El histórico restaurante Quo vadis del Raval se prepara para reabrir. Bien, reabrirá el local que acogió este establecimiento de renombre durante décadas en Barcelona. La idea es que levante la persiana «antes de Semana Santa» y «con el mismo nombre», explica el empresario Manuel Puig. Su familia gestionó El Puma, un bufete libre de la calle de Aribau, y ahora tiene, entre otros establecimientos, el Julivert Meude la calle del Bonsuccés.
Situado en la calle de Carme 7, en el barrio del Raval, el restaurante cogió el nombre de la película
La carta del Quo vadis original
El gastrónomo Ramon Roset recordaba en 2021 en el Va de Gust que la carta del Quo vadis se mantuvo invariable a lo largo de sus cincuenta y siete años. Se hacía «una cocina de estilo tradicional que miraba de reojo a la cocina francesa, muy bien elaborada y basada en un producto fresco de primera calidad, servido por el mercado de la Boqueria«. Y entre los platos destacaban los
A pesar de que se inspirará en la tradición culinaria catalana y recogerá el interés por las setas de temporada que tenía el primer Quo vadis, la oferta del nuevo establecimiento será mucho más ecléctica, con hamburguesas, pollo a l’ast, tapas y diferentes tipos de bacalao. Puig dice que se asemejará al que hace Los Caracoles, con cerca de ciento noventa años, a pesar de que también cita a la cadena APluma, especializada en pollos al ast. Además, en la planta superior, el empresario abrirá un espacio para

Inspirado en una película
El Quo vadis cerró el junio de 2013. Había abierto el 1956 y durante años fue el restaurante de las recenas del Liceo, explicó el propietario, Martí Forcada hijo, a La Vanguardia poco antes de cerrar. El nombre del establecimiento lo pusieron sus padres, Martí Forcada y Mercè Bonastre, inspirándose en la película
Con posterioridad, fueron Martí y Maria Rosa, los hijos de la pareja, los que se hicieron cargo del Quo vadis. En los años de éxito, el restaurante se llenaba de gente de Barcelona, de Sarriá, del Eixample… Políticos, escritores, artistas, cantantes y público del Liceo eran habituales del Quo vadis. Se servían más de un centenar de cubiertos al día. Pero hace una década, con la Rambla convertida en epicentro turístico, el local se quedó obsoleto. «Este negocio no es para el turismo que pasea ahora por la Rambla», dijo Martí en el diario del grupo Godó.
En 1980, el Quo vadis consiguió una estrella Michelin, que mantuvo hasta el 1985. En sus mejores años llegó a tener unos veinte trabajadores, con aparcacoches, guardarropa y botones. El incendio del Liceo del 1994 supuso un importante revés para el restaurante, que perdió mucha clientela, tanto por el cierre del teatro como por el follón de las obras en toda la zona. El teatro reabrió cinco años después del siniestro. Martí Forcada hijo decidió jubilarse y cerrar el restaurante en 2013, poco tiempo después de la muerte de su madre, Mercè, que había fundado el restaurante con su padre.
Del establecimiento original no queda casi nada
Puig explica que al menos iba una vez por semana a comer al Quo vadis con su familia. Su intención es contactar con el antiguo propietario, Martí Forcada hijo, para explicarle sus planes con el local, esperando que le haga ilusión que se reabra el establecimiento con el nombre que le pusieron Martí Forcada y Mercè Bonastre.
El empresario asegura que del antiguo Quo vadis no queda nada, únicamente unos vitrales en una de las salas. Durante seis años, en este local de dos plantas en la calle de Carme 7 ha habido el Beerlinale, un negocio especializado en cervezas, que disponía de 30 tiradores y unas 180 referencias de botella, a pesar de que también se podía comer. En la fachada del edificio ha desaparecido cualquier referencia al Quo vadis y todavía hay el cartel del Beerlinale.
