Los problemas para acceder a la residencia Molí, ubicada en la calle de Via Favència, en el barrio de la Prosperitat, han agotado la paciencia de muchos familiares. Para entrar o salir hay que atravesar una rampa «demasiado empinada» que dificulta lo que debería ser un trámite. Los familiares sostienen que el edificio «no es accesible» y acusan al Ayuntamiento y a la Generalitat de negarles «el derecho a sacar a nuestros familiares a pasear sin riesgo de que se caigan». Estas son declaraciones de Cristina Neria, una de las afectadas, en la última audiencia pública de Nou Barris. «En nueve años han caído usuarios, familiares y hemos visto que camillas del SEM, al ver la entrada, optaban por entrar por la cocina. No dejaremos de luchar por los derechos de nuestros mayores», insistía. La residencia cuenta con un centenar de residentes y 25 usuarios en el centro de día.
El concejal de Nou Barris, Xavier Mercè, reconoció, respondiendo a la vecina, que la pendiente de la rampa «no es razonable», pero transfiere la responsabilidad a la Generalitat, del mismo color político que el Ayuntamiento. «Te pido comprensión. Las residencias son competencia de la Generalitat. Nosotros les cedemos el solar, pero no nos ocupamos de las obras. El acceso forma parte intrínseca de la misma residencia», le remarcó. Dos consejeros del distrito se han acercado a hablar con el equipo de la residencia, según detalló el mismo concejal, que se abre a «analizar» la posibilidad de instalar algún «elemento de carácter móvil».
La Generalitat también es conocedora de la problemática. En respuesta a este diario, el Gobierno reconoce que la rampa es «empinada» y menciona que se están evaluando «los estudios sobre el equipamiento que ha realizado el Servicio de Proyectos, Obras y Equipamientos de la consejería», hasta hace unos meses en manos de ERC. El nuevo gobierno socialista insiste en que trabajarán para encontrar una solución satisfactoria, sin precisar, en todo caso, cuál es el plan a corto plazo.

Caídas en la entrada
Los familiares aseguran que la rampa es un inconveniente para los residentes. Muchos familiares son mayores y no pueden empujar las sillas o ayudar a los residentes. La representante de las familias, Mari Carmen González, pone de ejemplo a un familiar que, este mismo agosto, se rompió un brazo al caer, y fija en una docena las caídas registradas el año pasado. «La entrada donde está la rampa es muy empinada y la silla de ruedas se va. Hemos pedido poder entrar o salir por la cocina, pero no nos dejan, lo cual también se puede llegar a entender, en parte, pero la realidad es esta y hace años que reivindicamos cambios», comenta.
La portavoz de las familias se queda perpleja ante las respuestas de la administración. «Propusimos poner un ascensor por fuera y, al ser la entrada, lo debe hacer la Generalitat, pero como es suelo municipal, es asunto del Ayuntamiento. Se pasan la pelota y aquí todo sigue igual», se queja. Los familiares, detalla González, también han solicitado ubicar en la entrada una plataforma para ayudar a subir y bajar las sillas. «Hemos buscado y presentado el presupuesto de tres empresas diferentes, pero nos han dicho que, para el uso que se hará, que no durará nada», lamenta.

Los familiares insisten en que la situación está dejando a algunos mayores sin salir al exterior y lamentan que nadie se ponga de acuerdo para una operación aparentemente asequible. Por eso González pide un esfuerzo: «Todos pasaremos por aquí. Quizás alguien podrá pagarse una cuidadora o podrá quedarse con la familia, pero muchos no tendremos más opción. Cambiaremos las personas, pero no las necesidades. Y parece que para la gente mayor nunca hay dinero».

