Un sofá de Gabriel García Márquez ha desaparecido. Si el célebre autor de Cien años de soledad o Crónica de una muerte anunciada tuviera que contar esta historia, probablemente diría que este mueble se fue de su casa por su propio pie, cansado del desprecio de sus nuevos dueños y en busca de un nuevo hogar. La realidad, sin embargo, es más simple. Alguien lo dejó tirado en la calle el día que se sacan los trastos viejos. O bien terminó en el vertedero o bien alguien tiene en estos momentos en su casa esta pequeña reliquia sin saber con certeza su origen. Esta anécdota tuvo lugar hace un tiempo en el número 6 de la calle Caponata, el edificio ubicado en el corazón del barrio de Sarrià donde el escritor latinoamericano vivió entre febrero de 1969 y 1975. Más allá de la efeméride, el trato que recibió este sofá es sintomático del agravio que arrastraba hasta hace poco la figura del Premio Nobel de Literatura de 1982 con la ciudad -saldado en parte gracias a la biblioteca municipal bautizada con su nombre- y en concreto con el bloque de pisos donde estableció su residencia durante seis años.

El caso se remonta precisamente a los años ochenta. El éxito fulgurante del universo macondiano catapultaba a Gabo al Olimpo de la literatura, situándolo como uno de los grandes escritores contemporáneos. Este reconocimiento vino acompañado de una serie de homenajes en su Colombia natal, pero también en los diversos lugares del mundo por donde pasó el autor a lo largo de su dilatada trayectoria. Fue en este momento cuando se planteó por primera vez entre los vecinos de este bloque de pisos de la calle Caponata la posibilidad de identificar el domicilio que García Márquez ocupó durante la mayor parte de su estancia en Barcelona, donde participó en el movimiento de intelectuales de izquierda de la gauche divine, estableciendo relación con muchos de los referentes políticos y artísticos de la época. La idea no tuvo una gran acogida y quedó en el limbo. En los noventa se volvió a plantear la colocación de una placa conmemorativa, pero la iniciativa tampoco llegó a fructificar. Desde entonces, la propuesta ha ido resurgiendo de vez en cuando, siempre más de forma etérea que con un planteamiento concreto sobre la mesa.

El edificio del número 6 de la calle Caponata de Sarrià donde vivió durante seis años Gabriel García Márquez / A.R:
El edificio del número 6 de la calle Caponata de Sarrià donde vivió durante seis años Gabriel García Márquez / A.R:

Ahora bien, la situación dio un giro de 180 grados en el año 2021. A instancias del Ayuntamiento de Barcelona, los vecinos celebraron una consulta formal para dirimir si permitían o no la instalación de una placa en la fachada. Según informaba entonces La Vanguardia, la votación se saldó con cinco votos a favor, tres en contra y el resto en blanco. La propuesta quedó aprobada por mayoría simple, pero nunca se llegó a llevar a cabo. ¿La razón? Para poder hacer una intervención de estas características se debe contar con el visto bueno de todos los inquilinos del edificio. Solo una negativa ya es capaz de bloquear la iniciativa. Así pues, la idea acabó convertida en papel mojado justo en el momento que más cerca había estado de poder hacerse realidad.

Blanco y negro

Han pasado tres años desde aquella primera y única consulta. Algunos de los vecinos que participaron en el plebiscito ya no viven en el bloque. Es el caso de la familia de Marta Sangrà, que el pasado verano decidió vender el piso ubicado en los bajos del edificio en el que había residido durante la última década. Se da la circunstancia de que este no era un domicilio cualquiera, sino que era el que había ocupado García Márquez cuando vivía en este edificio del barrio de Sarrià. «No lo compramos por eso, pero sí lo sabíamos. Mi padre era un gran lector de su obra y siempre dejaba pasar a los curiosos que se acercaban preguntando por el piso del escritor. Nos hacía mucha ilusión», asegura esta joven bibliófila en declaraciones al TOT Barcelona. El piso -que ya había tenido otros inquilinos tras el paso de Gabo- se lo entregaron vacío, de manera que no se conservaba ninguna de las pertenencias o mobiliario de antiguos residentes. Sin embargo, en el vestíbulo de entrada al inmueble sí se mantienen aún hoy en día dos butacas gemelas que habría utilizado García Márquez durante su estancia en la capital catalana.

Los actuales vecinos del número 6 de la calle Caponata no son ajenos al debate que ha suscitado la no instalación de la placa. Como ya ocurrió en 2021, hay división de opiniones entre los inquilinos. Incluso entre los que coincidieron en el tiempo con el escritor, que evocan dos recuerdos completamente diferentes, como dos caras de una misma moneda. «No guardamos un recuerdo demasiado bueno. Iba siempre a lo suyo y no hizo nada por integrarse en la comunidad. Quizás con el vendedor del estanco sí que hablaba más», señala uno de los vecinos de toda la vida. «Podías verlo desde la calle mientras leía y tecleaba con su máquina porque siempre se ponía junto a la ventana con las persianas levantadas», explica otra. «Es verdad que era muy independiente, pero también muy educado y amable. Y su esposa, lo mismo«, afirma una de las vecinas más veteranas, que aún recuerda cómo los hijos de García Márquez subían cada dos por tres a su casa para coger libros y los devolvían cuando los habían terminado.

Gabriel García Márquez. Barcelona,1969 © Archivo Colita Fotografía
Gabriel García Márquez. Barcelona,1969 © Archivo Colita Fotografía

Debate abierto y solución alternativa

Ya sea en las reuniones de la comunidad o por la insistencia de los periodistas, el caso de la placa aflora periódicamente en esta finca del corazón de Sarrià. Tras la consulta de hace tres años, el Ayuntamiento parece haber decidido dar un paso al lado y no contempla la posibilidad de promover una nueva votación para la instalación de este pequeño homenaje. «No está previsto, justamente porque ya se preguntó a los vecinos«, confirman fuentes del Instituto de Cultura de Barcelona (ICUB) consultadas por este medio. Así pues, solo los inquilinos de este edificio tienen la potestad de volver a poner sobre la mesa la iniciativa en el futuro. «Si los propietarios no quieren poner una placa en la fachada, no se puede hacer nada. Ahora bien, se pueden buscar alternativas en la vía pública. Tenemos aceras, se podría poner un pedestal… La cuestión es no atascarse con la idea de que debe ir en el edificio», apunta Jordi Bosch, presidente de la Asociación de Vecinos de Sarrià. Desde la entidad consideran que sería muy positivo poder señalar la presencia en la zona tanto de García Márquez como de Mario Vargas Llosa -que residió a solo unos metros de su homólogo colombiano, en el número 50 de la calle Osi- e insisten en que el consistorio tiene herramientas para hacerlo posible. «Ambos paseaban y compraban en comercios del barrio. No es tanto identificar su domicilio como el hecho de que hicieron vida aquí«, remarca.

El edificio del número 50 de la calle Osi de Sarrià donde vivió durante una temporada Mario Vargas Llosa / A.R.
El edificio del número 50 de la calle Osi de Sarrià donde vivió durante una temporada Mario Vargas Llosa / A.R.

Al margen de las alternativas y lejos de acabar guardada en un cajón, la idea de la placa en la fachada del número 6 de la calle Caponata aún suscita de vez en cuando debates improvisados entre los vecinos que se encuentran en el vestíbulo o la entrada principal.

-¿Tú qué dices?

-¿Yo? Que sí, que la pongamos. ¿Y tú?

-Creo que se debe explicar todo… Él era muy amigo de Fidel Castro, pero después se desentendieron de todo y no hizo nada por los presos políticos cubanos. No me sentiría cómodo teniendo su nombre en la fachada. Además… [un gesto de su interlocutora la hace interrumpirse en seco la explicación]

-Lo que es indudable es que fue uno de los grandes escritores [dice con contundencia para cerrar el debate]

El edificio del número 6 de la calle Caponata de Sarrià donde vivió durante seis años Gabriel García Márquez / A.R:
El edificio del número 6 de la calle Caponata de Sarrià donde vivió durante seis años Gabriel García Márquez / A.R:

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