En la calle de la Mercè, 28, en pleno barrio Gòtic, el bar la Plata, pequeño como pocos y con un ambiente que destaca por su familiaridad, mantiene la esencia con la que abrió en 1945 de la mano de Josep Marjanet y Joaquima Planas. Pepito y Quimeta eran los padres de Anna Marjanet, ahora al frente del negocio después de estar 33 años en la cocina. El 31 de octubre de este año, la Plata cumplirá 80 años y al día siguiente, el 1 de noviembre, celebrará el aniversario con una degustación gratuita de «pescadito frito y bebida», explicó al TOT Barcelona Roger Pascual, periodista y escritor e hijo de Anna. «Mi abuelo decía: ‘cuanto más doy, más tengo'», recuerda. Para el septuagésimo aniversario, la Plata organizó una barra libre similar.
Cuatro platos que entusiasman a una clientela fiel
En estas ocho décadas desde que la Plata abrió sus puertas, prácticamente nada ha cambiado en el establecimiento, punto de encuentro habitual tanto de barceloneses como de turistas. «Está casi igual que cuando entraron mis abuelos en 1945», subraya Roger. En la Plata, solo se sirven cuatro platos –la ensalada de tomate, cebolla y aceitunas, las barquetas de anchoa y butifarra, y el pescadito frito-, que siguen entusiasmando a una clientela muy fiel. También es obligatorio probar el vermut, «sin hielo ni naranja ni aceitunas, para no alterar su sabor único», dicen en su web, y el vino que sirven «de la bota al porrón». «
«El alma del bar» es Pepe Gómez
«El alma del bar» es Pepe Gómez, subraya el bar la Plata en su perfil de Instagram. El 12 de octubre, Pepe cumplió 53 años trabajando en el local, «la 53ª temporada». «Nuestra historia no se podría entender sin el alma del bar, que sigue transmitiendo la misma pasión y simpatía que cuando entró en 1972».
Entre los numerosos reconocimientos que ha recibido el local, destaca el hecho de que el diario The Guardian lo valoró como el mejor bar de Europa y el mejor lugar de Barcelona para comer pescadito frito. Hay mucha clientela anónima, pero también otra conocida, como los Estopa, el actor Daniel Brühl y el cocinero Ferran Adrià. «Es mágico», afirma el chef sobre la Plata.
