero con el cambio de siglo la brecha entre los que dicen tener el catalán como lengua habitual y los que dicen tener el castellano no ha dejado de crecer. Solo el 35% de los ciudadanos de Barcelona hablan ahora catalán de forma habitual, veinte puntos menos que los que se expresan principalmente en castellano. El catalán alcanza mínimos históricos después de diez años de caída –seis puntos menos desde 2015– y la distancia entre las dos lenguas es la más alta desde que hay registros.

Las políticas de fomento del catalán no han terminado de tener efecto, en parte por los cambios demográficos que ha vivido la ciudad y por la aparición de una nueva herramienta comunicativa, las redes sociales, que prioriza las lenguas mayoritarias. El profesor de Sociolingüística Catalana de la URV y director del grupo de trabajo EstatusCat del IEC, el catedrático Miquel Àngel Pradilla, ve una combinación de ambos factores. “El marco actual es universal, la globalización ha provocado movimientos poblacionales por todas partes y las lenguas minoritarias se ven perjudicadas”, resume el experto en conversación con el Tot Barcelona.
La distancia entre las dos lenguas se dispara a partir de los años 2000 en Barcelona y el catalán solo experimenta un ligero repunte entre 2010 y 2017. No hay una causa exacta que explique este pequeño paréntesis, si bien Pradilla apuesta por los cambios de población. En estos siete años, los ciudadanos que llevan diez años residiendo en la ciudad aumentan un 7% y los que solo llevan cinco disminuyen un 3%. Es decir, la población recién llegada se estabiliza, un aspecto clave para la lengua. “En ámbitos urbanos, el mimetismo con el catalán es escaso, pero la gente va entrando y, a medida que pasa el tiempo, va adquiriendo competencias; primero lo entiende y luego lo puede hablar”, concreta.
El analista recuerda que “ha llegado a vivir mucha gente que lleva el castellano en la maleta y esto incrementa la diferencia”. “Puede ser –matiza– que haya los mismos catalanohablantes, pero baja la cifra porcentualmente”. Sin embargo, Pradilla advierte que no solo podemos quedarnos en un análisis puramente demográfico. “El movimiento poblacional, por sí mismo, genera dificultades, pero el problema lo tenemos en la gestión del multilingüismo. No tenemos las herramientas que tiene un estado para poder regular e incorporar mejor el catalán y las que tenemos no se utilizan bien”, resalta el sociolingüista.

Un caso práctico lo encontramos con la restauración de Barcelona. La mitad de los camareros no lo hablan y un 25% tampoco lo entiende, según datos del Ayuntamiento recogidos en 2024. “Si miramos la ley del código de consumo, este 25% no ha pasado un filtro legal, deberían entenderlo. Otra cosa es que te respondan en otro idioma, pero el catalanohablante debe tener garantizado el derecho a hablarlo”, argumenta Pradilla, que también pide responsabilidad a la población. “En Barcelona, dos catalanohablantes pueden hablar habitualmente en castellano perfectamente. No podemos basar la solución estrictamente en el ámbito institucional”, remarca.
El problema añadido de las redes sociales
El segundo gran vértice, que no solo afecta a Barcelona sino al conjunto del país, es internet. El experto sitúa tres grandes etapas históricas: la “galaxia Gutenberg”, con la llegada de los libros y otras facetas culturales; la “galaxia Marconi”, que incorpora la producción audiovisual; y la sociedad red, con la aparición de las redes sociales. “El catalán tiene un buen posicionamiento en el mundo de la cultura, tiene una producción audiovisual de proximidad potente, pero es anecdótico en las redes”, explica. En este sentido, el experto matiza que la lengua catalana ha sabido moverse en internet, adaptando gran parte de las publicaciones y páginas web, pero que no ha encontrado espacio en el mundo de los creadores de contenidos.
El catalán, en este nuevo mundo digital, es el joven pastor que lucha contra Goliat. “Es importante que haya esfuerzos extraordinarios, porque, en conversaciones cara a cara tienes diferentes lenguas, pero en el mundo digital solo encuentras las que son hegemónicas”, concreta. Es en este sentido que se entiende la nueva figura de la comisionada del catalán que ha creado Jaume Collboni, a petición de ERC, que dirige la periodista Marta Salicrú. “Se le ha girado trabajo”, bromea Pradilla. En su primera intervención pública, Salicrú adelantó que trabaja en la creación de una nueva fábrica de contenidos digitales en catalán y que Barcelona tiene intención de incluir la lengua catalana como ámbito temático en las subvenciones municipales.

El coordinador de administraciones públicas de Plataforma per la Llengua, Josep Maria Recasens, dice que este nombramiento debe acelerar el plan de acción de 68 medidas que aprobó el Ayuntamiento en 2023. “Se aprobó, pero hasta el verano no se había movido nada. Ahora hay una persona específica para fomentar el catalán en la ciudad; las primeras conversaciones son positivas y ahora hay que aterrizarlas y avanzar”, concreta el activista por la lengua en conversación con este diario. Recasens confía en que Barcelona forme parte de la Xarxa Implica’t, que ha impulsado Plataforma para sensibilizar a los ayuntamientos catalanes. “El de Barcelona no puede quedar al margen, es la capital del país y le corresponde un papel destacado”, detalla.
El activista fija las miradas en la nueva comisionada, a quien piden que reubique en Barcelona la feria del videojuego en catalán SAGA, que ahora se está haciendo en L’Hospitalet de Llobregat, para “darle un impulso mayor”. En este sentido, el pacto de presupuestos de Jaume Collboni con ERC especifica que el Ayuntamiento “se implicará en su promoción y organización” y “colaborará con 90.000 euros”. A escasos dos años de las elecciones municipales, Recasens pide “responsabilidad” a todo el equipo de gobierno y la oposición para que “no hagan una batalla electoral” con el catalán. Será la única manera, dice, de “revertir” los malos datos que encadena la lengua del país en la capital.