Rosa Gómez vive desde hace 44 años en un piso del barrio del Fort Pienc. Se encuentra, concretamente, en el cruce de las calles de Roger de Flor y de Ali Bei. En los últimos tiempos, pero, parte de la tranquilidad que conocía del barrio ha cambiado. Varios vecinos denunciaron el pasado septiembre en un encuentro con el Síndic de Greuges, que desde hace varios meses salen muchos más autobuses que antes de la Estació del Nord y, por lo tanto, circulan más por sus calles.
Gómez, por su parte, explica al TOT Barcelona que «es constante» el tráfico de autobuses que van a la ciudad, que van a otros puntos de Catalunya o al extranjero. «A las 21 horas, por ejemplo, pueden llegar a pasar cuatro de seguidos que van a Múnich, a Venecia y no sé dónde más. Se nota que hay mucha más contaminación atmosférica y acústica», asegura Gómez, quien a la vez insiste que más tráfico de buses también se ha traducido en más tráfico de personas en el espacio público. Además, añade que tampoco ayuda que en el último año hayan empezado a circular por Ali Bei los autobuses turísticos del Ayuntamiento de la ruta roja.
Trasladar el problema
Desde el punto de vista de Gómez, el aumento de vehículos puede ser consecuencia de dos hechos. Por una parte, de los autobuses que dejaron de hacer parada en el centro de Barcelona para hacer en la Estació del Nord. «Querían reducir el colapso de autobuses en el centro, pero el Fort Pienc también está en el centro», afirma y añade que otro motivo tiene nombre propio: calle de Sicília. En este sentido, especifica que una pacificación escolar obligó a cortar el tráfico de un tramo de la calle, lo cual hizo aumentar la circulación de autobuses en otras vías.
Ante esta situación, Gómez pide, del mismo modo que pidieron otros vecinos en el encuentro con el Síndic de Greuges, que se reduzca el volumen de vehículos que salen de la Estació del Nord. «El panorama nos hace pensar que todo podría ir a peor, pero tiene que cambiar», insiste. También sugiere que el Ayuntamiento tendría que hacer controles de los niveles de contaminación que se logran al cruce de las calles de Sicília y de Ali Bei y que haya más presencia de la Guardia Urbana. «No se trata de militarizar las calles, sino que haya más presencia porque se respete más la convivencia», subraya.
Otro cambio relacionado con autobuses que destaca Gómez tiene como escenario el puente de la calle de Sardenya. Asegura que desde el verano pasado, muchos autobuses aparcan y «a menudo están un buen rato con los motores en marcha». También dice que pasa exactamente lo mismo en el tramo de bajo del paseo Lluís Companys, el que toca con el parque de la Ciutadella. Los pasajeros, por su parte, van hacia el Arc de Triomf.