El Ayuntamiento de Barcelona no ha creado nunca la comisión interdepartamental que debe velar por garantizar el Reglamento de Uso de la Lengua Catalana (RULC), impulsado en 2010 desde la institución. La comisionada de Uso Social del Catalán, Marta Salicrú, ha explicado en la Comisión de Derechos Sociales, Cultura y Deporte de noviembre que los servicios jurídicos «no tienen constancia de que la comisión exista ni pueden confirmar si alguna vez se ha llegado a crear». La nueva comisionada también ha especificado que tampoco constan documentos correspondientes a la creación de esta comisión en los «archivos de la secretaría general», de quien depende la creación.
Salicrú ha reconocido que esta comisión es «un requisito» del reglamento aprobado hace quince años y ha destacado al mismo tiempo su «potencial». Después de escuchar las críticas de Esquerra Republicana, que ha instado al gobierno municipal a constituir «tan pronto como sea posible» esta herramienta, la nueva comisionada se ha comprometido a comunicar «de manera interna» a los compañeros de gobierno la normativa lingüística del Ayuntamiento. “Gracias por crear, quince años después, la comisión interdepartamental para garantizar el cumplimiento del RULC”, ha sentenciado en la siguiente intervención la republicana Rosa Suriñach.

El ruego de los republicanos también pide hacer un diagnóstico «preciso» del uso del catalán en los equipamientos municipales después de vivir, los últimos meses, diferentes episodios de «discriminación lingüística» en las calles. Suriñach ha recordado casos recientes como la aparición de carteles solo en castellano en la zona deportiva de los Jardins de la Torre del Fang, que el Ayuntamiento ya ha corregido, o los talleres en castellano que se realizan en algunos centros cívicos. Situaciones que generan «indignación» entre la ciudadanía, ha manifestado.
El catalán, en mínimos históricos en Barcelona
La llegada de una nueva comisionada para fomentar el uso del catalán llega en un momento crítico para la lengua catalana en Barcelona. Según datos recopilados en la Encuesta de Servicios Municipales, la brecha entre ciudadanos que tienen el catalán como lengua habitual y los que dicen tener el castellano no ha dejado de crecer. Solo tres de cada diez ciudadanos (el 35%) hablan catalán de forma habitual, veinte puntos menos que los que se expresan principalmente en castellano. El catalán ha llegado este año a mínimos históricos después de diez años de caída y la distancia entre las dos lenguas es la más alta desde que hay registros.
Expertos consultados por este diario en octubre pasado –poco después de conocerse los últimos datos– atribuyen este retroceso a los cambios demográficos que ha vivido la ciudad en los últimos años y al poco peso que tiene la lengua del país en Barcelona. Los analistas advertían entonces que hay casos en los que no se está siguiendo la normativa vigente, por ejemplo en la restauración. El 25% de los trabajadores no entienden el catalán, según datos municipales, un aspecto que vulnera la ley del código de consumo, según el profesor de Sociolingüística Catalana de la URV y director del grupo de trabajo EstatusCat del IEC, Miquel Àngel Pradilla.
